El Big Ben Deportivo: Izquierda latinoamericana, letrina ideológica de la ética      

 Por Andrés E. Mora M…

“Amigo Omar…: Espero comprendas que solo porque naciste en nuestra bella Caracas, igual que yo, no me obliga a votar por ti para el Hall de la Fama de Cooperstown”, ese es el encabezamiento de la carta abierta que Juan Vené en su columna del 11-12-2017 le dirigió a Omar Vizquel – el mismo que con la magia de su guante no solo cautivó multitudes, sino estadísticas también, al dejar un impresionante 29.5 en el WAR defensivo que lo ubica noveno en este importante aspecto del juego en la lista de todos los tiempos de la «Major League Baseball», cuando el nombre del ex campocorto caraqueño, «caraquista» hasta los tuétanos para más señas y ganador de 11 «guantes de oro» en el «big show», apareció por primera vez en la planilla de votación para aspirar a un nicho en el templo de los inmortales del mejor béisbol del mundo.

“Fuiste un biglaguer notable, sensacional, pero, El Hall de la Fama es solo para los fuera de serie. Si te elegimos, ¿qué deberíamos hacer con David Concepción?”, preguntaría más adelante en su misiva el periodista venezolano, cuyo nombre de pila es José Machado, refiriéndose a otro virtuoso «short stop» nacido en esta otrora tierra de gracia, pieza fundamental de aquellos Rojos de Cincinnati de los 70`s – la recordada «maquinaria roja» de Pete Rose y compañía – cuyo nombre apareció en la boleta electoral durante 15 años consecutivos (1994-2008), el tiempo máximo permitido para considerar la elegibilidad de un pelotero hasta que en el 2014 se redujo a diez, y que en 1998 obtuvo su más alta votación al ser escogido en 80 de las 473 papeletas, un 16,9% de las preferencias.

“Los ignorantes del caso hablan de tus números como superlativos, pero no los son, ni es lo principal para nuestros votos. Si los números fueran tan decisivos, no haríamos falta los 500 electores en toda la Unión”, añadiría más adelante el único criollo que, por ser miembro de la Asociación de Escritores de Béisbol de América, tiene el privilegio – y la responsabilidad – de votar para elegir a los futuros huéspedes del Olimpo de la pelota estadounidense.

“Si te eligen sin mi voto, de todas maneras celebraré y apoyaré la elección. Eso es democracia, elegancia. Tú y yo nos henos tratado durante más de 30 años con bastante cariño de amigos y con absoluto respeto. Espero seguir igual, pase lo que pase con tu candidatura a Cooperstown”, expresaría el comunicador social convencido de que su posición no afectaría la cordial relación existente entre ambos, para finalizar luego con la siguiente reflexión: “La patriotería en tu caso y en el mío, sería de un ridículo galopante. Mi conciencia y mi preparación para votar para el Hall de la Fama, me defienden para que no cometa errores como ese.”

Se puede estar de acuerdo, o no, con la opinión y/o argumentos de Juan Vené. Pero eso es irrelevante. Lo digno de resaltar aquí es la franqueza, claridad y honestidad con que el avezado cronista le informa al insigne ex grandeliga, a los venezolanos y al mundo del béisbol todo que, el que es considerado por muchos como el mejor campocorto defensivo de la historia de este deporte, no contará con su voto para ser exaltado a la inmortalidad porque, si  bien es cierto fue un pelotero espectacular, de acuerdo a su criterio y convicción no cumple con la condición sine qua non para ello: haber sido un «fuera de serie».

Es precisamente la ausencia de principios y convicciones en el liderazgo de la izquierda latinoamericana «moderna» – como a algunos les dio por llamar a la que encabezaba Luiz Inácio Lula da Silva para diferenciarla de la anquilosada, vividora y parasitaria que encarna el castrismo, esa que el recordado Teodoro Petkoff denominó «izquierda borbónica», y a la que el chavismo se le entregó en cuerpo y alma – hizo que fuera profundamente permeada por la corrupción al punto que al expresidente brasileño, días atrás, le confirmaran la condena por corrupción y blanqueo de capitales, pero aumentándosela a 17 años y un mes de cárcel.

Situación lamentable ésta en la que cayó la izquierda «moderna». Circunstancia que echó por tierra la perspectiva de cambios sociales de avanzada, sustentables y perdurables que muchos analistas esperaban de ella, para, escudándose tras la perversa y perniciosa «solidaridad automática», por aquello de la afinidad ideológica, aunque realmente se refiera a su afinidad delincuencial, convertirse en la alcahueta y cómplice de la primitiva y atávica «izquierda borbónica». Única Responsable de la «Emergencia Humanitaria Compleja» que azota a Venezuela como consecuencia del saqueo más grande que gobierno alguno haya sometido a un país en los anales de la humanidad. Práctica continuada en estos más de cuatro lustros de pesadilla roja-rojita en la que el chavismo desapareció más de un millón de millones de dólares y ha dejado al país con una deuda de 150 mil millones de dólares. En definitiva, la izquierda latinoamericana – a través de su hipocresía, engaño, manipulación y mentiras – se convirtió en la letrina ideológica de la ética.

Prof. Titular jubilado ULA – Cronista deportivo       

      aemora@gmail.com, @amoramarquez