El Big Ben Deportivo: Cielo e infierno, ángeles y demonios en Tokio 2020

Por: Andrés E. Mora M…

Los Juegos Olímpicos más complicados de la historia, Tokio 2020, han sido un collage de los más variados sentimientos y emociones. Desde atletas desconocidos tocando el cielo por el triunfo inesperado, a figuras icónicas desmoronándose a causa de la enorme presión que tienen sobre sus hombros o por la depresión, consecuencia de circunstancias vividas en el pasado, que, por alguna razón, salen a la superficie – impulsadas por algún evento que funge como detonante – llevando su carga indeseada de dolor y frustración.

Pero también ha servido de escenario para los fines maniqueos del régimen usurpador que padecemos, con la finalidad de sacar provecho político de situaciones que se hayan presentado o se puedan presentar. No dudamos – una vez leído el inefable tweet del canciller de la usurpación – que los personeros de la «Peste», no importa el sitio donde se encuentren, sea allá o aquí, hayan celebrado de la misma manera la caída de Eldric Sella en su primer combate, que el «bañó de plata» recibido por Julio Mayora por su excepcional actuación en la categoría de los -73 Kg del levantamientos de pesas.

Así pues, entre aquellos que tocaron el cielo después de un desempeño magistral que les permitió «dejar en la cuneta» a los consagrados de su disciplina, hay varios candidatos. Sin embargo, por cuestiones de espacio, nos referiremos únicamente a dos. Uno de ellos es el adolescente tunecino Ahmed Hafnaoui, quien con sus 18 años «dejó con los ojos claros y sin vista» a sus rivales en la final de los 400 m estilo libre masculino celebrada en el Centro Acuático de Tokio.

El, para la gran mayoría, desconocido Hafnaoui, nadando en uno de los carriles exteriores, asignados, como es bien sabido, a los nadadores más lentos de los «heat» clasificatorios, dejó con la medalla de plata, contra todos los pronósticos, al australiano Jack MacLoughlin, gran favorito, y con el bronce al estadounidense Kieran Smith. Nadie, ni siquiera él mismo se lo esperaba, ya que en los Juegos olímpicos de la Juventud en 2018 finalizó octavo en los 400 m y séptimo en los 800 m estilo libre.

La otra gran sorpresa vino de Francia empuñando una espada. Romain Cannone – que hace poco más de un mes ni siquiera sabía si asistiría a Tokio 2020, ni había ganado ninguna competencia internacional – se hizo de la medalla de oro de la espada individual masculina con una titánica actuación. El número 47 del ranking mundial se llevó por delante a los tres primeros de esa clasificación – que a su vez eran campeón, subcampeón y tercero del último mundial – pero antes había despachado a Rubén Limardo, nuestra medalla de oro en Londres 2012, en la primera ronda y a otros tres contrincantes. Más que merecida la medalla de oro ganada por el francés de 24 años, que por circunstancias sobrevenidas pasó de ser el suplente del equipo, a participar en los individuales.

“Tenemos que proteger nuestra mente y nuestro cuerpo en vez de salir y hacer lo que el mundo quiere que hagamos”, declararía Simone Biles, considerada por unanimidad la mejor gimnasta de todos los tiempos, después de que, en plena presentación, su «infierno» la hiciera sucumbir en el actual «epicentro» del deporte mundial, la capital nipona

“Simone Biles tenía muchas razones para mostrar fragilidad. Adoptada por sus abuelos luego de que su madre perdiera la custodia de cuatro hijos por problemas de drogas y alcohol, separada de dos de sus hermanos en el proceso de la adopción, víctima confesa de abuso sexual del médico Larry Nassar, las grietas de un pasado tumultuoso nunca parecieron filtrarse a ese terreno de asombro y perfección que era su carrera deportiva…. Hasta la noche del 27 de julio en Tokio”, escribiría @eumaresaa en su estupendo artículo titulado “Los ‘demonios’ de Simone Biles y la fragilidad de las estrellas”

La excelente periodista finaliza su artículo con una reflexión muy pertinente: “Permanentemente bajo los reflectores del triunfo, son pocos los atletas que han hablado abiertamente sobre sus problemas de salud mental como lo han hecho Biles y Osaka. Curiosamente, ambas salen de Tokio (no se sabe si Biles definitivamente) el mismo día, una jornada que podría abrir una nueva puerta de revisión para el deporte.”

De situaciones humanas como las anteriores, aunque ciertamente disimiles, pasaremos a situaciones que por su falsedad rayan en la crueldad, propias de este endemoniado régimen – el mismo que se encuentra en «pico de zamuro» ante la Fiscalía de la Corte Penal Internacional – que utiliza a sus operadores políticos para decir «su verdad», que nada tiene que ver con la realidad.

Así pues, Jorge Arreaza es el «primero en tomar turno», en la alineación de «bates quebrados»» que todos conocemos: “Esto ocurre cuando ACNUR actúa por intereses políticos, sin rigor. Eldric Sella no es refugiado, nadie lo persigue. Puede volver a casa cuando quiera. Migró a Trinidad y no le podía ser otorgado un status para el que no aplica. ACNUR lo utilizó ideológicamente contra Venezuela”.

Arreaza con ese «globito al pitcher» no logra desviar, en absoluto, el hecho fundamental: lo de Eldric Sella – que es bastante probable que Canadá lo acoja – es el caso de más de seis millones de venezolanos que han abandonado el país por la crisis humanitaria compleja generada por la dantesca corrupción de la «Peste roja-rojita».

El segundo en «tomar turno» fue Mervin Maldonado, ministro del deporte, con el video de la conversación de Julio Mayora con el «custodio de Miraflores». La periodista Eumar Esaa lo «poncha» con una «cutter» lanzada en el programa de César Miguel Rondón: “Hay que ponerse en el lugar de un atleta que vive en un barrio, que busca una vivienda digna y no tiene las posibilidades de otros atletas de hacer una carrera sin tener que aparecer en actos político”.

¿El video? Suerte de audición exigida para optar a la «Misión medalla por casa».    

 aemora@gmail.com, @amoramarquez

31-07-2021