El Día Mundial del Medio Ambiente, celebrado cada 5 de junio desde 1973, representa una efeméride fundamental para la concienciación y movilización global en torno a la protección del planeta. Esta fecha fue establecida por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1972, como resultado de la histórica Conferencia de Estocolmo sobre el Medio Humano, la primera cumbre mundial que abordó de manera integral los impactos negativos de la actividad humana sobre el entorno natural. Desde entonces, este día ha servido como un recordatorio anual de la responsabilidad colectiva que tiene la humanidad para preservar los ecosistemas, fundamentales para la vida en la Tierra.
La relevancia del Día Mundial del Medio Ambiente radica en su capacidad para promover la reflexión y la acción conjunta frente a problemáticas ambientales como la contaminación, la pérdida de biodiversidad y la degradación de los recursos naturales. La conferencia de Estocolmo marcó un punto de inflexión al reconocer que el desarrollo económico no puede desligarse del cuidado ambiental, instaurando una nueva ética global que vincula progreso y sostenibilidad En este sentido, la ONU ha utilizado esta fecha para lanzar iniciativas de gran envergadura, como el Decenio de las Naciones Unidas sobre la restauración de los ecosistemas (2021-2030), que busca revitalizar tierras degradadas y fomentar un desarrollo ambientalmente responsable.
Además, la protección de los ecosistemas no solo es vital para conservar la biodiversidad, sino que también tiene un impacto directo en la calidad de vida humana, contribuyendo a la salud del planeta y a la erradicación de la pobreza sino que también la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente debe entenderse, por tanto, como una plataforma global que impulsa la cooperación internacional y la participación ciudadana en la construcción de un futuro sostenible.
En nuestro país el cuidado del medio ambiente enfrenta una compleja realidad marcada por grandes desafíos estructurales y sociales, que requieren un compromiso sostenido tanto del Estado como de la sociedad civil.
A nivel nacional, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece en su artículo 127 la obligación del Estado de garantizar un ambiente seguro, sano y ecológicamente equilibrado, lo que implica un mandato legal para implementar políticas ambientales efectivas. Sin embargo, la realidad muestra que la deforestación, especialmente vinculada a la minería ilegal y la expansión agrícola, continúa siendo un problema grave, con una de las tasas más altas de destrucción forestal en la región, lo que evidencia la falta de voluntad política para frenar estas prácticas.
En el contexto particular del estado Mérida, reconocido por su riqueza natural y biodiversidad en la cordillera andina, el cuidado ambiental adquiere una dimensión especial ya que Mérida enfrenta retos como la contaminación de sus fuentes hídricas, la presión sobre áreas protegidas y la necesidad de promover un turismo sostenible que no comprometa sus ecosistemas. La gestión local en nuestro estado debe articularse con las políticas nacionales para fortalecer la conservación de sus bosques, páramos y cuencas hidrográficas, vitales para el equilibrio ambiental y el bienestar de sus comunidades. La participación activa del poder popular y las organizaciones ecológicas es fundamental para implementar proyectos de restauración y educación ambiental que respondan a las particularidades de la región .
Es por ello que el cuidado del medio ambiente en Venezuela y en Mérida requiere un enfoque integral que combine políticas públicas robustas, fortalecimiento institucional, educación ambiental y control efectivo de actividades extractivas. La crisis ambiental no solo afecta la biodiversidad sino también la salud y calidad de vida de la población, por lo que la sostenibilidad debe ser un eje transversal en la planificación económica y social.
Redacción C.C.
05-06-2025