Moviendo emociones

Por: Rosalba Castillo…

Tanto tiempo en aislamiento social y lejos del mundo real, ha producido en nuestro interior un verdadero e intenso movimiento emocional que nos ha llevado a experimentar diversas sensaciones. Hemos sido atrapados y dominados por toda una gama de sensaciones en diferentes momentos. Como un tsunami, la rabia, la tristeza, la desesperación, la soledad, la impotencia, la ira, la desesperanza, aparecen con frecuencia provocando diferentes situaciones complejas de manejar. Ha sido muy difícil encontrar una amenaza comparable a esta pandemia. Pareciera que se constituyó en el gran desafío de adaptación de la humanidad, ya que ha tocado todas las esferas   de la vida.

El tema de las emociones ha sido difícil de tratar en la concepción tradicional de los seres humanos. Siempre se le ha dado relevancia a la parte racional, siguiendo la interpretación de Descartes de hace más de 350 años. Sin embargo, Blaise Pascual, filósofo francés contemporáneo suyo, advirtió que el corazón tiene razones que la razón desconoce.  A pesar de esta advertencia, el cartesianismo, se convirtió en nuestra forma de comprender el fenómeno humano.

La emoción es un estado afectivo que experimentamos frente a una situación vivida. Y viene acompañada de experiencias vividas e infinitas posibilidades de cambio. Son como cristales a través de los cuales podemos ver la vida, que indican los estados internos de las personas incluso de los animales. Aquello que nos motiva, o desmotiva, alegra o entristece, que nos produce deseos. No   todos sentimos las emociones de la misma manera. Con los avances de la medicina, sabemos que en una parte de nuestro cerebro, donde se encuentra la amígdala cerebral, se producen esas sensaciones que nos hacen saltar.

Las emociones son vistas como un tipo de comunicación no verbal. Sabemos cuándo alguien esta alegre, por su sonrisa. Enojado o triste por su semblante descompuesto. No solo se refleja en su rostro, sino que incluye su expresión corporal, anímica y se trasladan a la convivencia familiar y laboral. Es muy difícil que no logremos ver el estado de las emociones de nuestra pareja, familiares, amigos y compañeros de trabajo o estudio, en ocasiones hasta con el tono de su voz. Además, se convierten en códigos de comportamiento. En la actualidad la emocionalidad ha sido vista como un elemento muy importante del ser. Recientemente acabamos de verlo en los juegos de Tokio del 2021.

Normalizar las emociones es la tendencia. Somos personas integrales, incapaces de separamos, a pesar de elementos culturales. Existen países donde esta fase emocional se controla mucho más, mientras que otros son pura emoción. Existen factores externos como el clima donde se afloran diferentes emociones. No es lo mismo un invierno que una primavera en Canadá o el calor y sol del mar Caribe.

Desde muy pequeños conocemos de emociones y navegamos por ellas. Cuando estamos en el vientre de la madre, nos son trasmitida, así que ya las conocemos. Los niños están alegres, tristes o incómodos y lo expresan sin ni siquiera hablar. El mundo emocional afortunadamente se nos ha abierto y podemos reconocernos en él. Hemos normalizados esta emocionalidad, ha sido como gerenciar nuestros estados de animo para un mayor bienestar y una convivencia agradable con los demás. Sentir emociones es normal, ya sean positivas o no. No existen emociones malas o buenas.  Solo se trata de reconocernos en ellas, aceptarlas y manejarlas. Una buena gerencia de ellas evitaría muchos conflictos a nivel mundial, familiar y personal. Insistamos en normalizar las emociones, aprender a convivir con ellas, conocer como nos afectan, cuando se producen y sobre todo como drenarlas o gestionarlas. Existen 27 tipos de emociones según los estudios científicos e inclusive las confundimos con estados de ánimos. Primero viene la emoción y luego esa condición. Por ello es de gran importancia, reconocer la emoción, aceptarla, asimilarla, colocarle limites, para que no se convierta en un estado constante y luego en un síntoma patológico.

Este viaje interno por nuestras emociones nos ayudará a ser mejores personas, más felices y tener relaciones más cálidas con nosotros y los demás. Por el contrario, el manejo inadecuado de nuestra emocionalidad puede llevarnos a enfrentar conflictos en nuestros espacios de convivencia. Es una labor para comenzar desde muy chicos, en casa, y en la escuela. Conversar sobre las emociones es saludable, de esta manera lo normalizamos y aprendemos no solo a conocernos en ellas sino a reconocer las de los demás y poder superarlas si es necesario.

Es necesario plantearnos desarrollar más emociones positivas cada día. De manera intencional acercarnos a esos espacios, que nos brindan más alegría y felicidad. Nuestra salud mejorara y seremos más activos intelectualmente, estaremos más en calma con nosotros y los otros. Seremos observadores diferentes de nuestro ser. En fin, debemos aprender mediante conversaciones, talleres, lecturas, películas o ayuda profesional a crecer emocionalmente.  Cuando nos hacemos cargo de nuestras emociones sentimos paz. Estamos habitados por emociones como parte de experiencias pasadas. Hagamos que las emociones dependan de nosotros y nunca del entorno.

Nuestra emocionalidad es la certeza de estar vivos.

rosaltillo@yahoo.com

20-11-2021