Por Cardenal Baltazar Porras Cardozo…

En carta reciente el Papa Francisco hace hincapié en la necesidad de estudiar la historia para entender la realidad social actual. Para saber dónde estamos no podemos dejar de lado hace memoria de quienes nos han precedido. Un mal de nuestra sociedad venezolana ha sido desconocer buena parte de nuestro pasado y construirse héroes de papel que responden más a una ideología que a la verdad histórica. La gente de a pie como quienes han tenido responsabilidades públicas merece ser recordados para tomar el testigo de sus vidas y actuaciones: para valorar lo positivo y desechar o corregir los yerros. 

El 4 de mayo de este año 2025 se cumplirán los cien años del nacimiento del Dr. Luis Herrera Campins, llanero nacido en Acarigua, formado por los Hermanos de La Salle de Barquisimeto, dirigente juvenil del partido socialcristiano Copei donde ocupó diversos cargos tanto en el partido como en el ejercicio público hasta ser presidente de la República (1979-1984). Abogado por la Universidad de Santiago de Compostela en España a donde fue a parar como exiliado durante la dictadura perezjimenista.

Dejo a otros el análisis de su vida política, sujeta como siempre a la visión apasionada de sus seguidores o detractores. Es la vida cotidiana de quienes ejercen posiciones en el devenir de nuestra sociedad. Haré referencia a sus virtudes humanas, cívicas, familiares y religiosas que marcaron su vida. Conocí por vez primera a Luis Herrera en su visita a Mons. Miguel Antonio Salas, entonces obispo de Calabozo, donde le explicó con ánimo sereno lo acaecido en la convención del Radio City en 1972. Me impresionó la madurez humana y política de aquel hombre, sin odios ni resquemores. Formó parte de su personalidad de respeto por los demás aunque lo hubieran ofendido o traicionado.

Conservó siempre su espíritu campechano, llanero conversador con esa pisca de humor necesaria para llevar las adversidades de la vida. Hombre probo y honesto, sencillo sin vanagloriarse ni aprovecharse de las posiciones de gobierno que tuvo. En una ocasión, siendo presidente en ejercicio un policía le puso una multa a la caravana presidencial por haberse comido el semáforo. Lo aceptó y pagó la multa correspondiente. Su formación humana, familiar y religiosa lo hizo persona de principios firmes. De vida familiar intachable, no se enriqueció y murió en la indigencia. Su actuación política como la de todo hombre público tiene sus defensores y detractores. Es bueno sopesar los logros y las fallas para que la historia nos enseñe a comportarnos de manera correcta sin ningún tipo de abuso. Hombre culto, ávido lector, muy al día en su especialidad y en el conocimiento correcto de la doctrina social de la Iglesia. Su preocupación por los más necesitados y por la ayuda al pueblo centroamericano son algunas de sus inquietudes que llevó adelante con éxito.

En ocasión del centenario de su nacimiento es excelente ocasión para tomar nota del comportamiento que debemos tener los humanos, sin exclusiones, sin favoritismos y con espíritu de entendimiento con todos. En estos momentos del país, su legado es importante y nos pone ante uno de los hombres públicos que con sus luces y sombras marcan un sendero positivo a la sociedad venezolana.

16-01-25