comunicArte: La fuerza del destino…

Por: Christophe Talmont…

Buenos días amigos,

Después de un concierto dedicado a la música latinoamericana y antes de tocar un programa de música venezolana, les invito a acompañarnos en un concierto pautado para el jueves 28 de mayo, en el Centro Cultural Tulio Febres Cordero a las 7 p.m. El concierto latino estaba lleno de colores y ritmos de su continente, el próximo será pleno de las pasiones eslavas, rusas!

De hecho, les propongo oír una de las más hermosas sinfonías del repertorio sinfónico, la famosa “Patética” de PyotrTchaikovski. No es solamente un monumento musical de cincuenta minutos, sino también, de cierta manera, el testamento musical de Tchaikovski. El compositor dirigió su obra en estreno el 16 octubre 1893 y murió nueve días después, en unas circunstancias extrañas, que quedan todavía en enigma….

Un mes antes de la creación de su sinfonía, Tchaikovski recibió una carta de un amigo poeta y músico, el Duque Konstantin Romanov, proponiéndole ponerle música al poema “Réquiem” de Apoukhtine. Extraña coincidencia!… Tchaikovski rechazó la propuesta de su amigo, contestando que acababa de escribir una sinfonía con unos sentimientos muy cerca de dicho poema.

En sus tres últimas sinfonías, dentro de las cuales está la famosa cuarta, tocada por todas las orquestas juveniles del país, Tchaikovski pone en escena su universo personal, dominado por la angustia existencial, el presentimiento constante del ineluctable, de lo fatal, y las retrospectivas sobre unos momentos de felicidad furtiva. Atormentado toda su vida con lo que llamaba el Fatum, o sea, la fuerza del destino, Tchaikovski cierra de cierta manera su ataúd con esa sinfonía patética. El último movimiento, caso bastante raro en la historia de la música, y preludio a la novena sinfonía de Mahler, no es un “Alegro” lleno de nervio, euforia, que busca los aplausos espontáneos del público. Al contrario, este movimiento es un “Adagio lamentoso”, es decir, algo lento, quejumbroso, lloroso, lleno de nostalgia, de sustos, de miedo, de revuelta, de energía, antes de desaparecer poco a poco a la nada, gracias a la profundidad de la notas graves de los contrabajos. Invitación sublime, de una emoción insostenible, a un silencio interior, a una meditación sobre uno de los grandes genios de la música clásica, que jamás pudo admitir su homosexualidad ante la sociedad.

Con el uso de unas citaciones musicales del Réquiem ortodoxo, Tchaikovski nos ofrece una obra maestra de una tremenda violencia, alternando entre pasajes de gritos de dolor y frases llenas de consuelo, conmiseración, ternura, nostalgia. Todos los sentimientos humanos son proyectados, triturados con una fuerza implacable, así como en el famoso tercer movimiento, marcha triunfal, que suena con una brutalidad totalitaria que aniquila todo a su paso.

Antes de afrontar este monumento musical, les propongo una obra más fresca, pero también llena de pasión. Se trata del doble concierto para Viola y Clarinete de Max Bruch, un compositor alemán de final del siglo XIX. Creada en 1911 y escrita para su hijo clarinetista, Max Félix, la obra es una forma de homenaje al lenguaje romántico de Brahms, Schumann, llena de pensamientos, de lirismo, de algo típicamente romántico, es decir, perderse en ensoñaciones para oír los misterios del cosmos…

En esta oportunidad, dos excelentes músicos de la Sinfónica, hermanos, nos acompañaran como solistas: Néstor Berrios e Ibrahim Plaza.

A continuación, les invito a escuchar este programa, sin ninguna duda, de una riqueza inolvidable.
Hasta pronto!

Christophe Talmont
Director musical de la Orquesta Sinfónica del Estado Mérida

https://youtu.be/AcXc1-yKrp0

https://youtu.be/ciaSeohiZ28

https://youtu.be/CUVfHyMMv34

https://youtu.be/vZ2LWF-1Ocg