Por: Bernardo Moncada Cárdenas…
«El tiempo es superior al espacio.» Papa Francisco
«Estamos ante una época donde pensar a largo plazo es una acción desconocida para muchos. Queremos resultados inmediatos, esfuerzos cortos y grandes resultados sin aportar nuestra cuota de sacrificio y esfuerzo a largo plazo.» Sandra Leventhal, articulista en Colombia
«La eternidad está escondida en el instante que pasa.» San Bernardo de Claraval
Vaya carrusel de emociones, el ambiente político venezolano: va por modos, como se acostumbra decir en esta época de continua variación idiomática. Estamos en pleno “modo derrota”, con la decepción por el momentáneo estancamiento en la carrera cese-de-la-usurpación-gobierno-de-transición-elecciones-libres, o por el nuevo intento fracasado de algún acuerdo que llevaría al primero de esos pasos, y el brinco efectista que hizo parecer gran estrategia política lo que sólo ha sido el show mediático del encuentro de cuatro gatos (de capa caída, Nicolás Maduro entre ellos), montando en escena una opereta que simula el ardid de alta política que en ningún momento logró ser. Días atrás el “modo euforia” veía prontas las barcazas de TIAR, con tropas saltando a las playas caribeñas como en un renovado Día D. Respecto al joven líder insurgente, la novedad de 2019, los modos se alternan vertiginosamente, sobre todo en el caldo hirviente de las redes. En este momento pocos recuerdan el esfuerzo del joven presidente encargado recorriendo Venezuela en todos sus rincones, reviviendo una esperanza combativa que parecía irrecuperable, como improbable parecía conectar el liderazgo demócrata, encerrado en sus refriegas intestinas y su mundo de redes sociales, con el proletariado necesitado y huérfano de liderazgo. Mezquinamente se acalla la consolidación del apoyo diplomático de más de 50 países importantes a su proyecto, sin esperar la reunión de OEA que estaba por comenzar con el país como tema central. Ahora muchos quieren culpar de todo sinsabor a Juan Guaidó.
Amigos, no parece existir en la opinión pública la certeza en la validez de una vía que defender y mantener. No prevalece la decisión de jugársela por una estrategia determinada y arriesgarse a apoyarla con fidelidad e insistencia, haciéndola nuestra y asumiéndola como propia responsabilidad, hasta hacerla triunfar. Fluctúa en el aire el manoteo fláccido, el celo enfermizo, la falta de seria personalidad, que impiden el arraigo de verdadera convicción liberadora. El más nimio soplo apaga el entusiasmo y pone a los tuiteros a girar como veletas enloquecidas, los posmodernos dirigentes partidistas –en lugar de levantarse firmes y parar la flecha para que apunte de nuevo con firmeza- parecieran girar también intentando descifrar cómo aprovecharse de la locura.
Se quiere un resultado histórico sin dar importancia a ese sustancial componente de la historia que es el tiempo. Tampoco nos mostramos capaces de asimilar las pequeñas derrotas y aprender de ellas, viviendo la lucha como gran experiencia, oportunidad para moldear la Venezuela nueva, fructífera, segura de sí misma y críticamente atenta a errores y fracasos, para no volver a ser cautivada por seductoras serpientes. No se puede salir fácilmente de un error tan profundo como el cometido, tanto por los partidos demócratas como por la masa votante, en 1998, se necesita tiempo. Pero este tiempo que nos parece insoportable es sagrado, están actuando allí Dios y el pueblo, y es oportunidad para educarnos y educar hacia la nueva manera de ser Venezuela, no dependiendo de veleidosos modos, sino en la auto-consciencia firme y esperanzada de las posibilidades reales que aún atesoramos y de los obstáculos que nos esperan. El tiempo es oro, dice el refrán, y es el vehículo superior al espacio, donde viaja la eternidad, donde la historia tiene lugar. El inmediatismo y el desespero impiden valorarlo, llevan a desperdiciarlo y –paradójicamente- conllevan tardanza, desilusión y huida en masa.
La libertad no es correr bajándose los pantalones tras cada “#tendencia” llamativa que aparece; la libertad es DECISIÓN y consistencia. No se vive con provecho el tiempo en un saco de gatos, ¡a enseriar, pues, nuestro compromiso con la existencia y desechar las vacilaciones triviales, las reacciones emocionales, pasto fácil de la guerra que se libra contra la consistencia de nuestras almas! Y a decidirnos a enfrentar a pie firme la labor de recobrar a Venezuela, por el tiempo que se requiera y sin perder el tiempo.