Educación envirulada

Por: Ramsés Uribe…

Anteducativo. En esta época convulsionada por la pandemia a lo ancho y largo del mundo, seguimos reflexionando acerca de sus efectos e intentamos aventurarnos al futuro luego del desastre planetario. Ahora corresponde el turno a la educación que ha sido el dolor de cabeza para los expertos, madres y padres de familia o cuando menos los representantes legales o postizos. Las jefas de familia están quizás por primera vez, experimentando, forzados por el covid-19, sufriendo en carne vivencial lo que siente todo docente cada día, cada minuto, semestre y hasta el año, período escolar completo o hasta toda su vida útil profesional: trabajar y compartir con niños o jóvenes estudiantes. Están comprendiendo por lo que pasa cualquier profesor y lo laborioso e importante de su función social. Gracias a este hecho para fortuito, inédito en la historia contemporánea del mundo, los padres han comprendido lo valioso de la educación; ellos presionarán y apoyarán este asunto; tenemos nuevos promotores y seguidores incondicionales de esta bella labor social. Seguro de aquí en adelante mejorará el sistema educativo. Es falso o cuando menos atrevido, muy temerario de asomado, quienes afirman que cualquiera puede enseñar y que es muy fácil. ¿Acaso es cualquier bobadita en el camino de la vida social el noble hecho de enseñar la seria ciencia o la filosofía inquisidora, o la precisa y utilitaria tecnología?. No es sencillo, es una labor titánica pero encomiable.

Propuesta educativa viraluna: Más que insistir en la recuperación del país por medio de la modalidad a distancia y la tecnología educativa virtual (que son ideas bonísimas), hay que reivindicar la figura honorable del docente como el profesional más importante en la sociedad, lo que implica empoderarlo a través de un perfil acorde a su elevada misión y a las tremendas exigencias actuales que pasan por el manejo de situaciones extremas. Este perfil en parte ya fue propuesto por nosotros en los artículos, “Profesorado universitario empoderado”, del 2016, “Efemérides del profesorado” del 2017, entre otros espacios académicos. Asimismo hay que volver a nuestros antiguos valores humanos como por ejemplo los que nos legó Don Arturo Uslar Pietri con su inmenso amor al país, a la fiebre fogosa del conocimiento de las humanidades, especialmente a la historia y al conocimiento, la educación popular desde los medios de comunicación, a la participación ciudadana, cívica y sobre todo a la de la política con “p” mayúscula (no a la politiquería)…ah y su desquiciante por lo seguida, la enfermiza frase de, “sembrar el petróleo”, cuestión que nunca escucharon los gobernantes de turno de Miraflores demócratas, mucho menos los recientes de izquierda. Agregar a los principios otorgados por Don Renny Ottolina con su maniática insistencia en contagiar a todos del mosquito elegante del buen ciudadano, así como su gran amor por toda la geografía nacional, a las artes en general. Unir la doctrina del educador ulandino José Manuel Monagas con su empeño de servir al país defendiendo la democracia, educando, ejerciendo la ciudadanía para contagiarla masivamente de libertad.

Reinventar la educación: En el siglo XXI con la cuarentena forzada está de moda mirarse el ombligo para conocerse mejor ahí donde más es necesario para avanzar; en la mente, la convivencia, el hogar  y la cotidianidad. Sin descartar la mirada al exterior, al mundo que también está padeciendo la pandemia, urge poner a andar el carro de la creatividad para la inventiva de mejores maneras de hacer y simplificar las cosas cotidianas y las especiales con el emprendimiento, que debe seguirse enseñando y promoviendo hoy y mañana. La educación siempre ha estado evolucionando a lo largo de su extensa historia. Se ha adaptado a los tiempos cambiantes. En este sentido,  con este problema global hay que reactualizar la educación no para estar a la moda curricular o tecnológica sino para soslayar la pandemia y encauzarla hacia el futuro cercano y lejano, sin perder de vista la condición humana que estuvo rezagada por tanto egoísmo y ruido social. Todo se está reinventando, moviéndose serpentinamente sin cesar.

