Cientos de feligreses de la Diócesis Acarigua-Araure asistieron a la ordenación episcopal de Monseñor Gerardo Ernesto Salas Arjona, ceremonia que estuvo presidida por Su Eminencia Baltazar Cardenal Porras Cardozo, Arzobispo de Mérida y Administrador Apostólico de Caracas.
La Santa Misa se celebró en el gimnasio Wibaldo Zabaleta en la ciudad de Acarigua y contó con la asistencia de Ilmo. Mons. Ignazio Ceffalia, Encargado de Negocios de la Santa Sede en Venezuela, más de treinta obispos, autoridades regionales y locales del estado Portuguesa y una importante representación de sacerdotes de la Arquidiócesis de Mérida que viajaron para acompañar al nuevo obispo.
El Cardenal Baltazar Porras en su Homilía destacó las ciudades gemelas Acarigua-Araure que se visten de gala en la mañana de hoy porque por voluntad del Señor que es nuestra luz y nuestra salvación, concretada por el Papa Francisco reciben con júbilo a su tercer obispo, quien viene cargado de ilusiones, dispuesto a dar lo mejor de sí, para pastorear la grey de esta hermosa región centro occidental llanera.
En efecto, es la ciudad de mayor población en la inmensa pampa que atraviesa el país desde el piedemonte andino a las riberas a lo largo del Orinoco hasta que muere en el Delta. Tiene, por tanto, la obligación de ser faro de luz y de virtud para el llano y la montaña. Es, además, la ciudad granero de Venezuela. Buena parte de la población del país se alimenta de lo que aquí se produce con esfuerzo y constancia. Ambas características deben ser, también, reflejo y sustrato de su vida espiritual.
Acarigua contó con cura doctrinero, -modalidad para atender a comunidades nativas, iniciándolas en la doctrina cristiana-, desde los inicios del siglo XVII, y Araure, de la mano de Fray Ildefonso de Zaragoza, contó con iglesia y cura en las postrimerías del mismo siglo.
El Papa Francisco nombró el lunes 22 de agosto de 2022, al Presbítero Gerardo Ernesto Salas Arjona, perteneciente al clero de la Arquidiócesis de Mérida y ahora es el tercero como Obispo de la Diócesis de Acarigua-Araure.
El Pbro. Gerardo Ernesto Salas Arjona nació el 20 de octubre de 1966 en Bailadores, Estado Mérida. Hizo sus estudios en la Escuela Básica Tulio Febres Cordero, en Bailadores y los estudios secundarios en el Seminario Menor San Buenaventura de la Arquidiócesis de Mérida. Ha realizado los estudios de Filosofía y de Teología en el Seminario Mayor de Mérida, y ha obtenido la Licenciatura en Liturgia en el Instituto Santa Justina, en Padua – Italia (1996-1998).
La diócesis de Acarigua-Araure es la primera que se creó en este siglo XXI, desprendida de la diócesis de Guanare que abarcaba todo el estado Portuguesa. Fue erigida por el Papa San Juan Pablo II el 27 de diciembre del 2002, y su obispo fundador fue Mons. José Joaquín Morón Hildalgo, quien la rigió hasta su muerte el 30 de octubre de 2013. El segundo obispo, Mons. Juan Carlos Bravo Salazar desde el 10 de agosto de 2015 hasta noviembre de 2021, organizó la diócesis dándole dinamismo al trabajo pastoral según las directrices del Papa Francisco.
A las 9:00 am inició la procesión desde la Iglesia San Miguel Arcángel hasta el Gimnasio Wilbaldo Zabaleta de la ciudad de Acarigua, siendo la primera vez que se realiza una ordenación episcopal en esta circunscripción eclesiástica.
Luego de la lectura del Evangelio fue leído por Mons. Ceffalia, el mandato apostólico del Papa Francisco, en el que el 22 de agosto de 2022, nombra al entonces presbítero Gerardo Salas, Obispo de la Diócesis de Acarigua-Araure.
Tras la lectura, el Cardenal Baltazar Porras dirigió su homilía a los presentes, reflexionando sobre el valor del ministerio episcopal: “Venimos ahora a imponer las manos, ungir su cabeza y pronunciar la oración consecratoria sobre nuestro hermano Gerardo Ernesto, llamado a la alta responsabilidad eclesial que le confía el Señor de redimir a los hombres, para que lleno del Espíritu Santo proclame el Evangelio a todos los pueblos, reunidos bajo un solo pastor, para santificarlos y conducirlos a la salvación”.
