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martes, marzo 25, 2025

Apagones + tormenta = desesperación

Tormentas con sus respectivos truenos y relámpagos se han hecho sentir en la entidad merideña en los últimos días, especialmente por las noches. Cuando por cualquier motivo nos levantamos de la cama, donde descansábamos, nos damos cuenta de que afuera hay una total oscuridad y la única luz que se observa, a intervalos, es la que brinda la madre naturaleza con los rayos de la tempestad. Entonces, somos presa de angustia, porque sabemos que una vez más cuando llegue la madrugada, el apagón continuará y volveremos a estar vulnerables ante la tragedia existencial que representa, acostarnos y amanecer sin luz. No podemos hacer otra cosa que esperar a que el sol salga y venza las tinieblas para intentar comenzar un nuevo día en este país que se nos ha vuelto inhóspito y en ocasiones insoportable.

Las fallas en el fluido eléctrico son inaguantables, injustas, asfixiantes y pese a los esfuerzos, que en honor a la verdad, se están haciendo, pero sin los resultados esperados, porque nuestro amado país se destruye ante nuestros ojos, a pasos agigantados. Esta contingencia no parece tener una solución que dignifique a los habitantes; que, al menos, nos permita recibir con normalidad un servicio público tan esencial e importante como lo es la electricidad.

Cuando amanecemos sin electricidad, inmediatamente pensamos “otro día perdido”. ¿Cómo hacemos un desayuno para nuestra familia? ¿Cómo calentamos el tetero del bebé, si tampoco hay gas? ¿Cómo atendemos a la abuelita que se cayó, está delicada . Nos toca andar a tientas, si acaso alumbrándonos con una vela o una linterna a la que ya se le están acabando las pilas y ¿con qué dinero las reponemos?

Si teníamos alguna planificación: trabajar desde la casa freelance, entrar a un banco para hacer alguna transferencia o simplemente chequear cuánto nos queda en las exiguas cuentas. Si teníamos que vestirnos para salir a la calle a comprar algo que necesitamos. Si queríamos abrir nuestro negocio para vender algo… Todo se viene abajo. La vida se nos pone en una pausa que no sabemos hasta cuándo, porque no contamos, ni siquiera con una planificación que nos anuncie, en qué momento se va y cuándo llega la electricidad. Así, al menos, aunque no es el deber ser, estaríamos más preparados y tal vez la angustia por no saber, disminuiría. Los apagones y cambios constantes de voltaje, no nos dan tregua y nos restan calidad de vida.

Cuando el destino nos alcance.

En este momento de la historia de Venezuela somos los protagonistas de una novela de terror, donde hay monstruos que atacan en la oscuridad y de los cuales no sabemos cómo defendernos. Esos monstruos tiene la cara desfigurada del hambre, de la pobreza, de los míseros sueldos que devenga la mayoría, de un dólar que aumenta vertiginosamente arrasando todo a su paso. De los precios de los productos y servicios que no dejan de subir diariamente y se hacen incomparables para los que no tienen moneda extranjera en sus bolsillos. Monstruos que han deteriorado las universidades, los hospitales, las carreteras, los pueblos y las ciudades. Monstruos que arremeten contra las normas y las leyes sin mediar razones ni lógica alguna en sus actuaciones.

Esta novela de terror en la que actuamos y somos las víctimas debería tener un “final feliz”, pero aún no se han escrito los últimos capítulos.

Mientras tanto siguen desarrollándose los acontecimientos, unos preocupantes como las elecciones parlamentarias convocadas para este 6 de diciembre, sin garantía de trasparencia, sin la participación de partidos políticos que hacían vida en el país. Otros que nos llenan de renovada fe como la beatificación del Doctor José Gregorio Hernández. Asimismo los venezolanos recibimos mensajes positivos como el que acaba de enviarnos el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, quien dijo:”   “Dios los bendiga. No pierdan la esperanza”.

Nos toca ser aún más resilientes

La resiliencia es “la capacidad que tenemos los seres humanos, para hacer frente a nuestros propios problemas, superar los obstáculos, independientemente de la situación”. Es una cualidad que mostramos para sobreponernos a períodos de dolor emocional, traumas y dificultades. Podríamos afirmar que cada venezolano, saca diariamente fuerzas de donde ya se están acabando para soportar con mucha resiliencia la tormenta de problemas a los que estamos sometidos.

Sin embargo, en ocasiones sentimos que esa fuerza se agota sobre todo porque no tenemos interlocutores. Alzamos la voz y no nos escuchan. Nos atrevemos a protestar y nos reprimen.

Pero, cuando sienta que ya no puede más con tanta ignominia. Cuando se sienta alterado por los constantes cortes de energía eléctrica, recuerde los ejemplos de los grandes resilientes de la historia: Nelson Mandela que estuvo preso injustamente por 27 años, por motivos políticos, sin embargo, en las ocasiones en las que se le permitía salir de su celda, él agradecía de buena gana a sus celadores y les bendecía. Viktor Emil Frankl sobreviviente del holocausto nazi, pero gracias a su coraje desarrolló la logoterapia y escribió un reconocido libro titulado “El hombre en busca de sentido”. Estos son solamente dos ejemplos de los que podemos echar mano cuando nuestras energías flaqueen, hay muchos más. Así que esperemos con fe a que la tormenta pase y brille el sol de la justicia nuevamente. Seamos resilientes, la mejor opción para sobrellevar este caos.

Redacción C.C.25-07-2020

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