El ser y el deber ser en salud pública

Por: Eduardo Ruette…

Semanas atrás, y con información de “primera mano”, la autoridad única de salud en el estado Mérida, dejaba saber sobre la incorporación de 100 nuevas camas para el área de hospitalización del Hospital Sor Juana Inés de la Cruz, el cual seguiría con el mismo personal de atención y el mismo presupuesto para el funcionamiento. Esa cantidad de camas hubiese permitido en circunstancias normales, haber elevado el rango del mencionado hospital.

Pero como se trataba de decisiones en el marco de una campaña electoral, se trataba de una incorporación circunstancial que ocasionó que desde Caracas trasladaran a Mérida, hospitales móviles de los que se usan en conflictos bélicos para realizar para entonces operativos médicos quirúrgicos en vista de que las denuncias sobre la tragedia sanitaria en Venezuela, salen a la luz pública por cualquier medio, se actuaba así buscando “tapar el sol con un dedo”.

Pasada la fase electoral, todo volvió a quedar como estaba, inoperante. Fue uno de esos “pañitos de agua caliente” que colocan en cualquier situación crítica que surja, debido a la irresponsabilidad característica de este régimen.

La tragedia continúa cuando se tiene en cuenta el daño de la infraestructura de la red hospitalaria. Las promesas no cumplidas con el Hospital de El Vigía, que estando en una situación operativa suficiente, aliviaría a la red de atención, su situación es patética e indescriptible, en que luego de varias visitas a estos recintos concluí que no es comparable siquiera con la situación del HULA, eso sólo hay que imaginarlo.

No escapan a esta realidad la infraestructura de la red del Páramo y el resto de la Panamericana en decadencia total tras el descuido en los últimos 18 años, a ello debe agregarse la inoperancia que significa la falla de la mano calificada, ya que los médicos rurales ni siquiera se molestan en comenzar o terminar sus procesos de “rurales”, porque salen huyendo de esta catástrofe sanitaria por falta de oportunidades y condiciones, que ponen en jaque las normas básicas de atención, obligados por la realidad económica, que incide negativamente en el músculo de la buena tarea, al no haber requerimientos mínimos para la atención de la salud pública y la promoción de la misma.

 (*) Obstetra Ginecólogo

@eruette