Ramón J. Velásquez

Por: Ramsés uribe…

Biografía movida. Nació en el Estado Táchira en 1916 y falleció en Caracas en 2014. Andar a caballo y repleto de libros para aprovechar la lectura en el camino rumbo a la gran Caracas a donde llegó Don Ramón a estudiar, no es cualquier paseo campestre. Es una bella y dramática estampa del pasado siglo de la patria caribeña mayormente rural y que recién estaba entrando y estrenando luego obras de gran calado gracias a la autopista del progreso con el oro petrolero. En su  lugar ahora se cargan sacos y lingotes de oro y/o dólares ajenos en aviones u otros vehículos  a otros países, como lastimosamente se estila ahora. Andan en Ferraris y Lamborghinis soñados con los maletines full de dólares y fraudes solapados; no llevan siquiera un librito de comics o cuentos del Tío Tigre y el Tío Conejo. Ortega y Gasset escribió un artículo donde denuncia: lo que más hace falta hoy es saber qué hacer ante las circunstancias. No era el caso de Velásquez quien sí sabía que hacer como persona y hacia donde era el target (destinatario) de la existencia política nacional.  Las cualidades o valores de un caballero como Ramón Velásquez eran las que hacen falta hoy día: seriedad, honestidad, sinceridad, afán de aprender y de ser útil, muy trabajador, grandes dotes para el diálogo y la conciliación de conflictos, constancia en las faenas cotidianas y valentía en los momentos extraordinarios del país. La Universidad Metropolitana este año hizo justicia convocando al Premio Ramón J. Velásquez, para estimular su vida y fecunda obra histórica y política. En las primeras décadas del siglo xx el esfuerzo de los chamos para estudiar era formidable. Esa primera etapa gomecista era de total oscurantismo e ignorancia con la palabra absoluta y déspota por delante que impedía las voces críticas; como el tristemente conocido “chito”… Claro, estaba prohibido disentir del régimen de Juan Vicente Gómez, aunque ya en esa época Velásquez Mujica, quien era muy joven se enfrentó al poder. Luego en la dictadora perejimenista, Velásquez eleva su voz de protesta y sufre años de cárcel. Fue una situación penosa muy parecida a nuestra época posmoderna venezolana del siglo XXI de pobreza extrema, destrucción de la idiosincrasia y los valores nacionales, del ámbito familiar, la infraestructura industrial, los servicios públicos y pare de contar; asimismo la presencia de una emergencia humanitaria compleja a pesar de la certificación de fabulosas riquezas petrolíferas, gemas preciosas y recursos forestales, cultura maravillosa, geografía caribeña envidiable, entre otras bendiciones celestiales.

Legado  histórico. Escribió la nada despreciable producción de más de 40 libros. Se dice que como director del Archivo nacional ayudó a divulgar y promover de manera encomiable la historia nacional, no únicamente por su experticia profesional como historiador con la que escribió notables obras, sino al facilitar el acceso a las fuentes primarias, de primera mano para cualquier persona que quisiera enterarse de los detalles del correr de la historia venezolana en el siglo XIX y XX, en la biblioteca que antes era reservada para las élites de historiadores, docentes y personalidades.

Presidente interino. Los docentes interinos y demás funcionarios públicos sufren mucho porque no saben cuándo obtendrán el otrora dichoso y ambicionado cargo fijo. Dependen de los vaivenes de la burocrática política gubernamental. Le recargan de trabajo y a cambio devengan una paga ínfima respecto a los sueldos y salarios de los funcionarios con cargo ordinario. Si eso fuera poco, son despreciados e infravalorados por las autoridades institucionales y hasta por el resto de la sociedad. Es percibido como el que aún no trabaja de verdad, verdad. En el sector universitario sucede algo bastante similar. El docente universitario contratado también es maltratado.  Nadie quiere ser interino. Pocos abrazan el lugar de la suplencia laboral, mucho menos sustituir una figura pública importante con todo lo que eso implica. Es un fardo muy fuerte de soportar con muchos riesgos y peligros a cuestas. Se requiere un gran espíritu de mártir laboral o político que aguanta de todo. O alcanza la gloria imperecedera, el rechazo irracional o el olvido popular. La gente ve con malos ojos al recién llegado, al suplente del cargo. Dado que no es titular, ordinario o fijo burócrata genera toda clase de suspicacias malsanas. ¿Cómo llegó ahí? ¿Quién lo puso en ese puesto? ¿Qué intenciones ocultas tiene el interino?  Por fortuna, en alguna película de comics sobre superhéroes adolescentes, no se habla de asistentes o suplentes sino de héroes de apoyo. Ese epíteto es más agradable y justo. Sin embargo, en el caso del doctor Velásquez es indudable que la suplencia política que le tocó por aquella fuerza del destino divino fue acertada. Es nada menos que el suplente para soportar la crisis democrática de ese entonces. Fue el interino o suplente mayor de la historia venezolana durante el año 1993 en ocasión a la destitución del presidente Carlos Andrés Pérez. Su selección fue bien pensada, no fue puesto a dedo con malas intenciones. Se trataba de salvar el país de la acefalía presidencial. Y quien mejor que el gran conciliador y hombre inteligente de historia: Ramón José Velásquez. No hablemos del interinato presidencia de estos días… 

La historia es una ciencia que luce poco atractiva para un sector estudiantil y para muchos paisanos en general. De pronto su inmenso y paquidérmico peso de los hechos pasados tan pesados no es que han sido olvidados casi por completo, sino que algunos pretenden torcer la verdad de la actuación heroica de la gesta de nuestros antepasados hasta banalizarlos groseramente acomodándolos a ideologías decadentes y destructivas. Ya no hay vacas sagradas, no importa el sacrificio de los próceres criollos por la libertad e independencia de Venezuela. Sólo importa mantenerse en el poder a como dé lugar sin importar el lugar sin importar un carrizo el pasado anticuado. Si olvidamos la historia se pueden seguir cometiendo errores como en el presente y se multiplicarán mil veces en el futuro. Tampoco se trata de hacer beatería mojigata con el ayer sino de echar la mirada atrás con cabeza fría para apoyarse y tomar lo útil que pueda valorarse para asirse hoy y afrontar mejor el porvenir. Velásquez Mujica es un ejemplo del autor protagonista y testigo excepcional que fue en la historia reciente. Ese es un posible valor de la historia de un pueblo o país orgulloso y luchador como el nuestro, no meramente para recrearse con sus lecturas o tergiversar su entereza o quedarse de brazos cruzados frente a la destrucción de un bello país.

 Profesor de la ULA                       

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25-4-2023