Por: Rosalba Castillo…
El aprendizaje es el ejercicio que desarrollamos desde el primer momento de nuestra vida. Pasamos nuestros días en actos conscientes o inconscientes donde esperamos aprender. Pensamos en ocasiones que después de la muerte tal vez lo logremos. Olvidamos que es, en esta vida, donde debemos realizarlo. En ese proceso de adquisición de conocimientos, habilidades, valores y actitudes, posibilitado mediante el estudio, la enseñanza o la experiencia, que acompaña a las personas a lo largo de la vida, se busca un cambio relativamente permanente de la conducta. Todo ello tiene lugar como resultado de la práctica, que es inherente al ciclo del conocimiento. Desde respirar, alimentarnos, caminar, amar, jugar, soñar, leer, escribir, estudiar, trabajar, competir, responsabilizarnos, huir, discutir, culpabilizarnos hasta morir, con todo ello aprendemos. Tarde o temprano tendremos que introducir el programa del desaprender. Son mucho más importantes aquellas cosas que desaprendemos que las que aprendimos y no cambiamos.
Llegamos a creer que podemos hacer las cosas siempre de igual manera y que no existen otras formas de hacer lo mismo. Creemos en nuestra verdad y cada persona tiene la suya. Nada es más enriquecedor que ese gran y mágico descubrimiento. Lo cierto es que, si exploramos las posibilidades, existen muchas otras formas para re–crear o transformar la forma como hacemos las cosas. No pretendamos resultados diferentes haciéndolo siempre de igual manera. La sociedad en general nos establece parámetros para sobrevivir, desdibujando la esencia de cada ser.
En época de pandemia hemos descubierto la necesidad de reaprender a vivir. La salud andaba en detrimento, la educación se desvaneció, la economía se desmoronó, y las personas descubrimos cuan vulnerables somos y cuánto nos necesitamos unos a otros. Reaprender desde el corazón se convirtió en nuestra titánica tarea. Reconocimos que lo hecho, no produjo el resultado esperado. Necesitábamos ser diferente, dar otra mirada, cambiar las creencias, eliminar los estereotipos aprendidos Esto es lo que se ha denominado desaprender”, que no es más que liberar la mente de ideas o conceptos inculcados desde pequeños, tanto por la familia como por el entorno social y educativo, que muchas veces son la razón de que no se despegue hacia esa vida llena de logros que tanto se anhela.
El proceso del desaprender se inicia con la conciencia de la necesidad del cambio, aunado a la disciplina para establecer las estrategias que nos conducirán a la meta requerida, reconociendo las conductas y hábitos que nos impiden ser plenos. En ocasiones se hace necesario la búsqueda de un profesional o del apoyo de alguien del entorno cercano que, desde el amor, nos indiquen los puntos álgidos de nuestro comportamiento. En otras ocasiones nosotros solos, podemos llegar a la reflexión y al deseo de la transformación de ciertos hábitos. Cambiar de creencias es difícil, sobre todo cuando éstas se conciben cómo las únicas que existen. Sin embargo, en la mayoría de los casos no solo es necesario y útil cambiar, ya que al ensayar nuevas formas de aprender, se alcanzan nuevos logros. E
Reaprender es una tendencia para actualizarse cambiando los esquemas. Es volver a experimentar mediante un proceso de conciencia voluntario, utilizando nuevos patrones para resignificar y recodificar experiencias. En fin, reaprender es desestimar y eliminar responsablemente lo que ya no sirve, para aprender algo de forma distinta a lo que durante años hemos realizado. Reaprender implica un esfuerzo personal, además del coraje para innovar como resultado de nuestra reflexión.
Rosalba Castillo
28 05 2022