Por: Angélica Villamizar…
Millones de personas en todo el mundo siguen padeciendo hambre a pesar de los avances tecnológicos y económicos de muchos países. Las estadísticas más recientes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indican que en 2020, entre 720 y 811 millones de personas no tuvieron acceso a una alimentación suficiente.
Muchos factores contribuyen a esta situación, incluyendo desigualdades económicas, problemas ambientales, conflictos armados y corrupción. Aunque se han hecho esfuerzos internacionales para ayudar en la resolución de este asunto, aún queda mucho por hacer.
En Venezuela la situación del hambre se ha agravado los últimos años debido a la crisis humanitaria en el país. Según las organizaciones de ayuda humanitaria, en Venezuela hay más de 6 millones de personas que no tienen acceso a la alimentación adecuada. Esto se debe a la disminución de la valoración del bolívar, la disminución de la producción agrícola y la situación de pobreza generalizada. Para escapar de esta situación millones de venezolanos se han visto obligados a abandonar el país en busca de oportunidades que mejoren su calidad de vida.
Así, la principal causa de la migración masiva del país es la inseguridad alimentaria, la malnutrición y el deterioro de los medios de subsistencia. La movilidad forzada de las personas en edad de trabajar deja atrás a los niños, lo que aumenta la carga financiera y alimentaria de los abuelos y las familias.
La consecuencia del hambre es desastrosa, las mujeres y los niños han sido los más afectados. El hambre afecta la salud y el desarrollo del cerebro, lo que causa anemia, baja actividad intelectual y problemas de aprendizaje. La desnutrición y otros problemas de salud son más comunes entre las mujeres embarazadas y los niños pequeños.
Una manera que tiene el Estado venezolano para “garantizar” la alimentación de los venezolanos es el programa CLAP (Comité de Abastecimiento y Producción Local), que consiste en la venta de una bolsa que contiene por lo menos 11 productos entre ellos, arroz, harina, pasta, sardina, granos, azúcar y chicha.
En efecto, el CLAP fue creado en 2016 para abordar la escasez de alimentos en la cadena de suministros formal que existía para ese momento, pero que se convirtió en el programa estratégico de distribución de alimentos después de ser concebido inicialmente como una medida provisional.
El origen de este programa fue beneficiar a comunidades más vulnerables o las que se clasificaban dentro de los más pobres, sin embargo, vemos que actualmente cubre a casi toda la población, por lo menos, lo que se observa en el estado Mérida. En efecto, este programa no aborda las causas fundamentales del hambre y la malnutrición en Venezuela, sino que se enfrenta al clientelismo político.
El gobierno informa que al menos una vez al mes, 7,5 millones de familias en Venezuela reciben una bolsa CLAP con productos alimentarios. Sin embargo, en las comunidades del municipio Libertador de Mérida estos alimentos son vendidos por lo menos cada tres meses. La falta de coherencia en la entrega, la escasez de suministro en áreas remotas y la falta de valor nutricional y calidad son algunas irregularidades que presenta este programa.
Las familias en Venezuela se ven forzadas a recurrir a mecanismos perjudiciales para enfrentar la inseguridad alimentaria, como disminuir el tamaño de las porciones, saltarse las comidas y adquirir alimentos menos saludables, debido a lo bajo de sus ingresos o porque los alimentos no llegan a sus comunidades, las personas en todo el país tienen dificultades para acceder a suficientes alimentos buenos y saludables.
En el país es necesaria una acción coordinada y urgente en respuesta al problema del hambre y el Estado tiene la obligación de garantizar el derecho a la alimentación de todas las personas, es necesario un compromiso político y social, y un alto a la corrupción que es el peor mal que está haciendo daño a los venezolanos.
Correo: amvs286@gmail.com
04-04-2024 (120)
