Despedida al Dr. Luis Manuel Gilarte

Como médico y venezolana, me veo en la necesidad de hacer algunas consideraciones en relación a lo que estamos viviendo. Hoy, partió al reino celestial Luis Manuel Guilarte, un hombre sereno y discreto, que con tesón , demostró honestidad durante sus labores de docencia y como experto en su especialidad. Uno de los nuestros partió, dentro de la institución en la que salvo muchas vidas.

Cada día nos toca más cercanamente el dolor y la preocupación generada por una afección mortal, que pareciera no tener fin. Es una lucha sin tregua, donde las bajas nuestras son importantes. Para nadie es un secreto que el sistema de salud está profundamente herido en Venezuela.

También sabemos que los servicios básicos son inexistentes, y que los recursos y el presupuesto que deben ser asignados al hospital son prácticamente nulos. Trabajamos en un hospital con grandes carencias, que ha sobrevivido gracias a las donaciones realizadas por algunas personas y organizaciones que desinteresadamente prestan su valioso apoyo para este fin. Pero aún así no es suficiente. Siempre he dicho que el recurso humano es lo más valioso de las instituciones; y ese recurso humano , precisamente es el que está perdiendo la batalla en estos momentos.

Cada uno de nosotros es paciente potencial. No olvidemos esto. Trabajamos en condiciones adversas, muy adversas, desde hace años. El Instituto Autónomo Hospital Universitario de los Andes, (IAHULA) es nuestro sitio de trabajo, y es un hospital centinela. Como hospital centinela debe contar con los medicamentos, insumos y recursos necesarios para el diagnóstico y tratamiento efectivo del COVID-19 y todas las patologías existentes ; porque no todo es COVID -19.  Nada es exagerado en tiempos de pandemia, y sin equipos de protección no hay vida. La carencia de agua y jabón agrava la situación.

El burocratismo perverso para encontrar los medicamentos que se necesitan con la urgencia requerida retrasan la atención y las posibilidades de alivio y recuperación de los pacientes. Son horas y días que se pierden mientras se encuentran y esto atenta contra la vida de quienes requieren atención inmediata.

Hay escasez de reactivos de laboratorio, de hemoderivados, de Rx y ausencia de Tomografía y resonador en el hospital, teniendo que trasladarse los pacientes a otros centros para su realización, con todos los riesgos que ello implica. Además no hay personal de enfermería suficiente para la atención ideal. Y muchos de los nuestros han partido buscando mejor vida en otros países. La situación reviste una gravedad que no puede silenciarse.

Nadie puede callar ante lo que palpamos diariamente. El deber es informar y denunciar sin descanso. Callar no es  la opción. En estos momentos hay colegas nuestros hospitalizados, uno es un residente, que forma parte de la generación de relevo y no cuenta con recursos económicos ni con los medicamentos requeridos. Y no sabemos quién saldrá ileso de todo esto. Por eso, los invito a reflexionar y a elevar la voz para denunciar la discriminación de la que estamos siendo víctimas. Porque segura estoy de que para algunas personalidades y personeros, todo fluye sin tener que pasar por el calvario que vivimos todos los días cuando la muerte nos acecha sin piedad.

El gremio está de luto, por cada uno de los que han partido en condiciones de rudeza infinita. María Susana Chuecos Briceño. Mérida , 16/9/2020.

Texto publicado por la Dra Susana Checos, Neurólogo adscrita al Iahula