El capitalismo financiero internacional recibe las divisas y los venezolanos hacemos colas

Por: Germán Rodríguez Bustamante…

El gobierno de Venezuela cancelo a los tenedores de bonos de PDVSA, los intereses devengados a fínales de septiembre de 2015, hecho que desnuda la política del régimen de evitar las calificaciones de insolvencia en los mercados financieros internacionales, con este paso se pretende desmontar una supuesta campaña en contra del país, dirigida por actores representativos de los capitales internacionales para dañar la imagen de la república y la integridad del pueblo con fines económicos y objetivos políticos perversos. A pesar de este hecho los riesgos de insolvencia o default siguen presentes para el 2016, no dudo de la intención y disposición del régimen de pagar religiosamente sus obligaciones contraídas con los mercados de valores globales, sin embargo esto dependerá de la disponibilidad de recursos financieros para hacerle frente.

Luce contradictorio que un régimen, que ha calificado a los actores financieros internacionales como inmorales e insaciables, que buscan lesionar la soberanía de los pueblos, cancele con la rigurosidad del caso las obligaciones a su vencimiento; pareciera que la bravuconada no pasa de ser comentarios frescos, la realidad es que el régimen le teme a las repercusiones derivadas de un diferimiento de pagos. Es menos traumático para la salud del poder enquistado, no cancelarles a los proveedores estatales, a las empresas trasnacionales por repatriación de dividendos, a las empresas aéreas, en otras palabras, las deudas comerciales, que no pagar a los mercados de valores internacionales; no importa que el pueblo tenga que hacer colas para adquirir los bienes de la cesta básica.

Luego del despilfarro de divisas ejercitado por la elite revolucionaria, la carga debemos de asumirla los venezolanos con restricciones para viaje, las universidades con prohibiciones de bases de datos y reactivos para laboratorios, importaciones necesarias para la industria, empresas y microempresas de todos los segmentos, y en general para todas las importaciones que no sean canalizadas a través de aparato público; incorporando ineficiencia y corruptelas de todo tipo en la gestión de las divisas subsidiadas, bajo el control de CENCOEX. Todo esto tiene repercusiones severas en la escasez y el desabastecimiento presente en la actualidad, salpicado a todos los sectores de la economía. La destrucción del aparato nacional privado, favoreciendo a las importaciones no fue inocente, es la consecuencia de una política sistemática de acumular capital de una casta en su mayoría vinculada con el estamento militar, quienes manejaron las asignaciones de las divisas sin controles institucionales.

En este momento de precios de crudo que afectan los fondos en dólares, el régimen prioriza las deudas con los mercados internacionales, contraídas supuestamente para el desarrollo de país y el incremento de capacidades de nuestra industria petrolera, cuyos resultado no pueden observarse. La estructura general del país sigue estando en condiciones precarias, hospitales sin insumos, sistema eléctrico absolutamente vulnerable, vías de comunicación deterioradas, infraestructura educativa abatida, la inseguridad dominando, parques industriales y empresas básicas convertidas en chatarra fabril y los más grave, nuestra industria nacional PDVSA, acumulando continuos accidentes industriales, perdida de su capacidad de extracción, producción y refinación, estructura financiera ahogada derivada de compromisos que no mejoraron su capacidad competitiva; en consecuencia las deudas contraídas en los mercados de valores internacionales fueron dilapidadas, y ahora que llega su vencimiento el régimen somete al pueblo a necesidades para mantener una supuesta credibilidad crediticia.

Se utilizaron recursos financieros para la construcción de una nueva geopolítica internacional, provenientes de recursos petroleros y deudas, que permitieron la integración de nuevos bloques, en los cuales Venezuela utilizo el petróleo como factor clave para el desarrollo económico, político y social de las naciones; no dudo de las buenas intenciones expresadas en la solidaridad venezolana, pero es inaceptable que la misma se halla edificado sobre el sacrificio y necesidades de los venezolanos. No es justo que una nación rica, tenga a su población en condiciones de miseria, mientras que un gobierno irresponsable cuida con sumo cuidado su reputación financiera.

ULA – FACES
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