Con fundamento: Una de abuelas

Por: Bernardo Moncada Cárdenas…

Hay que hacer las cosas como Dios manda / ¡Yo a tu edad ya llevaba tiempo trabajando! (a un niño de 5 años) Típicos de abuelas

Yo no sé por qué la llaman “humanidá”, si no da nada. La deberían llamar ”humani-quita”. Mi abuela Lila

Ya me lo vas a chalequear. Eso no se hace ¡“Acusate”, cuando te “confesés”! Mi abuela Isabel

“¡Qué importantes son los abuelos en la vida de la familia para comunicar ese patrimonio de humanidad y de fe que es esencial para toda sociedad!” (Papa Francisco, antes del rezo del Ángelus, JMJ Río 2013, 26/07/2013)

Invocando la benevolencia de Ustedes, compartiré una parte primordial de mi vida: la presencia de estas dos mujeres inolvidables: Bárbara Reyes de Moncada (auto rebautizada Lila), e Isabel Teresa Carrero de Cárdenas.

Poco o nada compartí con mis abuelos en sus vidas. El teniente coronel Bernardo Moncada, mi ilustre tocayo, falleció joven, mucho antes de que mi padre pudiera engendrar hijos; Pablo Emilio Cárdenas hizo las delicias de sus nietos, pero lo vimos extinguirse siendo aún niños. Permanecieron sus respectivas y formidables mujeres.

Las abuelas fueron muestras del crisol multicultural que funde el adjetivo “venezolano”: Lila nació en Barcelona, Anzoátegui, de antepasados canarios (isleños, como se acostumbraba llamarles); era una especie de reina guanche del oriente que se dignó aceptar al militar tachirense como esposo. Isabel provenía del otro extremo de la nación y era ella misma un recipiente de razas en cuyo corazón habitaba la recia humildad del campesino andino.

Cada una a su manera, las dos mujeres estaban devotamente dedicadas a sus nietos; mis hermanos y yo, los únicos de Lila; a Isabel la compartíamos en cambio con un ejército de primos nuestros.

Corta de estatura, pero alta en astucia y sabiduría, Isabel se mudó con nosotros.

Lila, en cambio, prefirió no contender por la hospitalidad de su hijo y permanecer en su casa caraqueña, donde reinaba con indisputable señorío. En cada vacación, su casa de San Ramón a Canónigos era la nuestra y con eso era tácitamente feliz.

La sabiduría de la abuela Lila venía de las profundidades del tiempo. Altiva y discreta, no alzaba la voz siquiera en momentos de disgusto y era negada a infligirnos castigos. Los muchos que la miraban con sumisión y sobrecogimiento, no podían imaginar cuán afable y consentidora era con sus nietos. Nos aconsejaba y nos narraba historias, cuando no estaba sumergida en su libro de Alan Kardek u orando como espiritista que era, con habilidades mediúmnicas que muchos le reconocían y la hacían inquietante.

Al final le heredamos todo lo que modestamente poseía, como centro de su vida que fuimos con nuestro padre.

La abuela Isabel era explosiva y más adepta a regaños y castigos, fuente inagotable de relatos de espantos y misterios, poseedora de fe católica tan sencilla como genuina y profunda, lo cual aunado a su indudable amor, mitigaba la agresividad de que era capaz. Fue nuestra primera catequista y quería hacer de cada uno un pequeño José Gregorio Hernández Cisneros (con los dos apellidos, como lo llamaba con unción). Tesonera y laboriosa, sembró y cuidó jardines y gallineros en nuestra casa, donde dejó decenas de primorosos tejidos y encajes.

Las anécdotas con ambas son incontables. Y sus respectivas huellas todavía asoman en nuestra manera de pensar y hablar, así como, más que todo, en cierta capacidad de conciliar los opuestos en una apertura de quienes se saben queridos por presencias tan distintas como ellas, unidas en amor a su progenie.

Lila, esbelta y erguida, como la pequeña y robusta Isabel, no imaginaban cuán lejos en el tiempo y en la superficie terrestre llegarían sus enseñanzas y principios, transportados en el alma de nosotros, sus descendientes. Pero estoy seguro de que hoy lo observan con satisfacción desde donde se encuentren y que ese “donde” está, mayormente, dentro de nuestros corazones que no olvidan. Ciertamente lograron comunicarnos ese patrimonio de humanidad y de fe que es esencial para toda sociedad. ¡Dios les retribuya grandemente, hermosas Lila e Isabel”.

1-08-2023