Por la calle real: La crisis del agua de la ciudad de Mérida

Fortunato González

Por:Fortunato González Cruz…

Parece un contrasentido que una ciudad rodeada de ríos caudalosos con nacientes cercanas en sus selvas nubladas tenga problemas de agua. Varios expertos de la Universidad de Los Andes, del Ministerio que tiene la competencia en materia ambiental y del Instituto Nacional de Parques han estudiado en profundidad y con gran profesionalismo este asunto. Algunos de estos especialistas expusieron la grave situación en La Tertulia de los Martes y de allí tomo algunas de mis conclusiones.

Las fuentes que alimentan el acueducto de Mérida son el río Mucujún y la quebrada La Cuesta, cuyas aguas son captadas y conducidas a la planta de tratamiento “Enrique Bourgoin” de El Vallecito, para servir a más de 200.000 habitantes. El río Albarregas nutre a la planta “Dr. Eduardo Jáuregui” de La Hoyada de Milla que satisface la demanda de unos 45.000 habitantes.

La causa del mal está en la actividad humana sin control, especialmente la residencial y la agrícola que se desarrolla en la cuenca del río Mucujún y la reciente afectación de la quebrada La Cuesta. La actividad humana puede ser compatible con el uso de las aguas de esa hermosa cuenca si se somete a las restricciones establecidas en el Reglamento de Uso. ¿Cuáles son los males mayores que causan la disminución de la cantidad y de la calidad del agua que llega a la planta de tratamiento de El Vallecito? Tres: El incumplimiento de las normas que imponen restricciones en el tamaño de la parcela y de la vivienda en el uso residencial y en el turístico, y el uso de pesticidas en los cultivos. Los tres consumen agua y los tres contaminan.

La contaminación por excretas se debe a que no se construyeron los pozos sépticos ni las plantas de tratamiento necesarios. Especialmente contaminantes son las aguas servidas  de algunos asentamientos desde El Playón hasta Monterrey, así como la invasión que se produjo muy cerca de la planta de El Vallecito. La contaminación por pesticidas debe haber disminuido mucho porque ya no existen en el mercado.

La responsabilidad por la violación del Reglamento de Uso es compartida por varios sectores: Los residentes que no las han cumplido, puesto que muchos si lo han hecho; INPARQUES, con personal profesional sin recursos ni vehículos; el ministerio con competencia en materia ambiental pero excesivamente centralizado, altamente politizado y también sin recursos; el gobierno con su misión vivienda y otras que han impuesto la anarquía sembrando casas sin respetar las normas del Reglamento, y la Guardia Nacional que por no tener recursos y por malas mañas han convertido su alcabala en un peaje por donde pasan todos los materiales de construcción legal e ilegalmente, se talan los bosques o se construye a la orilla del rio y “no se dan cuenta”. En este asunto el ministerio de agricultura ha pintado poco, pero cuenta con buenos profesionales que conocen su ciencia y a la gente. Menos la Alcaldía de Mérida, inexistente en esos predios. Tampoco ha actuado “Aguas de Mérida” salvo en su momento para proteger a los invasores.

La mayoría de los habitantes de El Valle desde La Vuelta de Lola hasta La Culata están dispuestos a cumplir las normas pero sin privilegios ni para propios ni para extraños, con programas de asistencia técnica y financiera que les apoye para resolver adecuadamente su situación particular y comunintaria. Se ha propuesto un nuevo reglamento y está bien, pero será letra muerta si no se obra con transparencia, sin privilegios,  con capacidad técnica que haga de la extensión el método fundamental, e imponga su autoridad.