Reencuentro en tiempo de virus

Por: Ramsés Uribe… 

Gobierno y oposición se ponen de acuerdo contra el virus. Si, parece mentira, toda una sorpresa imprevista. Es la demostración palpable de la conocida frase, en la unión está la fuerza. Si hay debilidad se pide ayuda a quien pueda apoyar, no se busca sólo a los aliados. Esto hace resurgir alguna esperanza para el pueblo venezolano para mejorar la situación de salud, especialmente con el azote y acecho del covid-19. Es increíble que hubo que esperar a que la pandemia avanzara para actuar. Esto demuestra claramente el desinterés, la falta de solidaridad, apatía al clamor popular y la tozudez política e ideológica por resolver los serios problemas que embargan al todavía hermoso país caribeño.

Teoría de la reconciliación. Cuando existe una enemistad declarada y abierta, más vale llegar a un acuerdo favorable para ambas partes. De no hacerlo la conflictividad agrava la relación hasta que se torna insoportable, insufrible, imposible, tal como está la situación país actualmente. Hacer las paces con tolerancia, es la mejor resolución. En tiempos conflictivos los adversarios deben darse las manos por diversos motivos. Puede ser para mantener la paz o incrementar fuerzas. Veinte años de pugna en Venezuela es más que suficiente tiempo perdido. Es demasiado esfuerzo y país dilapidado por necedad política. Un gobierno dogmático y solitario con escasa popularidad por sus desatinos y errores garrafales es un fracaso que es extensivo a la vida de toda una nación causando su ruina material y espiritual.

Para llegar al encuentro con el contrario político hay que dialogar como todos saben, aunque con garantías. Pero cuando esto no funciona por las tácticas vergonzosas del gobierno repletas de excusas, dilaciones, mentiras y madrugonazos, se pierde mucho tiempo sin resultados tangibles. En realidad para conciliar es menester hacer un gran esfuerzo psicológico que implica tremenda voluntad y motivación; además de desenvolverse con empatía y una acción política y social coherente que reduzca las diferencias de ambas facciones encontradas.

A propósito de esto, su Eminencia, el Cardenal Baltazar Porras Cardozo, gran líder eclesiástico y luchador infatigable por la democracia, libertad y justicia de nuestro país, afirmó en el diario el Nacional en 2016, al preguntarle sobre los   políticos, ¿ Cuál debe poner la otra mejilla?, respondió: “Los dos, pero para darse un abrazo de hermanos”. Ver al otro con empatía buscando intereses comunes es lo ideal; identificarse con el contendiente para sumar y ganarlo todo.

En este orden de ideas, Gadamer, pensador alemán, considera que “la vida del espíritu consiste más bien en reconocerse a sí mismo en el ser del otro”. El espíritu orientado hacia el conocimiento de sí mismo se ve enfrentado a lo “positivo” que se le aparece como extraño y tiene que aprender a reconciliarse con ello reconociéndolo como propio y familiar…”

Los miembros del gobierno y la oposición deben mirarse en un espejo brillante: el de la conciencia. Sobre todo la gente que ostenta el poder y no quiere mirar para los lados, excepto al frente y a la izquierda, a donde le permite la brújula ideológica socialista desconociendo la gravedad de la situación del país. Es extraño y preocupante asistir expectantes a la escena nacional donde opera la división de Maquiavelo en personas iguales por una cultura común para todos: la venezolanidad. Por eso es importante ese paso de unidad política para obtener ayuda humanitaria internacional.

Fraternidad con sentido universal. En el amor a la humanidad, o si se quiere contextualizar, al vecino tan cercano, la región envolvente, es prioritario retomar el sentido de la fraternidad tan olvidada al último rincón de la existencia. En la Biblia se lee en Romanos 12:10, “Amaos los unos a los otros con amor fraternal”. Esa convivencia maravillosa al darse con espontaneidad se plasma efectivamente con la búsqueda o percepción de la plenitud de las cosas y de la gente. Los filósofos tan acuciosos, así como los estudiosos teólogos y por supuesto, los sabios maestros junto con los preciosos abuelos, entre otros, han dicho siempre con insistente actitud aleccionadora que hay que buscarle sentido a la vida.

Precisamente en estos tiempos de pandemia, una de las tareas forzadas es reflexionar sobre el sentido de la vida como algo supremamente valioso. ¿Quién podría objetar a estas alturas esta afirmación? Sin duda, las terribles situaciones extremas de calamidad obligan a voltear la cara hacia lo urgente y necesario. Es el giro existencial en la dirección correcta de la humanidad: la fraternidad.

Sin embargo, al parecer todavía hay gente que continúan en sus despropósitos malsanos, con ideologías retrógradas de socialismo trasnochado y más que caduco. Un buen ejemplo en esta situación asistencial es seguir haciendo las cosas como se han hecho estos últimos años a pesar de sus pésimos resultados: enviar las muestras del virus al centro del país en lugar de procesarlas en laboratorios locales como de la ULA, es algo absurdo, poco sensato.

La unión sincera gobierno y universidad, es decir, instituciones y gobernantes al unísono podrían resolver tantas dificultades. Luego de veinte años de destrucción salvaje en el país ya era hora de buscar la reconciliación en pro de la lucha contra la crisis humanitaria de la salud. Ahora corresponde dar los siguientes pasos de reencuentro en todos los ámbitos de la vida pública nacional hasta conseguir una auténtica democracia con justicia social y libertad para el bienestar de la ciudadanía venezolana, si Dios lo permite.

Ramsés Uribe, profesor ULA, Nuvm.

Correo: ramaseum@yahoo.com

Twitter: @ramthalneo