Por: Christophe Talmont…
Buenos días amigos!
En pocas semanas, en el marco de nuestro Concierto Aniversario pautado para el viernes 26 de junio, empezaremos un gran ciclo consagrado a un gigante de la música clásica del siglo XIX, Johannes Brahms.
Frente a la inmensidad de su obra como tal, y reconocida como imprescindible en el océano sinfónico de la música clásica, un ciclo con un integral de sus cuatro sinfonías se impone para descubrir los misterios de un compositor venido de la Alemania del Norte (Hamburgo), que vivió, sin embargo, una gran parte de su vida en Viena, capital entonces de uno de los imperios más vasto del mundo, el de los Habsburgo.
En toda su creación artística se reflejan sus orígenes, el ambiente poético de las costas del mar del Norte, con sus brumas y nubes pesadas que se mueven en el cielo gris, lleno de incertidumbre. A semejanza de los hombres de esta región, Brahms era poco expansivo, callado, encerrado en cierta solitud… pero una solitud creativa, que le ha aislado de toda influencia fuera de su propia personalidad. Aunque fuera el digno representante del movimiento artístico llamado “El Romanticismo”, Brahms fue lo contrario de los héroes románticos, símbolos de una vida disoluta, febril, explosiva, agitada por una fiebre permanente cerca siempre de lo trágico. No, al contrario, Brahms con la crudeza y la testarudez de los hombres del norte, trazó su camino con una fuerza sólida, para expedirnos un corpus de obras escritas con un tono muy personal, de una profunda densidad, a través de estructuras clásicas llenas de un perfecto equilibrio.
Pianista excepcional y excelente director de orquesta, Brahms compuso para todos los repertorios, excepto para la ópera, a pesar de las evoluciones importantes en este estilo durante dicho siglo. No obstante, él fue también uno de los grandes compositores que escribieron para el coro, debido a su inmensa actividad como maestro del coro, en diferentes ciudades en Alemania, así como también en Viena, en el marco de la famosa “Sociedad de los Amigos de la Música”.
Este repertorio, lamentablemente no suficientemente tocado, ni conocido por gran parte del público, cuenta con una mina de oro de obras maestras, con obras a cappella (sin instrumentos acompañantes), con piano, con órgano, con un grupo de música de cámara ( “Las cuatro canciones Op.17”, con 2 cornos y arpa, sublime evasión poética…) u orquesta. La escritura diáfana de las voces, con unas líneas vocales que suenan como un verdadero bálsamo para los cantantes, está siempre al servicio de una gran selección de poemas, que chorrean de sensibilidad e imaginación, dejando nuestras almas atiborradas de emociones intensas.
En cuanto a la música de cámara, es uno de los repertorios más ricos de la historia de la música (dúos, tríos, cuartetos, quintetos etc…), no solamente en términos de escritura instrumental divina, sino también por su alta y poderosa inspiración. Dos compases de música de Brahms se reconocen inmediatamente, a través de la densidad del sonido y de su profundidad, mostrándonos cada vez, la ciencia y el genio de este artista incomparable.
A continuación, les propongo familiarizarse con este mundo poético, típico de la Alemania del Norte, gracias a una selección de obras maestras, una más bella que otra.
Hasta pronto para descubrir el menú de nuestro concierto aniversario…
Christophe Talmont
Director musical de la Orquesta Sinfónica del Estado Mérida
https://youtu.be/zxOZuCF_AEU?list=PLFBBB120EA4140DB1
https://youtu.be/KNqjr8Z_O2I?list=PLADF8A90A36777A46
