Vacunas, la “gran” mercancía

Por: Rosalba Castillo…

La humanidad está viviendo uno de sus momentos más oscuros. Desde hace más de un año está amenazada por un enemigo invisible. Al menos 2.453.704  personas del mundo han muerto desde su aparición y cerca de 110 millones han sido víctimas del contagio. Se suponía que saldríamos fortalecidos, más humanos de esta pandemia. Nuestras esperanzas por volver a la normalidad estaban centradas en la producción de una vacuna.

Sin embargo, luego de casi 200 ensayos para lograr  el antídoto, hoy nos  enfrentamos nuevamente al individualismo del hombre,  al acaparar medicamentos, sin tener en cuenta que existen otros países con escasos  recursos económicos en los cuales sus habitantes no podrán tener acceso a las vacunas, a la salud y a la vida. Según la OMS, existe una “falsa seguridad” al pretender vacunar al rebaño, si hubiera muchos sin posibilidades de lograrlo. Ningún país estará a salvo, hasta que todos los estén. La pandemia ha evidenciado las desigualdades.

De las 39 millones de dosis aplicadas hasta el momento a nivel global, menos del 1% han sido a comunidades de países menos desarrollados, por lo que OMS reclama que el reparto de dichos fármacos sea realizado de una manera equitativa. De otra manera,  puede convertirse en el gran fracaso para las comunidades más vulnerables, quienes pagarían con sus vidas. Mientras los estados ricos han almacenado  hasta 5 dosis por persona, aquellos de bajos recursos no han logrado iniciar sus programas de vacunación, mientras  el número de contagios y muertes son elevados.

La mayor demostración de humanidad y de justicia estaría  en que aquellos que tienen recursos, aparte de cubrir a sus ciudadanos, incluyendo a migrantes, refugiados y minorías étnicas, abrieran su corazón y sensibilidad  para apoyar  a otros a través de  su diplomacia de vacunación. Sería de una  gran benevolencia, inteligencia y efectividad buscar la seguridad de los vecinos  frente al  virus y no apostar por los ritmos desiguales en la distribución  de las vacunas, solo así, la trasmisión del virus  podrá controlarse. De lo contrario, puede acelerarse, aparecer más versiones que potencialmente evadan la acción  de  las inmunizaciones.

Israel es el país que más ha logrado aplicar dosis de la vacuna, seguido por EEUU, Emiratos Árabes, Reino Unido, Japón, Italia, Chile, que siguen en la lista de quienes han logrado la protección de sus ciudadanos. Médicos Sin Frontera, aboga desde el inicio de la pandemia por un precio sin ánimo de lucro `por el fármaco`, así como que, la mayor parte de su producción sea manejada a través  del mecanismo COVAX, coordinado por la OMS, como un esfuerzo conjunto de países que desean la equidad, en el reparto de las vacunas en este 2021.

Cerca del 90% de los habitantes de casi 70 países de bajos ingresos, tendrán pocas posibilidades de acceso al antídoto. Algunos de las naciones que deberán  esperar años para la aplicación de dosis son justamente  aquellos en donde se trabajan en ensayos clínicos para obtener otras vacunas. La  prevención avanza en desigualdad.

Amnistía Internacional preparó el informe Vacunas en América Latina, donde interpela la distribución de dichos fármacos en el continente. Lamentablemente, el crecimiento económico de algunos no se ha traducido  de igual manera en sus derechos sociales. Dado que la mayoría de los países del sur están iniciando campañas electorales se teme que las vacunas sean utilizadas como elementos  de clientelismo político. Muchos  también han establecido negociaciones con empresas para el suministro de inmunizaciones: Pfizer, Astra Zeneca, Sinovax, Johnson & Johnson, Coronavac, Sputnik V, Sinopharm y Moderna, entre otras. Podría continuar nombrando cada uno de los manejos oscuros y tristes  que hemos tenido en espera de esa vacuna, que no nos hará invencibles contra el virus, ya que debemos continuar practicando las medidas de bioseguridad.

 Cualesquiera que sean las vacunas, que se han convertido en la mercancía del momento nos evidencian, la incertidumbre que trajo esta pandemia. Desconocemos su efectividad y efectos secundarios. Sin embargo, vemos cómo lanzó la salud  a la bolsa de las desigualdades, en  la subasta de la competencia nacionalista. Y es que, la sociedad reconoce que el tráfico de las vacunas tal vez pueda recuperar al hombre del COVID 19. Ojala termine trayendo como efectos posteriores,  un poco de esa humanidad que podrá salvarnos de esta otra  pandemia: el “virus humano”. Podría decir que, luchamos por una igualdad utópica que nos mantiene vivos, pero que cada día se hace más difícil de alcanzar.

Esta carrera global ha mostrado que el hombre es cada vez más individualista,  a pesar de las adversidades. Nos hacen falta muchas dosis de solidaridad y amor en un esfuerzo común por sacar al mundo de este contagio. Estamos a tiempo de salir siendo mejores personas y no continuar  profundizando la brecha de las desigualdades entre aquellos que solo tiene dinero y aquellos otros que no les correspondió esa parte del botín. Ojala que en un futuro muy próximo, la escala de valores de la humanidad se invierta y  a los países más pobres, como se les ha etiquetado, les corresponda  su lugar  dentro del capitalismo verde  y así dejar esta invisibilidad que les regala  el escaso desarrollo o más   bien  de la pobreza

rosaltillo@yahoo.com

03/04/2021