Depredadores ambientales

Por: Ramsés Uribe…

Para nadie es un secreto la destrucción del medio ambiente o entorno vital de la doliente humanidad. Si bien los medios de comunicación parecen proyectar su interés por este tema, no es menos cierto que su mensaje conservacionista no ha cuajado en la mente y el corazón de la mayoría de los ciudadanos pues sigue este proceso enormemente perjudicial para la vida humana, animal vegetal, natural, sin visos de erradicación definitiva o reducción de al menos algunos de sus efectos y características más notables.

Es casi seguro el mito del homo sapiens pues ahora esto se ha revertido o mutado, debería llamarse homo plagus u homo terminator, por el afán destructor del ambiente, de la denominada madre naturaleza, de sus semejantes y de sí mismo. Intentemos identificar al susodicho personaje perverso con algunas de sus peculiaridades: este exterminador de la vida es un ser bípedo, tiene la facultad del habla, cerebro altamente complejo, alguien de corbata, aunque muchos ya no la usan; tiene zapatos deportivos o a veces elegantes, fue a la escuela y posiblemente a la universidad, tiene hábitos comunes: hace deporte, trabaja, estudia, come arepas o lo que pueda conseguir luego de largas e infames colas…

Hace poco me enteré que un gramo de oro se cotiza en 30 dólares aproximadamente y así asistimos a la pérdida total del valor humano. Cualquier paisano vendería ( y en efecto así ocurre) a su abuelita o a sus hijos, a la mascota, e incluso a su alma a cambio de unos cuantos pesos (bolívares no aplican por devaluación). Tanta filosofía, arte, religión, ciencia, tecnología e historia para nada; para terminar en el callejón sin salida del fin de la humanidad. Como bien se ha dicho por ahí: la muerte del último árbol será la muerte del ser humano. En lugar de avanzar hacia una sociedad más humanizada y un mundo mejor, con plena conciencia planetaria, como lo planteó hace pocos años el gran filósofo parisiense, Edgar Morin, vamos rumbo ( o estamos pisando firme) al descalabro ambiental y social. Ya lo ratificó recientemente el afamado científico británico Stephen Hawking: la humanidad está en riesgo y muchos de los peligros los hemos creado nosotros mismos.

Ante un panorama apocalíptico tan abrumador cabe ofrecer alguna esperanza, por supuesto, ya que no tiene mucho sentido quejarse y/o hacer diagnósticos ecológicos nada más. Lo primero que se podría hacer es asumir cierta postura filosófica, la ética del estoico: esto es, aceptar la cruda realidad de los hechos, despertar del sueño dogmático como dijo Kant, y refugiarse en sí mismo, en la espiritualidad. También o paralelamente hay que agregar la conducta ecológica: léase, cuidar nuestro entorno natural; reciclar, evitar la enajenación del consumo exagerado, entre otras medidas que todo ciudadano debería asumir y pronto.

Ramsés Uribe, profesor NUVM de la ULA
ramaseum@yahoo.com
@ramthalneo