En una entrega anterior se habló sobre la primera parte abordada en el evento de la Red de Acción Social de la Iglesia (RASI) Capitulo de Mérida, el encuentro “Miradas Sobre el Acontecer Nacional y Regional” realizado el pasado 25 de abril de 2024, se hizo una aproximación sobre el tema económico nacional, desde la perspectiva de un hombre de fe y como estudioso de la economía.
En esta oportunidad se tratará de responder ¿qué se puede hacer como cristiano en la Venezuela de hoy? Venezuela no es un país aislado del mundo actual, el cual se encuentra en una competencia por el reordenamiento geopolítico y geoeconómico, y el país está en medio de dicho proceso. En un país que se vive en una situación social y económica compleja. La pregunta es ¿qué puede hacer un ciudadano con valores cristianos en esa realidad de hoy? La propuesta es simple y es compleja el pluralismo.
El YO frente esta realidad requiere una propuesta cultural y de acción. Ser cristiano no se reduce a lo espiritual y a lo privado, sino al desarrollo de una vida activa en lo social. Esa vida activa pasa por todas las esferas de la vida humana y como tal responde a todas las dimensiones del ser social. Por eso debe se intentar, introducirse en la realidad total.
El compromiso sociopolítico de los cristianos no puede reducirse a transformar las estructuras, sino que conlleva crear una propuesta cultural. Esta propuesta cultural parte por vivir intensamente la realidad. Estas pueden ser duras, pero no neutras. Un cristiano no puede ser indiferente a su vida personal y social. Estas circunstancias conmueven el corazón que es el centro de la razón afectiva. Las circunstancias no pueden hacer que se pierda el gusto por la vida y por el propio yo. El perder el gusto por la vida, es perder la diversidad, la diferencia que nos hace únicos como criaturas, como personas, como hijos.
Hacernos seres de pensamientos únicos, de una sola forma de vestir y de vestir de un solo color, es negar nuestra humanidad. La uniformidad es el signo, el símbolo de la pérdida de la individualidad, de la personalidad, de la diferencia que nos hace únicos. La vida democrática se desarrolla en un mundo de pluralidad.
Esta defensa y promoción del pluralismo tiene que ser en todos los ámbitos y aquí se pueden señalar los siguientes.
- Pluralismo de las ideas, creencias y visiones que permitan la libre búsqueda de la verdad y de Dios, de una sociedad educativa versus un estado docente, de la libertad de comunicar libremente la opinión propia y ajena a otros.
- Pluralismos social o de las formas de asociación gremial, sindical, estudiantil, amas de casa, deportistas, grupo de consumidores y social en general que permita crear un rico tejido de la sociedad, de la organización popular en defensa de la propiedad, de la libertad de trabajo, de la libertad sindical; en síntesis; por el mejoramiento de las condiciones concretas de vida.
- Pluralismo económico en las formas de propiedad y de gestión que permita construir una sociedad de emprendedores y propietarios y no una sociedad de esclavos o serviles, dependiente de un trabajo improductivo y sin derechos sociales; o, dependiente de una misión.
- Pluralismo Político, fortaleciendo la descentralización de competencias, recursos y funciones, a nivel de las regiones, municipios, parroquias y vecinos; promoviendo formas diversas y locales de responder a las necesidades concretas de las personas organizadas.
El pluralismo permite construir una democracia integral donde la participación no es contradictoria con la representatividad. El pluralismo pasa por el rescate de lo político y de lo económico, aunque sea una propuesta cultural. Esto implica en lo económico, revalorizar la propiedad privada y en lo político, salir del esquema del conflicto existencial que solo entiende la lógica de amigo o enemigo. Esto significa entender que las propuestas políticas legítimas, para un cristiano deben ser compatibles con la solidaridad y la subsidiariedad.
Estos principios sociales se encuentran interconectados y se complementan entre sí para promover una sociedad más justa, libre, solidaria y próspera. La libertad individual, el bien común, la sociabilidad y la solidaridad son valores fundamentales que guían la aplicación de estos principios en la práctica.
Se puede poner como ejemplos de estos principios que se aplican en la vida cotidiana los siguientes:
- La promoción y creación de organizaciones no gubernamentales (ONGs) para brindar apoyo a personas necesitadas.
- La formación de empresas privadas y cooperativas para la producción y comercialización de bienes y servicios.
- La participación ciudadana en la planificación y ejecución de proyectos de desarrollo local.
- La colaboración entre el Estado y la sociedad civil para enfrentar problemas sociales como la pobreza, la inseguridad y la discriminación.
Es importante destacar que la implementación de estos principios no es siempre fácil y requiere de un esfuerzo constante por parte del ciudadano con el estado, la sociedad civil, los empresarios, los gremios e instituciones educativas.
Necesitamos más sociedad civil, más convivencia, la cual parte del respeto de la identidad propia y de los demás y de las exigencias últimas del corazón, como señala Luigi Giussani (2008, El Yo el Poder y las Obras, p.45); “el punto fundamental en el que juzgar la relación que hay entre la persona (o libertad) y poder (sociedad y poder) se encuentra precisamente aquí: en ver si la sociedad se conduce de tal modo que la fuerza del poder se utiliza o no para facilitar, valorar e intensificar, en primer lugar, las obras —una o muchas— que nacen de los individuos y, especialmente, de los individuos asociados.”
Lo anterior nos permite identificar que “el mal gobierno estafa a sus súbditos y toma y destruye los bienes del pueblo, se hace amo de la vida de los súbditos de sus libertades y de su patrimonio”. (Chantal Delsol, 2015, L’Etat Subsidiaire, p.124). Se requiere buenos gobierno y también se requiere para el progreso de los pueblos personas y corazones rectos.
“El desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y agentes políticos que sientan fuertemente en su conciencia la llamada al bien común. Se necesita tanto la preparación profesional como la coherencia moral” (Benedicto XVI, Caritas in veritate, 71)
Econ. Douglas Coromoto Ramírez Vera
Profesor de la Universidad de los Andes adscrito al Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la ULA Mérida.
Una mirada a la Venezuela de hoy a través de la DSI y la Economía (I parte)
05-05-2023