Perspectivas económicas para Venezuela en el 2025 (Parte II)

En la entrega de la semana pasada se presentaron argumentos que sostienen los augurios para Venezuela en el año 2025 de una desaceleración de la producción petrolera y de una ralentización de la actividad económica en un entorno de mayor voracidad fiscal. En esta última entrega del año, se reflexiona acerca de otros dos rasgos que caracterizarán la dinámica de la economía venezolana en el venidero año; son estos: la volatilidad en el tipo de cambio y los precios, junto a la pérdida de poder adquisitivo y devaluación.

En materia de comportamiento del tipo de cambio e incrementos de precio, los hechos que ocurren a finales del año en curso no son muy distintos a lo que se había avizorado al final del año 2023. Ante una mayor disponibilidad de divisas por parte del BCV, como consecuencia de mayores exportaciones petroleras, se esperaba que para 2024 la autoridad monetaria continuara con la política de depreciaciones diarias de la tasa de cambio, buscando así suavizar su deslizamiento y con ello reducir las expectativas inflacionarias de los agentes económicos. Con esta premisa de fondo, se esperaba que el tipo de cambio se ubicara a finales del 2024 alrededor de los 55 bolívares por dólar.

Pues eso fue lo que ocurrió. Pero hubo diferencia entre la forma en que se pensaba que iba a ocurrir y como ocurrió. Se pensaba que sería un proceso suave de deslizamiento mediante depreciaciones diarias de pequeña magnitud. No obstante, el BCV y el Ejecutivo Nacional, ante un ejercicio electoral presidencial en puerta a mediados de año, decidieron hacer lo necesario para que el tipo de cambio tanto en el mercado oficial como en el paralelo se mantuviera casi estable. Con base en los registros del tipo de cambio en el mercado oficial que publica el BCV, el precio del dólar expresado en bolívares a lo largo de los tres primeros trimestres del presente año creció a una tasa media mensual de 0,3%. Mientras que las diferentes páginas que hacen referencia al precio del dólar en el mercado paralelo dieron cuenta de un crecimiento mensual promedio de 1,3% para el mismo período.

Pero como era de esperarse, pasado el evento electoral, y ante el conflicto generado por el resultado del mismo y la forma cono dicho conflicto se ha venido abordando, y las posibles repercusiones en cuanto a acciones de la comunidad internacional ante el cuestionado triunfo del gobierno actual; las presiones sobre el mercado cambiario se hicieron incontrolables., y están llevando el precio de la divisa a donde se había predicho.

Lo malo de haber hecho el ajuste de la manera como se hizo, es que se dejo gestar e incluso tomar fuerza en la mente de los agentes económicos, una expectativa de estabilidad cambiaria que solo era de naturaleza nominal, y que pocos advirtieron que era insostenible. El ajuste que debió haber sido suave a lo largo de todo el año ahora es un ajuste brusco que se hace necesario ejecutar en tan solo un trimestre, y que da cuenta de un tipo de cambio que ha crecido cerca de un 30% en los últimos tres meses.

Este ajuste brusco trae consigo expectativas devaluacionistas más elevadas de lo necesario. Y como era de esperarse, se traduce en un alza de las expectativas inflacionarias. A partir de octubre se retomaron tasas de inflación de más de dos dígitos, las cuales no se observaban desde comienzos del año 2023. Un posible escenario, ya muy probable, es que la inflación del año 2024 termine alrededor del 67%.

Con un escenario donde se prevé que la economía venezolana crezca entre un 2 o 3%, con un sector petrolero de reducido tamaño, con un sector no petrolero que aún produce a un ritmo que no supera el 45% de su capacidad instalada, donde las importaciones de una gran variedad de bienes y servicios continúan siendo una parte importante de la oferta agregada, las cuales siguen siendo incentivadas por un tipo de cambio real apreciado: se espera que el tipo de cambio se ubique para el cierre del año 2025 alrededor de 92 bolívares por dólar.

Si el proceso de ajuste en el mercado cambiario se presenta de manera suave, la inflación a finales del 2025 se ubicaría muy cercana al 50%. Si se suma a tal previsión el hecho de que los ingresos de los trabajadores tanto en el sector público como en el sector privado no aumenten más allá de un 30%. El poder de compra de los venezolanos seguirá en franco deterioro.

Entonces, en un escenario de enorme incertidumbre política, la economía venezolana se vislumbra con bajo crecimiento, sometida a una elevada voracidad fiscal, con inflación galopante persistente y, con agentes económicos en promedio con un poder de compra menor. Todo ello como consecuencia de un ejercicio de política económica que busca mantener el poder antes que elevar el bienestar de la gente.

Albio Márquez

Economista-Director del IIES-ULA

15-12-2024