Por: Ramsés Uribe…
Botero en Venezuela. Hay artistas que dejan un recuerdo y una impronta (rasgo característico y distintivo que se deja en alguna obra) fuerte en otros países que visitan y entregan su arte. Sofía Imber gran periodista caraqueña lo entrevistó varias veces. Al observarla pudimos captar no sólo su admiración al pintor de redondeces, sino su alegría desbordante más allá de la técnica y arte de la entrevista, le fue imposible disimular su afecto estético. Botero, en resumen comentó lo siguiente: “la reflexión es un estado permanente de un artista que quiere hacer una obra seria”. Es mejor dar que recibir. Debería haber una solución para todos los problemas que hay en el mundo. Lo que dice un periodista con sus palabras es difícil de reproducir por un artista, por una obra de arte. Nunca viví una muestra de afecto tan calurosa como la del público venezolano. Lo que dijo el maestro del arte de la redondez es significativo porque no es la primera vez que una celebridad mundial califica tan superlativamente al gentilicio criollo que sabe apreciar y apoyar el talento extranjero. Entonces, ¿por qué se han maltratado tanto a los migrantes, en particular a los venezolanos? Cómo es posible tal afrenta si desde la época de la segunda guerra mundial todo extranjero fue bien recibido y prosperó astronómicamente. Por otro lado, el eminente visitante destaca la palabra sobre la imagen echando por tierra el adagio comunicacional aquel de que, vale más una imagen que mil palabras. También defendió el arte como una forma de pensamiento, no de mero pasatiempo infecundo.
Biografía flaca. Nacido en Medellín, Colombia en 1932, para triunfar contra todo pronóstico existencial porque como es bien sabido muchos piensan o creen que los artistas no se pueden ganar la vida como los demás ya que son incomprendidos, incapaces, desafortunados o pasan calamidades mayores que el resto. Sin embargo, hay excepciones destacadas como es el caso de Botero. Artista autodidacta, creyente en Dios, logró lo impensable en el orbe artístico: conquistar el competitivo y feroz mercado del arte internacional, no únicamente el ámbito latinoamericano. Lejos de la imagen del reconocido artista está la del padre y ciudadano ejemplar, caballero repleto de generosidad. A partir de su primera exposición a los 19 años no pararon sus conquistas artísticas. A los 40 años de edad se le ocurrió hacer esculturas gigantes. ¿Quién afirmó que luego de edades avanzadas o muy adultas, no se puede emprender algo distinto a lo habitual? También el maestro fue profesor de arte. En casos de individuos extraordinarios como Botero u otro artista, se pueden hacer excepciones académicas.
Detractores. Como todo en la vida no es color brillantina ni un lecho de sedas, también Botero tiene sus críticos, sus oponentes. Se ha dicho que su obra es repetitiva. Antonio García Villarán (2022) en su video de youtube “Lo aburrido hecho arte”, es un título temático que parece decirlo todo; le lanza un feroz ataque al laborioso Botero con sus duros argumentos. Incluso dice con estrepitoso desparpajo que, “sus esculturas son horripilantes” y siempre dibuja la misma cara. Ante tamaña opinión podríamos contraatacar que en la estética actual lo feo es bello y en la posmodernidad no hay un criterio absoluto ni definitivo de la belleza artística y el que manda es el público.
Arte popular y legado. La frase que podría definir y resumir la obra boteriana es volumen y sensualidad. En una palabra su obra es pura monumentalidad. Caracol (2023) señaló que “la historia de Colombia está siempre en su producción”. En Cnn (2023) se reseña que “El maestro Botero encontró en Pietrasanta, en la toscana italiana, el lugar ideal para trabajar y crear sus esculturas y pinturas. Esa pequeña ciudad rodeada de canteras de mármol, se convirtió en su hogar.” Creó un estilo propio, el “boterismo”, que era fácil de reconocer. Además, era uno de los artistas vivos más valorados con precios muy altos de sus obras. Tuvo el privilegio de vivir de su arte, cuestión que no cualquier artista lo logra en vida, ni siquiera Van Gogh, ni Rembrandt, ni el Greco, la mayoría no llegan al Olimpo del arte. El afamado artista de obesidades coloridas expresó un deseo paradigmático: “Mi vida es pintar”. Si todos vivenciáramos al unísono o de forma individual tal expresión boteriana, otro gallo cantaría en el mundo. Esta frase indica a las claras que su compromiso con el arte fue definitivo y total. No duró por un ratico no más, como hacen muchos chamos desorientados por culpa de la mala vida y pésima educación recibida en estos poco más de veinte años rojizos. Y, ¿por qué es destacado Fernando Botero? A lo que responden: por el uso del color y experimentación con los colores y los volúmenes. Su marca personal por las personas voluminosas, los famosos gorditos como eran llamados. Le gustaba mostrar la monumentalidad de las personas y objetos. Fue el artista colombiano más reconocido a escala mundial. Todo comenzó por su amor al volumen de una mandolina. Se podría objetar que cualquier artista plástico también hace lo mismo, no necesariamente es así. En favor del gorditólogo del arte, diremos que lo fundamental es que el grueso del público sensible al arte lo viene aclamando en todo el mundo. El pintor de las formas ciclópeas fue un crítico social y político de su tiempo como lo hacen muchos venezolanos por la grave situación país.
Datos. El galardonado artista ha logrado cifras contundentes de éxito: Más de 70 años en la palestra pública de las artes visuales. 8 mil obras de arte producidas. Fue uno de los artistas contemporáneos más cotizados: por ejemplo un caballo fue subastado por la Casa de subasta Sothebys & Christies de New York por 4,3 millones de dólares. Se afirma que el escultor pasaba 10 horas al día pintando, trabajando. Cnn (2023) informa que batió récord de visitas a sus obras en México con 118 mil personas, 110 mil visitantes en Estocolmo; sus cuadros que comenzaron valiendo apenas 200 dólares hoy están entre los mejores vendidos del mundo. Donó 800 obras a museos de Bogotá. En Estados Unidos hay otras 700 obras más. Sin duda, para cualquiera estas cifras son abrumadoras. Por otro lado, también el venezolano es rico, billonario en cultura: historia, literatura, humor, solidaridad y bondad con miles de sonrisas; el país cuenta con artistas robustísimos a granel. Recordemos a Carlos Cruz Diez, Jesús Soto o Armando Reverón, entre muchos más.
Profesor ULA
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26-9-2023