Aportes criollos a la educación en la pandemia. Es sumamente ilustrativo y aclarador el docente ulandino, Bernardo Moncada Cárdenas en su artículo, “Con fundamento: ¿Viralizar la educación?”, del 29 de abril 2020, que aunque destaca la educación virtual,  señala los peligros de viralizar la actividad religiosa, así como la educativa, apenas justificada por la grave situación de salud mundial, pero que sólo se justifica para salir del túnel no para quedarse allí. Esta oración paradigmática nos impresionó gratamente el intelecto y el olfato ontológico.

Otros aportes educacionales: el del destacadísimo prof. Javier Duplá. Este autor en su obra “La educación en Venezuela” de 1991, señala un diagnóstico que parece ser vigente 100%. Es como si estuviera describiendo la educación de estos veinte años de socialismo retrógrado, malsano y destructivo por sus efectos visibles para todos. Acusa, igual que pasa con la sumatoria de la pandemia, que la  educación se ha venido a menos porque la calidad educativa es muy pobre, la inmensa mayoría de los niños y jóvenes aprende poco y mal, pierden su tiempo lastimosamente y no adquieren los hábitos fundamentales de regularidad en el trabajo, sentido de responsabilidad y orgullo propio de la obra bien hecha, condiciones indispensables para que una sociedad se mantenga y supere la crisis nacional.

Por supuesto, el desafuero socialista ha hecho estragos en la educación y en todas las instituciones nacionales, condenando a seguir el fracaso y la miseria el futuro del país. A propósito de esto recordamos lo dicho recientemente  por nuestro gran maestro en la universidad emeritense, Dr. Pompeyo Ramos Muscato: “Siento pena por la juventud venezolana, debido a la negrura de su horizonte”.

Muchos estudiantes han caído muy bajo, en la total mediocridad; ya no leen, ni por casualidad, la pereza es la reina seguida de la impericia y más cerca, la desidia. No se valora el trabajo ni el estudio, sino la vagancia y su hermana gemela  la ignorancia: así se puede manipular mejor al pueblo. La corrupción es la nueva lección que sigue creciendo y se hace sofisticada a medida que crece el niño hasta que se gradúa de funcionario público o bachaquero mayor. Incluso el de menor jerarquía es todo un mafioso. Es un país gangsterizado hasta los tuétanos: en la familia misma. Apoyándonos en los estudios de diversas organizaciones no gubernamentales como Transparencia Internacional, que señaló que Venezuela fue el país más corrupto de América y el Caribe en 2019, consideramos que posiblemente el saqueo y corrupción más grande de la historia se ha producido en Venezuela. De todas maneras, rosas y sol radiante, creemos todavía en el camino educativo como parte de la solución ante este gran desafío. Cómo dijo El Quijote: Sancho luchamos contra gigantes: el miedo, la ignorancia y la injusticia. Esa es la lucha formidable que enfrentan los educadores, las cabezas de familia, y toda la gente consciente que quiere un país más justo y humanizado.

Una excelente alternativa para encauzar la educación ahora y en la pospandemia es ponerle la debida atención  a la concepción del filósofo Karl Jaspers, replanteado por Mayor Zaragoza, al expresar que los fines académicos de la universalidad, diversidad e interdependencia, pueden orientarnos ahora y el futuro próximo porque dado el cambio tecnológico constante, los estudiantes deberían tener una formación más general que enseñe ante todo la habilidad para el cambio, el pensamiento creativo y adaptativo, la habilidad para buscar información adecuada por internet, aunque falle mucho.

No se puede dejar de lado las competencias instrumentales, del hacer con énfasis en la lectura, la escritura y el manejo de las redes e internet; tampoco las competencias del ser y el convivir al cultivar la ciudadanía, la tolerancia, la identidad nacional, el amor al trabajo y todos los demás valores humanos, el manejo de la incertidumbre como decía el filósofo Edgar Morín. En suma, entre todos se puede reconstruir la educación de hoy la pospandemia con toda la voluntad de resiliencia posible, Dios mediante.

Profesor de la ULA.

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