Crónica de una crisis por gasolina

La Neurólogo Susana Chuecos quien presta sus servicio en el Iahula cuenta sus cinco días para poder intentar echar gasolina a su vehículo como lo padecen miles de merideños en medio de abuso de autoridad y corrupción

Hoy al fin pude. 5 días sorteando innumerables colas en diferentes estaciones,  tratando de realizar una actividad cotidiana que  no  demora ni 5 minutos: poner gasolina, como decimos en criollo. La cantidad de cosas que vi durante ese tiempo es inmensa.

El sábado en la cola de La Hechicera , observe el comportamiento  del género masculino. Ellos NO pueden quedarse dentro del vehículo, no. Tienen que estar moviéndose. Abren la puerta, salen, caminan, miran hacia arriba, hacia abajo, conversan con sus congéneres, opinan sobre cómo debería ser el movimiento de la cola, se desperezan, se rascan, si, cualquier parte del cuerpo. Si llega alguno con bebidas espirituosas, comparten de la misma botella, en recipientes improvisados para tal fin.

Al cabo de unas horas , disimuladamente buscan un lugar para vaciar su vejiga, creen que nadie los ve, pero no es así, regresando disimuladamente al lugar como si no hubiese pasado nada. Otros dicen que van a averiguar cómo va la cosa y piden que les guarden el puesto en la cola, encienden el carro y dicen: ya vengo. Entonces llegan con comida en bolsas, comparten entre ellos y calman él hambre.

Otros comienzan a sacudir las alfombras o pisos de  sus carros. Abren las puertas y rítmicamente las golpean para quitar el polvo acumulado por el uso. Luego revisan el papel ahumado , ponen cara de espanto al ver las condiciones en las que se encuentra. Casi todos están abombados, vencidos, pero hay otras prioridades en estos momentos. Este es el comportamiento común de ellos, en cualquier lugar donde se hace cola para obtener combustible. 

En esa cola del sábado, que la comencé a hacer en Santa Rosa, habían personas de todo tipo. Carros lujosos, vehículos particulares y transporte público, ninguno oficial. Cada 20 minutos rodábamos escasos metros.

El clima se enfrió y comenzó a llover. Se fue la luz también y cerca de las 6 pm una gran cantidad de personas se dirigían en una misma dirección, en silencio. Al cabo de un rato tomaban el camino de regreso a sus casas, todos cargando una bombona pequeña de gas, que pesa; ancianos con cara de sufrimiento enfilaban con ellas en sus brazos o en la nuca, sobre sus hombros y algunas mujeres las rodaban con los carritos en los que se traslada el mercado y que se tienen en las casas.

Donde era el punto de distribución? lo desconozco. Pero ellos si sabían. Oscureció y aparecieron  personas en motos, nos miraban y seguían. Otros hacían recorridos absurdos, como subir y bajar, por la avenida. Un aguacero diluviano se precipitó y coincidió con la ausencia de fluido eléctrico, la bomba tiene planta, era el comentario de la mayoría, que quería a toda costa obtener el combustible necesario para poder movilizarse.

Personas del Páramo y Barinas estaban en el sitio. Prácticamente sin gasolina, a uno de ellos se le apago el carro y lo acercaba a la estacion rodado. Otro tuvo problema con una manguera y hombres solidarios se acercaron a intentar ayudarlo. Me regalaron una mandarina, la cual acepte. Caía la noche y seguíamos avanzando. Al llegar al Hotel Convención Boutique ( gran nombre), muy cerca de la estación, vimos cómo se apagaba la bomba  y el personal salía del recinto. Cerraron la bomba! Fue el grito desgarrador! Lamentos y una sensación de impotencia infinita embargo a todos los presentes.

El día domingo,día de las madres , la única estación operativa en Mérida era la de la Av Urdaneta, cerca de la policía. Recibí la llamada de un gran amigo y me informó que había llegado la gandola y que pronto comenzarían a despachar combustible. Subí rápidamente y comencé a ver una gran cantidad de carros que recorrían prácticamente la parte baja del centro de la ciudad.  Me explico: la cola a esa hora: 7:20 am, terminaba en la Av 2, a nivel del hospital viejo, Los Andes. Si.

Llegue y ocupe mi puesto en la cola. El día anterior fueron 9 horas en la otra. Comenzó a llegar más gente y el final se vislumbraba en el viaducto de la 26. Los hombres con el mismo comportamiento. Algunas esposas (creo)les llevaban bolsas de pasteles y arepas, con algo de tomar. Agradecían. Y conversaban de cosas sin importancia. La cola avanzaba muy lentamente. Bajaba por la Av 2 hasta Glorias Patrias, luego tomaba la 3, hasta llegar a la policia, sitio bloqueado por ese ente gubernamental que impide el acceso a la Av Urdaneta. Doblaba por el Park, descendía por el Periférico y llegaba a la calle 43, para cruzar la Av Urdaneta y subir en contra vía por el colegio de médicos, hasta doblar nuevamente y pasar por El Caribay y La Florida, llegar al viaducto Miranda y descender por la Av hasta llegar a la estación de combustible.

