Crónica desde el Ávila: Congreso Nacional de la Infancia y Adolescencia Misionera

Por: Cardenal Baltazar Porras Cardozo…

Del 3 al 6 de abril 2025 se celebró en Valencia el sexto congreso nacional de la Infancia Misionera. Una verdadera proeza en los tiempos que corren. Pero los milagros existen cuando hay constancia, coraje y esperanza. Congregar a 400 niños y adolescentes de todo el país con las limitaciones de la situación país, a lo que hay que sumar los trámites engorrosos para trasladar a menores de edad de todos los rincones del país para un evento que constata que la Iglesia católica está viva y con su mejor título, con muchachos que toman en serio su vida de formación humana y cristiana, sin complejos y sin miedos.

Valencia acogió a esta chiquillada ofreciendo parroquias, colegios y casas particulares para el hospedaje de los jóvenes a los que había que sumar los adultos acompañantes. Más o menos 600 personas. La generosidad de muchos hizo que no faltaran las tres comidas con sus respectivas meriendas, y el estar durante las jornadas en el colegio salesiano de Naguanagua. La organización de OMP, Infancia Misionera y Centimisión no dejó resquicio a la improvisación lo que hizo que todo marchara sobre ruedas.

Charlas, testimonios, videos bajo la figura de “Francisco un papa misionero”, dinámicas y cantos, celebraciones y talleres en un ambiente de alegría e interés en aquellos muchachos que vinieron a aprender y compartir pero que fueron a la vez evangelizadores para todos los adultos presentes, pero más aún, un llamado de atención a la iglesia toda de la vitalidad de nuestros muchachos.

Tuve la dicha de compartir la vivencia de presentar a Francisco, como modelo misionero para todos ellos. Me sorprendió y animó el cariño y devoción por nuestro Papa, la preocupación por la salud y el ofrecimiento de que Francisco supiera que los niños y adolescentes de Venezuela están muy cerca de él. Todas las diócesis y vicariatos se hicieron presentes con sus delegaciones.

En el compartir con ellos, fueron los protagonistas pues intervinieron más de veinte jóvenes con una clarividencia, con un aplomo, con soltura y propiedad. No fueron palabras al viento sino la expresión de una fe que va creciendo en la experiencia cotidiana en que cada una de sus comunidades. Es un campanazo para darnos cuenta que son miles de nuestros muchachos, ávidos de que nosotros los adultos los acompañemos, les trasmitamos lo mejor de nosotros, pero que seamos capaces de recibir de ellos el empuje para tomar las riendas de la evangelización en un mundo a veces hostil, pero con hambre de Dios, de amor a Jesús y de servicio a los más pequeños.

No dejemos apagar la llama humeante que nos trasmiten estos jóvenes. Quizás los adultos, no tomamos en serio que la vocación bautismal es la base igualitaria para asumir compromisos, que los más pequeños nos evangelizan y nos exigen más coherencia y mejor acompañamiento. Si no atendemos a la educación, al proceso de crecimiento en edad y sabiduría de nuestra juventud se nos pedirá cuenta del uso a veces mezquino de los talentos que hemos recibido para que demos señales de ser peregrinos de esperanza en este año jubilar. Este VI congreso es un momento de gracia y bendición, signo de esperanza para los niños y adolescentes de Venezuela y de toda nuestra Iglesia. Felicitaciones a los organizadores y a los muchos que pusieron su granito de arena para que se pudiera realizar con éxito este congreso. Queda darle continuidad en cada una de nuestras comunidades para que crezca el número de jóvenes que se sumen a ser peregrinos de su fe.

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