Son ya parte del pasado los tiempos en los que los tovareños se afanaban por comprar con antelación los insumos para la elaboración de los siete (07) potajes. Las restricciones de movilidad y los elevados precios en los establecimientos comerciales imponen una austeridad que se hace cada vez más atroz.
Se repiten con frecuencia imágenes de personas a las afueras de las carnicerías esperando por la buena voluntad de los dueños que en el mejor de los casos se apiadan y regalan algún hueso de los que la clientela no busca.
El tradicional pescado “salado” o “rayado pinta pinta” sólo es accesible para quienes poseen dólares americanos o pesos colombianos. Los precios varían desde los 3.5 $ hasta los 10 $ el kilo. Es decir sólo un porcentaje ínfimo de la población podrá colocar ese plato en la mesa.
La avenida Cristóbal Mendoza, principal arteria comercial de la ciudad de Tovar mostraba hoy lunes santo un regular movimiento con personas intentando reponer algunos artículos básicos de la despensa, arroz, pasta, harina y huevos. Paradójicamente siguen proliferando comercios donde se expenden artículos importados, colombianos y americanos donde la realidad sin duda alguna parece otra.
Las radios y televisoras locales suplen por segundo año consecutivo la presencia de feligreses en los templos motivado a la espeluznante ola de contagios de covid-19 que azota de nuevo a Venezuela. Algún sacerdote se anima a recorrer en un camión las principales calles de la ciudad para repartir bendiciones. Luis Alberto Morales.
29-03-2021