
Este sábado a las diez de la mañana se celebró en la escalinata de la Basílica de San Pedro la misa exequial por el Papa Francisco, que presidió el cardenal Giovanni Battista Re, decano del colegio cardenalicio, y concelebraron 980 cardenales, obispos y sacerdotes. Otros tres mil asistieron a la ceremonia.
Representantes del máximo nivel de todo el mundo
La misa se celebró en latín, lengua en la que se proclamó el Evangelio. La primera lectura se hizo en inglés y la segunda en español. Las seis oraciones de los fieles se leyeron en francés, árabe, portugués, polaco, alemán y chino.
El rito se desarrolló según lo previsto en el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis en la nueva edición de 2024, que incluye las simplificaciones queridas por el fallecido pontífice.
El icono de la Salus Populi Romani, imagen de la Virgen patrina de la Urbe y a la que Francisco guardaba gran devoción, se situó a la derecha del altar.
La misa fue también una gran concentración de poderes del mundo, con la asistencia de Reyes, jefes de Estado y presidentes del Gobierno, con representación de más de ciento setenta países. Pudo verse, entre otros, a los Reyes de España, Felipe VI y Letizia, Alberto de Mónaco, Andrés de Inglaterra, Donald Trump, Giorgia Meloni, Javier Milei, Lula da Silva, Marcelo Rebelo de Sousa, Emmanuel Macron, Volodimir Zelenski, Ursula von der Leyen, Keir Starmer, Olaf Scholz…
El único presidente del Gobierno de los grandes países europeos que faltó fue Pedro Sánchez, sustituido por las vicepresidentas María Jesús Montero y Yolanda Díaz y el ministro Félix Bolaños.
Tocó las mentes y los corazones
En la homilía, el cardenal Re expresó los sentimientos de la Iglesia, con «el corazón triste, pero con la certeza de la fe que nos asegura que la existencia humana no termina en la tumba, sino en la casa del Padre, en una vida de felicidad sin fin».
El «intenso pontificado» de Francisco «tocó las mentes y los corazones«, señaló el purpurado, quien evocó «su última imagen, que permanecerá en nuestro corazón, en el domingo de Pascua, cuando, a pesar de sus graves problemas de salud, quiso impartir la bendición desde el balcón y luego descender a esta plaza para saludar desde el papamóvil descubierto a la gran masa congregada para la misa pascual».
Esa es «la labor constante de Pedro y de sus sucesores, un servicio de amor» que, en la «fragilidad y el sufrimiento, Francisco quiso seguir como vía de entrega».
A continuación, Re hizo un repaso de los hitos fundamentales del papado de Francisco, empezando por el nombre que adoptó, que fue «la elección de un programa, de un estilo que quería implantar en su pontificado, inspirándose en el espíritu de San Francisco de Asís«.
«Con su temperamento y la impronta de su fuerte personalidad en el gobierno de la Iglesia», gobernó con «un contacto directo con las personas, deseoso de ser próximo a todos, con especial atención a las personas en dificultad, en particular los últimos de la tierra, los marginados«: «Fue un Papa en medio de la gente, con el corazón abierto a todos«, señaló.
El decano de los cardenales evocó también su «espontaneidad en su manera informal de dirigirse a todos, incluso a las personas alejadas de la Iglesia», y «su lenguaje característico y rico de imágenes y metáforas», con las que intentó «iluminar nuestro tiempo con la sabiduría del Evangelio«. Su mensaje fue «capaz de llegar al corazón de las personas de modo directo e inmediato».
Re destacó el «primado de la evangelización» como «la guía de su pontificado, con una clara impronta misionera para llevar a todas partes la alegría del Evangelio». También hizo referencia a dos ideas muy queridas para Francisco: la Iglesia como «casa de puertas siempre abiertas» y como «hospital de campaña«.
Vibrante y emocionado final
Luego mencionó hitos de su pontificado, como los viajes a Lampedusa y Lesbos o su misa en la frontera entre México y Estados Unidos, sus 47 «agotadores viajes apostólicos» (como el de Irak, «un bálsamo sobre las heridas de la población por la obra inhumana de Estado Islámico»), las críticas a la «cultura del descarte» sustituida por la «cultura del encuentro», la construcción de «puentes» en vez de «muros», la denuncia de las guerras o el Jubileo de la Misericordia: «Francisco siempre puso en el centro el Evangelio de la misericordia, subrayando que Dios no se cansa de perdonar, Él perdona cualquiera que sea la situación de quien pide perdón y vuelve al recto camino».
El cardenal Re tuvo un final vibrante y emocionado al recordar que Francisco concluía todas sus intervenciones con un «No os olvidéis de rezar por mí»: «Ahora, querido Papa Francisco, te pedimos que reces por nosotros y te pedimos que desde el cielo bendigas a la iglesia, a Roma, al mundo entero, como hiciste el domingo pasado desde el balón de esta basílica en un último abrazo a todo el pueblo de Dios y a toda la humanidad que busca la verdad con corazón sincero y esperanza».
Agencia ACI 26-04-2025