Con fundamento: Exorcismo de racionalidad

Por: Bernardo Moncada Cárdenas…

Diablo viene de “Diábolos διάβολος”, el cual proviene de  διά (dia, opuesto, a través de) βάλλειν (balein, arrojar, lanzar): lanzar, enfrentar, uno contra otro. Figurativamente significa intrigante, calumniador.

¿Está el gran divisor, el intrigante, el calumniador, reinando en nuestra arena política? Aritméticamente hablando, el signo del mundo de hoy es, lamentablemente, el símbolo de la división, disfrazado de multiplicación. No solamente en la política: las familias se dividen, las parejas también, lo hacen las empresas, hasta la Iglesia aparece en peligro de un nuevo cisma, ante el denominado Camino Sinodal de los obispos alemanes, los partidos se atomizan y, ante las próximas primarias que intenta llevar a cabo la llamada oposición venezolana, proliferan los aspirantes y las amenazas de no acatar el resultado.

Ya parece crónica la tendencia a la división y la trágica dificultad para entendimientos firmes, estables. Ésta causa gran parte de la incapacidad nacional para superar de una vez por todas un régimen de gobierno sumido en maligna ineficiencia y, según encuestas que miden la opinión de diversos estratos de poder adquisitivo, carente de apoyo popular.

La opinión pública representada en las redes se embelesa y aplaude más con las desavenencias y divisiones, sean cuales sean los motivos, que con los gestos unitarios. Estos a menudo son señalados como traiciones y deserciones, como si la libertad del hombre no fuese capaz de subsanar errores y corregir rumbos. La capacidad de perdonar para unir, siempre por el bien común, parece prohibida como posible vía para necesarias alianzas.

Se requiere una generosidad y amplitud sobrehumanas para adoptar la manera de comportarse del verdadero líder. Nuestra historia ha visto momentos de lúcidas coaliciones, cuando los dirigentes se han sentido deudores del pueblo y de su bienestar, más que de sus mezquinas  apetencias y rivalidades. Son factibles las grandes alianzas, está demostrado. 

Esta habilidad para la sinergia y la cooperación como modos de hacer política y destacar en ella, no solamente es necesaria, sino que es la única condición para que un político sea… ¡político! La esencia de la política es la habilidad de hacer convivir los diversos, siendo en cambio tentación irracional rechazarlos y hostilizarlos.

Necesitamos un exorcismo de racionalidad para el “ganar ganar”. Ante las primarias que se avecinan, hago votos porque se imponga aquella magnanimidad no carente de astucia y audacia que caracterizó a los grandes dirigentes de Venezuela, para ser ejemplos que guíen nuestra política como unión más allá de las mezquindades, para la pronta salida hacia la democracia que todos deseamos.

15 marzo 2023 bmcard7@gmail.com