El Big Ben Deportivo: Covid-19 con tufo a charreteras sacude Margarita

Por Andrés E. Mora M...

«Se ha determinado que gobernar es un acto propio del civilismo, incluir militares en esa tarea es nocivo para la democracia y el país», esa conclusión, tipo advertencia de cigarrillos, de ahí que la coloquemos entrecomillada, y que bien pudiéramos acompañar con la imagen satelital nocturna de la Venezuela actual, a oscuras en muchos lugares, y la de hace 22 años, iluminada hasta el lugar más recóndito, como crudo testimonio silente del daño producido por obviarla, deberíamos tenerla presente a diario como aprendizaje de lo que ha sido la ruinosa gestión de la perniciosa «unión cívico-militar» en estos algo más de 21 años de «peste roja-rojita». Inclusive, con lo que ha acontecido con el Covid-19 en el estado Nueva Esparta a partir del viernes 17-A, sería pertinente añadirle « y hasta para la salud de la población, cuando estos no se subordinan a la autoridad civil». Pero vayamos por parte.

El 17-A es una fecha muy significativa para el beisbol criollo por una serie de acontecimientos que tuvieron como protagonistas a un par de peloteros «made in Venezuela» en la naciente temporada de las Grandes Ligas del año 1956. Uno de ellos ya había comenzado a hacer historia, de hecho había sido elegido en cuatro oportunidades para el «Juego de las Estrellas», habiéndose convertido, incluso, en 1951, su segunda campaña apenas, en el primer latinoamericano en participar en un «All Star Game». El otro comenzaba su periplo hacia la inmortalidad.

Ese día debutaría, en el «Comiskey Park» de Chicago, Luis Ernesto Aparicio Montiel, hasta la fecha, el único venezolano con un nicho en Cooperstown. Es así como ese tercer martes de abril de aquel año bisiesto, hace 64 años, «Little Louie», como apodaban al de Maracaibo, con 21 años y 354 días -cumple 86 en cuatro días, el 29-A- defendería el «campo corto» de los Medias Blancas de Chicago, convirtiéndose en el jugador número 8.925 en la historia de la MLB. Para hacer esa fecha aun más interesante, en la acera de enfrente tendría, ni más ni menos, a quien ya era todo un ídolo en el «big show», el caraqueño Alfonso «Chico» Carrasquel, de 30 años, vistiendo la camiseta de los Indios de Cleveland, equipo al que llegaría después de haber defendido hasta la campaña anterior, y por seis años, el «Shortstop» del «team» que estaba por encarar y que el jovencito marabino ahora cubría. Así que ese día fue, también, la primera vez que dos venezolanos coincidirían en un juego en la Gran Carpa. Como dato curioso, escasas 2 horas y 5 minutos fue el tiempo que les llevó a los anfitriones ganar 2×1. 

No obstante, las coincidencias no paran ahí. El recordado «Carrasquelito», cuyo fallecimiento el 26-5-2005 en Caracas enlutó a Venezuela y al mundo del beisbol, iniciaría su fulgurante carrera de diez campañas en las «mayores» el 18-A de 1950 -el sábado pasado hizo 70 años que el pelotero 8.238 se uniformara de «bigleaguer»- yéndose de 3-1 ante «St. Louis Browns». Y tal día como ese, 33 años después, nacería en Maracay Miguel Cabrera, el mejor toletero criollo de todos los tiempos para quien “ya su alfombra roja ha sido tendida hasta Cooperstown», según el siempre polémico Juan Vené (Juan Vené En La Pelota, 21-11-2017). Quien, por cierto, publicó otra de sus controversiales «cartas» – «La Carta desde el más allá…», Juan Vené En La Pelota, 13-04-2020 -que ha levantado, como usualmente sucede con ellas, una gran polvareda.

Pero no es precisamente una tolvanera lo ocurrido en la academia de beisbol «Roberto Vahlis» en Margarita. Es un escándalo mayúsculo del que se desprende un nada agradable olor a galones, según lo declarado por el gobernador de la entidad Alfredo Díaz -«estaban avalados por los militares de la región. Allí existen hijos de militares de alto nivel del estado nueva Esparta y a nivel nacional (…) Los únicos culpables, y así se lo digo a Jorge Rodríguez, son los militares» -cuando el reportero de TNT24 le preguntó la razón por la que esa escuela deportiva permaneció abierta durante la cuarentena. De tal manera que la pelota vuelva a hacerse presente un 17-A, pero en esta oportunidad no para escribir líneas que nos enorgullezcan, sino para ser agredida por inescrupulosos.
 

Y es que la llegada de la «revolución bonita» rompió con el equilibrio existente entre los sectores civil y militar de la sociedad venezolana. El de Sabaneta le dio preeminencia al sector castrense y el usurpador incrementó sus prerrogativas y privilegios. Se llegó al exabrupto de crear un mega consorcio exclusivo para ellos y de ubicar en puestos claves de la administración pública a militares sin experiencia ni experticia en el área. Por tal motivo hay un grupo numeroso en la FANB que atropellan leyes y Constitución, sabiéndose «guapos y apoyados» por ser el sostén del régimen usurpador. 

De ahí que un tercio de los generales del Ejército Bolivariano esté vinculado a empresas habilitadas para hacer negocios con el gobierno, según una reciente investigación de la OCCRP (Organized Crime and Corruption Reporting Project). De ahí el «matraqueo» constante de muchos funcionarios de la GNB en las estaciones de servicio de todo el territorio nacional. De ahí, en buena medida, el colapso de la industria petrolera y del sector eléctrico. De ahí que los militares que se encuentran presos sean aquellos que se oponen a la dictadura y no los responsables de las decenas de muertos y centenas de heridos de los disturbios de 2017.

Por eso no sería de extrañar la arremetida de «Jorgito» contra el gobernador opositor de Nueva Esparta y su mutis ante la denuncia de éste de que la propagación del «virus chino» que ha estremecido a la población de Pedro González, tenga el tufo tóxico de las charreteras que han sido tan nocivas para el país.

Prof. Titular jubilado ULA – Cronista deportivo
aemora@gmail.com, @amoramarquez

25-04-2020 (día 40 de cuarentena)