Crónica desde el Ávila: Cuatricentenario de Blas Pascal

Por: Cardenal Baltazar Porras Cardozo…

En mis años de estudios filosóficos en el Seminario Interdiocesano de Caracas, en los tratados de historia de la filosofía, metafísica y antropología, las referencias a Pascal eran frecuentes, generalmente en sentido crítico. Pensadores y enciclopedistas de la talla de Pascal abruman por su ciencia y agudeza en el trato de asuntos muy variados. Por ello, al ver que el Papa Francisco le dedica nada más y nada menos que una “carta apostólica”, queda claro que la opción por la periferia y por los de la acera de al lado, son parte de la estructura mental y pastoral de nuestro pontífice actual. Reconocer “las grandezas y las miserias del hombre” son un tributo a la verdad, la trasparencia y la acogida y cercanía con autores difíciles e incómodos. Es rara virtud en estos tiempos en los que los fanatismos y las posturas rígidas campean en todos los campos. Me limitaré a extraer algunos párrafos del documento papal para conocimiento de mis asiduos lectores.

Blas Pascal nació hace cuatro siglos en el centro de Francia, el 19 de junio de 1623, hace cuatro siglos. “Desde niño y durante toda su vida buscó la verdad. Con la razón rastreó sus signos, especialmente en los campos de las matemáticas, la geometría, la física y la filosofía. Realizó descubrimientos extraordinarios desde muy tierna edad, hasta el punto de alcanzar una fama considerable. Pero no se detuvo ahí. En un siglo de grandes progresos en muchos ámbitos de la ciencia, acompañados de un creciente espíritu de escepticismo filosófico y religioso, Blaise Pascal se mostró como un infatigable buscador de la verdad, y como tal permaneció siempre “inquieto”, atraído por nuevos y más amplios horizontes”.

 

“creo poder reconocer en él una actitud de fondo, que yo llamaría “asombrada apertura a la realidad”. Apertura a otras dimensiones del conocimiento y de la existencia, apertura a los demás, apertura a la sociedad. Por ejemplo, estuvo detrás de la creación, en 1661, en París, del primer sistema de transporte público de la historia, los “Carruajes de cinco centavos”. Si recalco este suceso desde el principio de esta carta, es para insistir en el hecho de que ni su conversión a Cristo, a partir sobre todo de su “Noche de fuego” del 23 de noviembre de 1654, ni su extraordinario esfuerzo intelectual en defensa de la fe cristiana lo convirtieron en una persona aislada de su época. Estaba atento a las cuestiones que en ese entonces eran más preocupantes, así como a las necesidades materiales de todos los que componían la sociedad en la que vivió”.

“La apertura a la realidad hizo que no se cerrara a los demás ni siquiera en la hora de su última enfermedad. De aquella época, cuando tenía treinta y nueve años, leemos las siguientes palabras, que expresan la etapa final de este camino evangélico: «Y si los médicos dicen verdad y Dios permite que salga de esta enfermedad, estoy resuelto a no tener más ocupaciones ni otro empleo del resto de mis días que el servicio de los pobres». Es conmovedor constatar que, en los últimos días de su vida, un pensador tan brillante como Blaise Pascal no viera mayor urgencia que dedicar su energía a las obras de misericordia: «El único objeto de la Escritura es la caridad».

“Al meditar sobre los Pensamientos de Pascal encontramos, en cierto modo, este principio fundamental: «la realidad es superior a la idea», ya que Pascal nos enseña a alejarnos de las «diversas formas de ocultar la realidad», desde los «purismos angélicos» hasta los «intelectualismos sin sabiduría». No hay nada más peligroso que un pensamiento desencarnado: «El que quiere hacer el ángel, hace la bestia». Y las ideologías mortíferas que continuamos padeciendo en los ámbitos económico, social, antropológico y moral mantienen a quienes las siguen dentro de burbujas de creencia donde la idea ha reemplazado a la realidad”.

“Que su obra luminosa y los ejemplos de su vida, tan profundamente sumergida en Jesucristo, nos puedan ayudar a seguir hasta el final el camino de la verdad, la conversión y la caridad. Porque la vida de un hombre es muy breve: «Eternamente gozoso por un día de sufrimiento en la tierra».

Invito a leer el texto completo de la carta papal y releer o buscar los Pensamientos de Pascal que, a cuatro siglos de distancias, parecen escritos para nuestro tiempo.

44.- 25-10-23(4360)