Expresó además que hay que estar atentos y vigilantes ante la exigencia del trabajo y la cosecha “esta diócesis llanera no parte de cero, tiene un recorrido en su pasado y en su reciente presente. Experiencias pastorales abundan tanto en la ciudad como en los numerosos asentamientos rurales que requieren de una particular atención. Vigilar y velar, dos virtudes que deben adornar al pastor. Vigilar es estar despierto, con diligencia, y perspicacia cuidando de la doctrina y las costumbres”.
“Es la alegría y gratitud del pueblo que hoy te acompaña, querido hermano Gerardo, en la senda de la sinodalidad que nos pide el Papa Francisco tomando en cuenta y animando los muchos carismas aquí presentes entre los bautizados” indicó el Cardenal Porras.
Afirmó además que el “episcopado es el nombre de un servicio, no de un honor, y es que el obispo es más responsable del servicio y la autoridad pastoral que del `poder, según el mandamiento del Maestro: “Quien sea el más grande entre ustedes que sea como el más pequeño. Y quien gobierna, que sea como el que sirve” (Lc.22, 26).
El Cardenal Porras evocó recuerdos del inicio de su episcopado en Mérida “formas parte del primer grupo de sacerdotes que ordené recién nombrado arzobispo de Mérida. Me toca ahora la gracia de volver a imponerte las manos que te harán sucesor de los apóstoles, sumando uno más a la corona de clérigos merideños que han sido llamados al ministerio episcopal”
Culminada la homilía, el nuevo obispo, de pie ante el Cardenal Porras realizó sus promesas, y una vez finalizadas, se postró en tierra, mientras que se entonaban las letanías. Prosiguió entonces la imposición de las manos al nuevo obispo, por parte del Cardenal Baltazar Porras como Obispo Ordenante principal, seguido por Mons. Jesús González de Zárate, Mons. Víctor Hugo Basabe, Mons. Juan de Dios Peña Rojas, Mons. Juan Carlos Bravo, y los demás arzobispos y obispos presentes.
A continuación, correspondió el momento de la imposición del Libro de los Evangelios, la plegaria de ordenación y la unción con el Santo Crisma. Posterior a ello, Mons. Salas Arjona recibió el Libro de los Evangelios y las insignias episcopales: el anillo, como signo de fidelidad a la Iglesia; la mitra, que representa el contacto experiencial con Dios en lo alto, en búsqueda de la santidad; y el báculo, como reflejo de la misión que asumen como pastor del pueblo de Dios.
Un corazón agradecido, un corazón lleno de alegría
Inspirado en las palabras del texto bíblico de Filemón, el nuevo Obispo de Acarigua-Araure expresó “la gran alegría y al mismo tiempo temblor ante el compromiso y la gran responsabilidad confiada, al verme iniciando el servicio de pastor en medio de esta Iglesia Particular, porque me acompañan los mismos sentimientos del salmista, por eso dentro de mí, mi corazón está lleno de alegría”.
Agradeció al Papa Francisco la confianza depositada al nombrarlo Obispo de Acarigua-Araure “que el Espíritu Santo siga guiando su misión de pastor universal de la Iglesia, y le conceda la abundante salud”
También el agradecimiento estuvo dirigido a los obispos venezolanos y a la gran familia del Secretariado Permanente del Episcopado Venezolano por la “amistad, cercanía, apoyo y confianza en la tarea en la que me he desempeñado a lo largo de estos seis años, como Subsecretario de la CEV”
De manera especial saludo a todos los fieles que peregrinan en esta circunscripción eclesiástica “saludo con afecto paternal a todos los cristianos que hacen vida en esta diócesis, a los fieles laicos en general, en especial a aquellos que están comprometidos con la misión de la Iglesia. Al Pbro. José Alberto Hortelano, por el servicio, entrega y cuidado de la diócesis durante todos estos meses, como administrador diocesano. A mí presbiterio diocesano, que desde hoy serán mis cooperadores en la tarea de pastorear y santificar esta porción del pueblo de Dios, que el Espíritu Santo nos haga eficaces, instrumentos en esta tarea”
Mons. Salas invitó todo el pueblo de Dios que peregrina en la Diócesis de Acarigua-Araure a “que juntos manifestemos nuestra realidad bautismal, en la unidad, comunión, corresponsabilidad y fraternidad.
Prensa CEV