Los comentarios eran que trabajarían hasta las 7 pm, o hasta que tuvieran niveles adecuados de combustible. Pusieron el cono! Nos dijeron unas personas que estaban más adelante. Poner el cono es marcar la cola. Marcar la cola significa que el vehículo que tiene el cono es el último en abastecerse. Muchos hicimos caso omiso y nos mantuvimos  atentos.

Al cruzar por el colegio de médicos pasó un heladero, nos dijo ya casi cierran la bomba. Algunos carros se fueron. Otros permanecimos en el sitio y avanzábamos lentamente. Faltando poco para  llegar me acerqué a la bomba y vi cómo vehículos particulares conducidos por uniformados entraban y llenaban sus tanques rápidamente. Le pregunté al bombero con quien tengo que hablar? Esto es un abuso! Y me señaló con un gesto en su cara a un guardia con casco que estaba en teoría dirigiendo e imponiendo el orden. Me identifiqué como venezolana y como médico y de inmediato me dijo : Ud tiene que hacer la cola. Le dije: estoy en eso desde tempranas horas de la mañana. Por qué los uniformados pasan sin hacer cola y el resto no? Me dijo: ellos son servidores públicos. Le dije : y yo que soy? Bajo la cabeza y me respondió : ellos están de servicio. Le dije: pero sus vehículos no son de uso oficial. No tienen identificación. Puso mala cara y no respondió. Claro que hay abuso y maltrato de parte de la guardia. Si lo hay. 

Las denuncias son muchas. Hasta cobran en divisas! Lamento que existan personas que se presten para eso y les paguen a ellos. Transcurrió el tiempo y de nuevo cerraron la estación. Converse con la encargada quien me dijo que ya no había combustible. Que lamentaba la mala suerte.

Le dije: es que no es cuestión de mala suerte. Es que destruyeron la nación. Ese día no quitaron la luz. Misteriosamente. La indignación me embargo, lo confieso, era demasiada!  Impotencia,rabia y frustración. La cotidianidad convertida en calamidad ! 

El lunes madrugue a otra estación: Buganvillas , en la Av Los Próceres, mejor conocida como la panamericana. A las 4:30 am la cola era inmensa, llegaba a la Av las Américas y subía en dirección del Ciudad de Mérida. Estuve 5 horas y me retire. Horas de vida invertidas en algo que debe ser normal y expedito para todos!  A ello se suma lo siguiente: las gandolas no tienen hora de llegada.

De manera que la incertidumbre impregna el ambiente. En la cola de La Mata, ayer, amigos pasaron 18 horas esperando la gandola, cuando por fin llego, era tarde, tuvieron que pernoctar expuestos al igual que en todo el territorio nacional al peligro de la oscuridad y la delincuencia desatada. Aclaro que de día también atracan.  Así estamos en Venezuela. Cada día informan cuales estaciones tendrán combustible. No son todas. Solo algunas. Distribuidas entre Mérida y Ejido.

Hoy me dispuse a realizar otro intento. La estación de Mario Peña recibió combustible.  Desde anoche se estaba formando la cola. Esa cola terminaba en Las Tapias, hoy, pero se metía por todas las urbanizaciones aledañas. La estación es grande y tiene varias islas y surtidores. Además corre relativamente rápido porque está organizada. Cerró cerca de las 4 pm. No es normal lo que ocurre en Venezuela. Gasolina no hay. Tachira ha vivido años de horror. Otros estados del país están en condiciones similares a las nuestras!.

El país es un estacionamiento ! Vehículos pasan días y noches haciendo dantescas colas para obtener gasolina. Ya la crisis se está acercando a Caracas. Valencia y Maracay están sin combustible. Días sin producir, de estrés e incertidumbre forman parte del sufrimiento venezolano. Este régimen nefasto destruye a granel. Venezuela se retuerce de tanta destrucción y corrupción. Además de los pésimos servicios:  sin agua, sin luz, sin Cantv, sin gas, sin internet, sin seguridad, ahora sin gasolina ni gasoil.

El país se paraliza. Definitivamente esto tiene que tener final. Espero que lo veamos. Es necesario.                     

PD: Agradezco al ángel que me ayudó hoy. Infinitamente.               

María Susana Chuecos Briceño. 15/5/2019. MERIDA. Venezuela.