Una Nación sin Estado

Por: Germán Rodríguez Bustamante…

El Diccionario de La Real Academia de la Lengua Española, califica a “Estado” como el conjunto de poderes y órganos de un País Soberano. De igual manera: la forma de organización política, dotado de poder soberano e independiente, que integra la población de un territorio. Existen muchos investigadores que le dan una definición al término desde diferentes orientaciones filosóficas y disciplinas. A partir de Aristóteles con el origen del Estado y la Sociedad, pasando por Rousseau con el Contrato Social y la definición dada por Jefferson: Órgano, técnicamente condicionado, para realizar la voluntad popular, en verdad un mero instrumento de la voluntad de las gentes, sin poder propio, y casi podría decirse sin entendimiento propio; porque la voluntad, el poder y la inteligencia pertenecen a los individuos, al pueblo soberano, no a la maquinaria, construida para regular sus circunstancias.” En definitiva se parte de la existencia de un territorio en el cual existen un conjunto de instituciones y normas, que en un régimen democrático, consagra en su Constitución la garantía de la libertad, los derechos fundamentales, la separación de poderes, el principio de legalidad y la protección judicial frente al uso arbitrario del poder.

En la Venezuela presente observamos con profunda preocupación la inexistencia de la noción de Estado. Las instituciones no resguardan los derechos fundamentales de los ciudadanos, en consecuencia el abuso de poder es práctica común de la Tiranía que usurpa el poder, encabezada por Maduro. Produciéndose un entorno de anarquía total, en el cual el régimen imperante permite y consiente algunos desordenes y caos en las diferentes esferas, tanto político, económico y social. Dosificando el monopolio en el uso de la fuerza, para preservar el poder en este Estado de caos en que vivimos los venezolanos. La autoridad es aplicada de forma selectiva, para algunos individuos es abusiva y para otros es inexistente.

Lo que ocurre en las poblaciones venezolanas que hacen frontera con Colombia, es el mejor ejemplo del caos, confusión y barullo que consiente la Tiranía. La autoridad representada por la Guardia Nacional Bolivariana, es renunciada, para que un conjunto de delincuentes actúen de forma impune sometiendo a los ciudadanos a todo tipo de abusos y tropelías. No hay gobierno ni orden. Civiles realizan las competencias asignadas al componente militar, el desorden propicia la consumación de delitos, a la vista de los uniformados. El ejercicio de la Libertad de circulación por el territorio es conculcado por estos cuerpos militares paralelos, llegando al extremo de realizar requisas y confiscaciones de propiedades privadas. Pareciera utópico, pero en esas poblaciones de frontera y territorios con explotación minera, se organiza el desorden para que los delincuentes administren la economía local, sin supervisión del Estado. La entrega de un territorio como botín de guerra para garantizar el apoyo político de un conjunto de delincuentes, representados por: integrantes de la antigua FARC, miembros del ELN, Hezbolláh, Paracos, Boliches y cualquier grupo afín a la Tiranía, que participa en la repartición del territorio nacional.

En contraposición en las ciudades los reclamos sociales por las fallas generalizadas de los servicios, son reprimidas con el uso abusivo de la fuerza, ejerciendo una autoridad sobredimensionada. La protesta consagrada en nuestra Constitución es pisoteada, quedando los ciudadanos sin protección del Estado. El desorden por la aplicación de medidas económicas, derivan en un pronóstico negativo, ya que la crisis social y de combustible (con su impacto en el transporte y en la cotidianidad) será aún más aguda, que la experimentada durante estos meses del año. La precarización de los servicios públicos (agua, energía eléctrica, telefonía, acceso a internet, recolección de servicios) en todo el territorio nacional, se agudizará como consecuencia de daños estructurales. El panorama apunta a una conflictividad mayor, que con toda seguridad producirá mayores violaciones de derechos humanos por parte del régimen. La economía seguirá cayendo en los próximos meses. Aunque puede ser a una tasa menor a la experimentada en el último semestre porque después de la contracción gigantesca de los últimos meses es complejo que la caída continúe a un ritmo similar.

La Tiranía tolera la existencia de dos países, aquellos que ganan en divisas y que no tienen restricciones para las adquisiciones de todo tipo de alimentos, medicamentos y servicios, incluyendo el lujo de algunas exquisiteces, y los otros que somos la mayoría que ganamos en bolívares, condenados a una vida miserable, sin posibilidad alguna de sortear el genocidio impuesto. Esa duplicidad llega hasta la Presidencia de la Republica, existe un usurpador que se atornilla al poder negándose a cualquier acuerdo o pacto urgido en esta profunda crisis presente, y otro interino con reconocimiento internacional, pero limitado para actuar. El usurpador cuenta con las FANB y en consecuencia aplica el uso de la autoridad a punta de bayonetas, y el interino busca alimentar los apoyos internos, producto del descontento vasto existente. En el marco de la pugna por el poder, el país languidece como la mecha de una vela en estas noches de penumbra que vivimos. No existe Estado que le responda a los ciudadanos, las instituciones se encuentran subordinadas al usurpador, la carta magna es violada, manoseada y manchada todos los días, se realizan acciones de Estado sin legalidad y los derechos fundamentales mancillados con el uso abusivo del poder. En conclusión los ciudadanos de la Nación desprotegidos por la inexistencia de un Estado formal.        

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