Venezuela agoniza en nuestras manos

Por: Germán Rodríguez Bustamante…

Quedan muy pocas palabras para describir el deterioro que esta Dictadura ha gestado en la nación y en la calidad de vida de sus ciudadanos. La propuesta revolucionaria engañó de forma maliciosa a una parte de la población, que demandaba respuestas del Estado. Al transcurrir de estos casi 20 años, observamos las huellas profundas dejadas por el ensayo revolucionario, atrás muy atrás, quedo la otrora nación de esperanza, de ejemplo para Suramérica por sus potencialidades y por la calidad profesional de sus habitantes.

La encuesta sobre condiciones de vida en Venezuela (Encovi), realizada por la UCAB, UCV y USB muestra los resultados concretos del socialismo del siglo XXI. El estudio fue aplicado a 6.500 familias, mostrando que la pobreza alcanza el       87 % en el año 2017, medido el fenómeno por línea de pobreza, por necesidades básicas insatisfechas, por el método integrado y por mediciones multidimensionales de la pobreza; en conclusión se utilizaron esquemas metodológicos rigurosos para llegar a esa conclusión. La encuesta surge ante la ausencia de información oficial que muestren la realidad económica y social del país, y en consecuencia se puedan formular políticas y programas para revertir lo observado. El INE y el BCV renunciaron a sus competencias dejando al país a la deriva, sin estadísticas que permitan evaluar el resultado de las políticas públicas instrumentadas. De forma intencional no publican nada, para evitar que las realidades económicas y sociales desnuden el fracaso del modelo impuesto, sin embargo no es necesario que informen, las situaciones explotan todos los días en la cara de los ciudadanos.

La radiografía mostrada por la encuesta encovi, refleja el naufragio del socialismo del siglo XXI, convertido en los últimos años en una despiadada Dictadura. No hay nada que rescatar, el reparto de migajas de las misiones sucumbieron ante las precarias condiciones financieras, escasamente queda una repartición selectiva discriminatoria e irregular de bolsas de comida, bajo el control del famoso código “QR” del carnet de la patria. La lectura del código es una versión moderna de la numeración aplicada por los nazis a los judíos en los campos de concentración.

La política de repartición de sobras se agotó dejando a los sectores de trabajadores asalariados totalmente desprotegidos. El éxodo y el abandono del cargo para engrosar la economía informal es una  consecuencia de esa realidad. En este contexto era previsible anticipar que la pobreza creciera este último año, lo triste de esta historia son las consecuencias en la población más vulnerable como son los niños y los ancianos, quienes fenecen por falta de alimentos y medicamentos.  La compra de bienes de la cesta básica y medicamentos es un ejercicio de frustración y resistencia, las interminables colas condicionadas en la mayoría de los casos a días específicos, no garantizan que el último de la cola  consiga algo, ya que los escasos productos se agotan rápidamente. Los precios de los bienes y servicios crecen diariamente de forma  acelerada, el gobierno intenta sin éxito evitar el aumento a través de una política de controles totalmente inútil. Lamentablemente los controles pulverizaron las capacidades competitivas de la industria nacional, también presionada por importaciones subsidiadas a tasas de cambio controladas, que ha producido niveles de corrupción inimaginables y han derivado en el saqueo masivo del erario público.

No podemos esperar pacientemente por una intervención militar foránea para poder resolver nuestros problemas, llego el momento de los ciudadanos, el tiempo sigue su inexorablemente marcha, debemos decidir enfrentar esta Dictadura con las herramientas que nuestra constitución vigente nos permite. No hay lugar para dudas y vacilaciones, incertidumbres siempre existirán pero las calamidades demandan el compromiso de la totalidad del pueblo. El colapso general que experimenta el país llegó a todos los niveles y segmentos de la economía, y la vida social, los recientes apagones son una muestra elocuente de lo que se avecina.   

Aplaudo las iniciativas impulsadas a nivel nacional por diferentes sectores, los cuales plantean la urgencia y la necesidad de crear un gran pacto nacional, bajo la  premisa de una unidad nacional que logre encausar los esfuerzos colectivos en la premura de una salida concertada, para evitar mayores calamidades y sufrimientos para un pueblo que ya no aguanta más. Las ciudades se han convertido en lugares hostiles en las cuales sus ciudadanos se observan con desconfianza, la solidaridad del venezolano gradualmente se tiende a perder, son demasiadas las causas que impulsan el comportamiento. La Venezuela que fundó un conjunto de obras civiles, que creo propuestas de futuro para Latinoamérica en diferentes áreas del conocimiento debemos recuperarla. No hay justificación para no hacer los sacrificios necesarios en esta coyuntura, la ruptura del modelo está cerca, debemos impulsar los movimientos sociales y políticos que logren terminar de fracturar la estructura de gobierno montada por esta cínica unión militar-cívica. Entiendo que los costos de salida para quienes representan el régimen son elevados, a pesar de ello una posición política única, unida y coherente puede propiciar una salida convenida, minimizando las cargas por el desastre generado, obviamente sin impunidad. La Venezuela de futuro debe edificarse sobre nuevos valores y principios, no podemos improvisar nuevamente. Es el trabajo conjunto y el sacrificio colectivo los que nos sacaran rápidamente de este sufrimiento.                 

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