Resistencia electoral única opción

Por Germán Rodríguez Bustamante…

La resistencia civil es una forma de acción política, consistente en la ejecución de estrategias que no significan violencia contra el contrario, sino que se orientan a seducir a la opinión pública, para que voluntariamente decida no seguir depositando su obediencia y cooperación a una coalición o grupo, que controla el poder. En definitiva, es la negativa de los ciudadanos a aceptar las condiciones de vida que son impuestas bajo el engaño, la coerción y la fuerza. En el marco del conflicto político presente en Venezuela, la noción de resistencia conlleva al ejercicio de una acción de oposición, es decir, a negarse o no ceder ante las abusos y barbaridades cometidas por Maduro y su combo.

La idea de no violencia introducida originalmente por Gandhi, se refiere a aquella forma de acción social que supone una negación del impulso a comportarse con violencia, a pesar, que las situaciones puedan justificar su uso. Las condiciones impuestas por el régimen venezolano a su población, es una violencia simbólica, imponen significaciones y las hacen parecer como legítimas, violentando todo el andamiaje legal. Las personas quedan aisladas fuera del marco institucional, sin poder recurrir a ninguna instancia, para solicitar el respeto de sus derechos fundamentales. Lo ocurrido hasta el momento con la convocatoria de las elecciones presidenciales, es una evidencia de la violencia ejercida desde el poder para doblegar el ánimo de los ciudadanos y lo único que les queda es resistir. La disposición de participación electoral es una manifestación que crece, en la medida que desde el poder se cometen todo tipo de tropelías, injusticias y excesos.

Los venezolanos no pueden aceptar la relación subordinada de poder y obediencia. Maduro y su banda pretenden que los ciudadanos obedezcan a sus órdenes, sin mostrar la mínima oposición, el proceso electoral montado busca legitimar a un régimen que ejerce la violencia sobre unos ciudadanos desarmados, desnutridos y enfermos. Para ello hacen del evento un campo minado lleno de todo tipo de obstáculos, trampas y desafíos. Los expuestos hasta hoy son una pequeña recreación de su arsenal. Sin embargo, la resistencia a las condiciones impuestas desnuda a un régimen que se agarra de la brocha, para evitar caer en el desprestigio internacional y el deslave interno.

En palabras de Arendt, La rebelión popular contra gobernantes materialmente fuertes puede engendrar un poder casi irresistible, incluso si renuncia al uso de la violencia frente a fuerzas muy superiores en medios materiales. Llamar a esto resistencia pasiva es una idea irónica, ya que se trata de una de las más activas y eficaces formas de acción que se hayan proyectado, debido a que no se le puede hacer frente con la lucha, de la que resulta la derrota o la victoria, sino únicamente con la matanza masiva en la que incluso el vencedor sale derrotado, ya que nadie puede gobernar sobre muertos. Para los venezolanos en este contexto la rebelión popular es la resistencia electoral, el régimen tiene todo el poder para controlar el proceso electoral, excepto el voto. En otras palabras, mantener la ruta y obligarlos a cometer la mayor cantidad de abusos, atropellos e ilegalidades que su triunfo en un supuesto negado, sea el producto de la mayor cantidad de atrocidades cometidas, un triunfo en esas condiciones tendrá muy poca respetabilidad, reconocimiento y gobernabilidad.  

La resistencia electoral, corresponder a un accionar orientado a una transformación institucional de fondo y de conjunto, es decir, insertándose en un proyecto que permita el cambio que todos los venezolanos esperan. Y el voto es el único medio para poder abordar tal evolución. En Venezuela en estos desdichados años de revolución, los ciudadanos han explorado todo tipo de resistencia política y social, desde paros, huelgas, marchas y protestas. Lamentablemente todas han fallado, la resistencia la hicieron quienes tienen el poder, con supuestos diálogos, acuerdos, compromisos y represión institucional. Dejando a los ciudadanos agotados de tanto marchar y reclamar, por ello el salario tiene años sin ajustarse, servicios públicos en el suelo y condiciones de vida de miseria y hambre. Es muy poco, por no decir que nada, lo que pueda mostrar este nefasto gobierno como éxito de su gestión, obviamente en corrupción y delitos de lesa humanidad son unos sobresalientes personajes.

En tiempos de semana santa, los venezolanos deben resistir como nuestro señor Jesús lo hizo, en su viacrucis y crucifixión. La resistencia a pesar de las condiciones electorales injustas, poco competitivas y tramposas montadas, siempre existe una luz al final del túnel. Pude parecer un callejón sin salida, sin embargo, es lo que intenta vender la narrativa del régimen, con tarifados, medios y mensajes masivos vía digital, que inundan las redes sociales que producen una profunda infoxicación. Una información distorsionada y manipulada que es difundida en cascada por las redes sociales, sin verificar anticipadamente el origen y la veracidad de lo difundido.

La próxima marcha, huelga y protesta debe ser el 28 de julio, con una participación masiva en las urnas electorales y expresar el repudio a este régimen con el único mecanismo que controlan los ciudadanos, que es el voto. El agua está muy turbia en este momento, llegara el momento de la claridad y el decantar de las preferencias, las posibilidades de triunfo son inmensas. El régimen lo sabe por ello recurre a todo su batería de maldad, la resistencia electoral es el camino y la ruta para recupera el hilo democrático, de lo contario este régimen se convertirá en un modelo hegemónico, con una nula competencia.                              

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