Con fundamento: Querido Pablo

Por: Bernardo Moncada Cárdenas…

«La transición casi siempre la piden los enemigos. Se piensa una transición sin la figura de Fidel y eliminando lo que el pueblo cubano conquistó durante treinta y pico de años, cosa que para el pueblo cubano es inaceptable». (Pablo Milanés, 1993)

«Estoy defraudado por unos dirigentes [los de su país natal, Cuba] que prometieron un mañana mejor, con felicidad, con libertades y con una prosperidad que nunca llegó en 50 años». (Pablo Milanés, 2015)

En 1968 nuestra ciudad sentía sacudones que ya eran globales. En las universidades campeaba el ideal de la renovación, los últimos años de gobierno de Raúl Leoni confrontaban el esfuerzo agónico de la guerrilla para imponer el cambio decretado por la Unión Soviética y Cuba para Venezuela.

La Universidad de Los Andes, con una juventud tradicionalmente combativa proveniente de todas las regiones, era foco de agitación y además sede del Batallón de Cazadores, cuerpo creado para combatir con la fuerza militar los brotes guerrilleros. El gobernador del estado, Profesor Germán Briceño Ferrigni, cometió un lastimoso error, llamando fuerzas militares a reprimir las crecientes manifestaciones estudiantiles.

Víctimas de esta decisión cayeron en las calles merideñas los bachilleres Carlos Bello y José Uribe; sus muertes atizaron el descontento y se lanzó una huelga de hambre en el Rectorado de la ULA, exigiendo la destitución inmediata del Dr. Briceño Ferrigni del profesorado universitario. En esa huelga participó quien escribe, entrando por cierto en contacto con grupos de extrema izquierda y, a manera de anécdota, con el Bachiller Domingo Salazar, en la colchoneta cercana.

Al segundo día de huelga, una tarima fue ubicada en el centro del vestíbulo; desde ella se escuchaba música e intervenían frecuentes oradores. Después de varias canciones de protesta en la estentórea voz de Alí Primera y otros, como el cubano Carlos Puebla, irrumpió en el espacio algo que jamás había escuchado: era una voz mucho más educada, y la poesía de las estrofas decía mucho más con expresiones menos panfletarias. “La era está pariendo un corazón”, “Fusil contra fusil”, de quien luego sabría se llamaba Silvio Rodríguez, y “Su nombre puede escribirse en verso”, manifestaban un interés por la música más profundo, una expresividad de nivel desconocido. Esta última voz era Pablo Milanés. Ambos eran exponentes de la propuesta conocida como Nueva Trova Cubana.

Mi fascinación fue inmediata, salí de la huelga procurándome las grabaciones, aprendiéndolas en la guitarra y siguiendo a aquellos músicos. De las tres piezas mencionadas, la que me pareció más interesante fue “Su nombre puede escribirse en verso”. Pablo organizó la melodía como música sacra, para cantar a Ho Chi Minh, el patriarca del Viet Cong.

Hermanados en su objetivo ideológico al servicio de Fidel Castro, percibí sin embargo una radical diferencia de personalidades y estilos. Más orientado hacia el sentimiento y la profundidad del verso Pablo, más directo y estridente Silvio. Éste nunca hubiera compuesto un hit como Yolanda, ni una selección de poemas de Martí, musicalizados tan melódicamente como lo hizo Pablo, sin dudar de la estelaridad de ambos.

El tiempo terminó separándolos, Rodríguez persistió en su obstinada defensa del castrismo, mientras Milanés fue mostrando sus desacuerdos paulatinamente. Y es que ya en 1966 había sido condenado a trabajo forzoso en Camagüey, centro de la isla, acusado de actitudes “contrarrevolucionarias”. Después de fugarse para denunciar las injusticias cometidas, volvió a ser encarcelado en la funesta fortaleza de La Cabaña y enviado a un campamento de castigo, hasta finales de 1967. En 2015, ya exiliado en España comentó que todavía esperaba que el gobierno cubano le pidiera perdón por lo sufrido en esa época.

Los epígrafes que cito, con un intervalo de 23 años, muestran el cambio en su apreciación del fenómeno castrista, denunciando lo que motivó a este enamorado de su isla a abandonarla e ir a morir en otro país. En “Amo esta isla”, donde censura la situación del exiliado, canta:

Al cambiar la que lo que inhibe / Por su mar, por su palmera / Una eterna primavera / Y un sol que nutre su piel / Va sintiendo que no es él / Y pierde hasta su bandera

Hoy ya solamente queda en nuestra memoria el “Querido Pablo”, título del CD donde cantaron con él estrellas de la música internacional. Finalmente comprobó que su bandera la perdieron los otros, los que no quieren irse y disfrutan a costa de la pobreza de todo su pueblo.

Independientemente de mis diferencias con su antigua posición, atesoro su música y el impacto de aquellas primeras notas en la huelga. Ha partido no solamente un excelente artista, sino un excelente ser humano.

30 noviembre 2022 bmcard7@gmail.com