El hambre duele, duele en el estómago, en la cabeza y en el corazón. En el estómago, porque cuando dejamos pasar muchas horas sin alimentarnos, nuestro cerebro nos envía varias alertas avisándonos que nuestro organismo está pasando hambre.La cabeza nos duele, nos mareamos, malestargeneral, y, también duele en el corazón, que es, según el filósofo Aristóteles, el lugar de los sentimientos, porque nadie debería tener que pasar hambre por necesidad.Sin embargo, un alto porcentaje de la población venezolana tiene hambre:. Falta la comida, escasez de productos básicos, con aumentos desmedidos en los precios, de lo poco que se encuentra para comer y la terrible situación económica causada por la hiperinflación, que no ha sido controlada y que muestra sus garras todos los días. Todos estos factores, y más, impiden que la gente se alimente, ni bien, ni mal, simplemente, en Venezuela,niños, jóvenes y adultos están sucumbiendo de inanición.
Muchos bebés están muriendo en los hospitales, y es una triste realidad que no se puede tapar con discursos de negación de la crisis, las pruebas están allí, en las reseñas de prensa, en las redes sociales, en los cuerpos famélicos que cada vez con más frecuencia deambulan por las distintas regiones del país. Hay niños que se desmayan en clases, porque salieron sin comer, en su casa no había ni un pan. No es una novela de terror, es la historia real de la Venezuela que estamos padeciendo.
Comunicación Continua quiso pulsar la impresión de la gente sobre si estaban teniendo problemas para alimentarse, y en caso afirmativo,¿qué le pediría a la persona que resulte electa en los comicios del domingo próximo?, Al respecto, Carlos Duarte, médico neontólogo quien desde hace algún tiempo está,bajo la tremenda impresión, de ver cómo cada día ingresan a los centros de salud, bebés completamente desnutridos, y a punto de fallecer. “Ni siquiera los hospitales tienen la fórmula necesaria y, en cambio, debemos pedírsela a los padres para que la compren. Ellos, en muchos casos, para tratar de salvar a sus hijos, salen a buscarla, pero, no solo se les hace imposible encontrarla, sino que en caso de que tengan acceso al mercado negro, no la pueden pagar. Es una calamidad y nosotros,que tenemos la sagrada misión de salvar vidas, no podemos hacer nada más.Nos sentimos maniatados, a veces desesperados, agregó el galeno. Para mí, el hombre que resultara elegido deberá enfrentar, sin duda alguna, a una población que no está alimentándose adecuadamente y deberá trabajar en solucionar esta problemática tan reveladora de la incapacidad sostenida en el tiempo, para manejar éste y otros temas.
“Yo ya no puedo comprarle y mucho menos hacerle una meriendita a mi hija María de 8 años-dice Linda Zurbarán-hasta hace poco, antes de que se pusiera esto tan feo,yo hasta le podía comprar una Oreo de chocolate, y ella iba feliz, para comérsela a la hora del recreo. Ahora, ni pensarlo, las galletas de cualquier tipo, se pusieron carísimas,esto no debería ser-explica con desaliento-a los niños un poquito de dulce, les hace bien. Es una verdad del tamaño de la catedral “estamos pasando hambre y necesidades”, ojalá que, gane quien gane en las elecciones del próximo domingo, se empeñe en ponernos comida en la mesa, como antes. Nosotros recibimos una bolsa de comida de los CLAPS, pero cada 2 ó 3 meses, sino más, entonces.. ¿Quién puede pasar tanto tiempo sin comida?
“Esto, definitivamente, no es justo. Sí, es una “supuesta guerra económica, o la pura incapacidad de un grupo para gobernar el país, igualmente es reprochable, e indignante-comenta Patricia Morales- una profesional de la ingeniería, ahora jubilada. Yo viví en aquella Venezuela donde uno iba a un supermercado y llenaba su carrito con lo que uno deseaba o requería, y el dinero alcanzaba. Nada de colas humillantes, nada de estrés para conseguir una bolsa de harina pan, qué va, uno tenía el derecho de escoger de acuerdo a su presupuesto, pero jamás, que yo recuerde, sentí hambre, como ahora. Yo me quedé sola, con mi perrito; mi hijo, es parte de los que se han ido para alejarse del inferno en el que convirtieron a Venezuela. Me ha tocado acostarme con el estómago vacío y engañar mis tripas, tomándome un té de toronjil. Yo le pediría a quien sea que gane las elecciones: si es Maduro, que mire objetivamente, que sí hay crisis humanitaria, no poder comer, o comer limitadamente, es un crimen, y si es el otro, que vea que la tarea que tiene por delante, es terriblemente difícil, pero que si otros países han salido de dificultades similares, nosotros que todavía tenemos tantos recursos, deberíamos lograrlo. Hay fórmulas para remontar, entonces que las apliquen.
Lo de la falta de alimentos en el país, se ha convertido en uno de los problemas más acuciantes que enfrenta la población en su día a día. Hay personas comiendo de la basura, como si de animalitos de la calle se tratara. Hay miradas lánguidas y cuerpos flacos, destruidos por el hambre .Hay niños que no pueden ni siquiera desayunar, y quién sabe si almorzar y ellos, no tienen la capacidad de entender por qué cuando le piden a su mamá un pan, ella les contesta: “después, mi amor, después”, como si el hambre pudiera esperar. “Ladesnutrición trae consecuencias gravísimas para las generaciones que la están soportando. Durante la infancia y la edad preescolar se asocian con retardo en el crecimiento y el desarrollo psicomotor, mayor riesgo de morbilidad con efectos adversos a largo plazo, incluyendo disminución en la capacidad de trabajo físico y en el desempeño intelectual”. Y nos atrevemos a preguntarle al candidato que resulte ganador en esta contienda ¿cuál es su plan para acabar con el hambre de los venezolanos? Recuerde, el hambre duele, y mucho.
AE.LL-CC