Hoy se cumple un año, de aquel aciago día en que el mapa de Venezuela se oscureció por completo, gracias a un gran apagón que dejó a sus habitantes en estado de shock, incertidumbre y angustia vital.
La confusión reinó en el territorio nacional. Comenzaron entonces los dimes y diretes. Se dieron todo tipo de explicaciones, muchas incoherentes, otras coherentes. Para el gobierno una “guerra eléctrica” y un acto de sabotaje a la principal central hidroeléctrica venezolana en Gurí, estado de Bolívar. Para los expertos en materia: falta de mantenimiento, obsolescencia de equipos, escases de personal técnico calificado.
Desde aquel incidente y pasados 365 días, la situación del Sistema Eléctrico Nacional, no ha mejorado sensiblemente. Por el contrario, los constantes apagones, y bajones de voltaje atormentan a la población de manera constante. No hay cronogramas de corte, no hay respuestas satisfactorias al clamor de las comunidades. No hay respeto al derecho que tiene la ciudadanía de contar con servicios básicos de calidad, y la electricidad lo es, sin duda alguna.
Es una calamidad pública. Cuando se va la electricidad, la vida se queda en pausa, suspendida, hasta quién sabe cuándo.Familias enteras se quedan sin poder preparar alimentos, los comerciantes pierden horas irrecuperables de trabajo, que ya de por sí, están sumidos en una crisis económica sin precedentes. Se cortan las comunicaciones, la telefonía fija y celular. Stop laboral. Los puntos de venta dejan de funcionar. Un pandemónium. Un infierno oscuro. El caos.
Las personas comentan la preocupante realidad de sus aparatos eléctricos dañados por culpa única y exclusivamente, de los intensos y perversos apagones, a toda hora y lo peor, sin aviso y sin posibilidades de protesta. La lista es interminable y en muchos hogares las pérdidas materiales son cuantiosas: neveras, lavadoras, secadoras, computadoras, microondas, calentadores, aires acondicionados y pare usted de contar.
Por si fuera poco, mucha gente está padeciendo problemas emocionales por esta causa que es, insoportable e inhumana.
Los Estados Andinos y el Zulia están siendo mayormente afectados porque la “burbuja de la gran Caracas y zonas aledañas “sigue bastante “normal”. Uno que otro apagoncito que es subsanado rápidamente ¿a qué se deberá tanta desigualdad?
Los comités de vecinos se organizan, protestan, exigen explicaciones, los medios de comunicación denuncian, las redes sociales estallan informando en qué lugares y por cuánto tiempo se ha ido la electricidad, los creyentes hacen cadenas de oración, pero lamentablemente nada de eso ha valido la pena. Lejos de obtener soluciones y repuestas los cortes continúan con la misma ferocidad y causando mucho daño.
Los refranes no se equivocan “no hay peor ciego que el que no quiere ver” y parece que quienes detentan el poder, no están en condiciones, no saben o no pueden solucionar la grave y permanente crisis del sector eléctrico en el país.
¿Será casualidad o casualidad que cerca de esta fecha de un cumpleaños infeliz, la crisis del sector se esté sintiendo con mayor intensidad? Durante los últimos días las bajas en el voltaje han sido pertinaces, hasta más de seis en el mismo día. De mañana, tarde o de noche, no importa la hora, ni la fecha, la luz, se irá, dejándolo a usted sumido en la nada. La gente en la calle se pregunta ¿si este contexto similar al del año pasado, presagiará otro nuevo apagón a nivel nacional?
De vez en cuando, como si de un paciente en terapia intensiva se tratara, le ponen un suero para tratar de reanimarlo, como el que pusieron durante las Ferias del Sol, sin embargo, el sistema eléctrico venezolano está realmente comprometido y hacen falta muchas más acciones para sacarlo del estado de coma.
C.C.