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jueves, abril 24, 2025

El Domo Startup

Por: Gerard Páez Monzón…

En el Silicon Valley, California, EE.UU, una startup es definida como un emprendimiento apasionado tecnológico de un negocio, a través de la creación integral de un producto entre sus fundadores y unos contados usuarios sedientos de dicha solución, que al aparecer como realidad tenderá a hacer evolucionar su pequeño mercado inicial en un híper-crecimiento para su transformación en una gran compañía.

Una startup no es un emprendimiento tradicional, y mucho menos una actividad de una compañía establecida. El emprendimiento tecnológico de una startup respira su propia cultura, podríamos permitirnos decir, es una religión. Una religión bajo el concepto de ser “un interés, una creencia, o una actividad que es muy importante para una persona o grupo”.

Una startup es todo un terreno de juego abierto, según una descripción de jóvenes del Valle del Silicio, donde participa cualquier individuo, jóvenes sin experiencia, contemporáneos con experiencia, donde además es considerado de gran valor el ser un limpio económicamente hablando y un desconocido literalmente hablando. Solo se debe emprender una startup si se siente una atracción pasional por algún problema particular y se piensa que la creación de una startup es la mejor manera para resolverlo. Todo esto se requiere porque lo que no será sorpresa es que será mucho trabajo, es larga la ruta, de larga data. A veces se desenvuelve en un ambiente hostil, donde sus participantes, en especial los fundadores tienen sangre como la vivida en la Misión Apolo XIII de la Nasa en su viaje a la Luna, en la que terminó siendo un éxito al lograr retornar sus hombres del espacio a casa, con el lema de la operación «El fracaso no es una opción», porque en las startups todo resultado siempre resulta en un aprendizaje, en una valiosa experticia, en una experiencia altamente gratificante. Otras veces puede desenvolverse en un ambiente económicamente a nivel de multimillonario en dólares, de manera sana, responsable, y valiosa para la sociedad.

La juventud de hoy no tiene montaña disponible donde acogerse, que le permita evitar la explosión del tsunami para resolver problemas de toda la humanidad, de toda índole pues las aguas están ya en nuestros pies. La ruptura completa del dique que contenía los problemas es evidente, y se debe directamente a la disponibilidad de la información necesaria para describir una solución y a la disponibilidad de las herramientas tecnológicas para ejecutar el plan correctamente. Se agrega al factor de la disponibilidad, el crecimiento exponencial de estos dos elementos, información y tecnología, y lo accesible del financiamiento obligatorio requerido para enfrentar un problema, con el objetivo de ofrecerle a la sociedad una solución a través de un producto tecnológico.

Si seguimos y aceptamos la guía de este cauce religioso, entonces, vamos a indicar que su tabla de piedra tiene tallada estos cinco mandamientos: I. El proceso de la Idea. II. El proceso del Producto. III. El proceso del Equipo. IV. El proceso de la Ejecución, y como último mandamiento, V. La Suerte. Los cuatro primeros mandamientos, al fallar, son pecados originales. Con el último, es la danza del hervido del universo en juego donde la startup se encuentra dentro de la olla. La efectividad en el cumplimiento de los primeros cuatro mandamientos hará reducir en gran nivel la entropía existente en el camino al éxito de la startup. Es entonces, cuestión de entrar al Domo Startup solo en el momento de sentir su llamado y al prender sus luces, ser fiel a sus mandamientos. Todo esto está bien documentado, expresado, recopilado y disponible en startupclass.samaltman.com, el curso masivo de otoño 2014 «How to Start a Startup» de Stanford University.

@gerardpaezm

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