Por: Germán Rodríguez Bustamante…
El liderazgo es la capacidad que tiene una persona de influir, motivar, organizar y llevar a cabo acciones para lograr sus fines y objetivos que involucren a personas y grupos en un marco de valores. De igual manera puede entenderse como el conjunto de habilidades gerenciales o directivas que un individuo tiene para influir en la forma de ser y actuar de las personas o en un grupo de trabajo determinado, haciendo que este equipo trabaje con entusiasmo hacia el logro de sus metas y objetivos. El liderazgo político implica necesariamente la síntesis de distintas teorías y conceptos que conciben este fenómeno en todo momento como relacional y dinámico, constantemente orientado a la consecución de una serie de objetivos políticos variantes en función del tiempo y espacio particular en donde el líder particular opera, así como de los requerimientos que su modelo de sociedad impone, al calor de las representaciones sociales y los imaginarios colectivos que desde el plano de lo simbólico generan una cultura política particular, que puede ser democrática o no, y una idea del liderazgo a desarrollar, en algunos casos como dispositivo de trasformación del sistema político de cara al bienestar social.
El liderazgo político posee una función dual: por una parte, se constituye en la unidad de sentido o categoría de análisis que explica, en buena medida, las características del escenario político nacional, regional o local, en tanto que elemento axial de las relaciones de poder que se tejen entre los actores y factores que dominan el espacio público, lo que demanda, a su vez, la estructuración de una metodología capaz de dotar al fenómeno de su sentido y significado original y; por la otra, emerge el liderazgo político como una fuerza histórica que en sociedades, tiene la capacidad de fungir como el elemento rector de su sistema político, llegando, en algunos casos, a personalizar la actividad política de forma radical, en detrimento de las organizaciones partidistas, máxima representación de la sociedad civil organizada, y de la calidad del andamiaje institucional propio del Estado de Derecho, así como de la capacidad de participación de la ciudadanía para forjar su destino.
El liderazgo venezolano está en una situación delicada, por su poca conexión con las masas a las cuales debería conducir. Los venezolanos desconfían de la totalidad de sus líderes, en todos los ámbitos, solamente la iglesia atesora la confianza de la población. Decisiones erráticas divorciadas de los contextos presentes y en muchos casos sin viabilidad alguna, pulverizaron los apoyos construidos. Los ciudadanos dudan de la capacidad de sus líderes para transformar el sistema político y poder producir el bienestar colectivo. Venezuela se encuentra en medio de un colapso social y humanitario sin precedentes, como resultado de malas políticas económicas y un conflicto político, que ha conducido a la inseguridad alimentaria, la segunda crisis migratoria más grande del mundo y a la inestabilidad regional.
La comunidad internacional ha respondido presionando al régimen y apoyando a un gobierno dirigido por la oposición, pero que hasta la actualidad ha fallado a la hora de traer un cambio positivo. El camino hacia la redemocratización implica un proceso de negociación extenso que podría llevar a elecciones presidenciales libres y justas y a la reconstrucción de las instituciones democráticas. Este debe estar basado en un acuerdo para la coexistencia entre actores políticos extremadamente polarizados e incluir a la sociedad civil venezolana. Muchos líderes cívicos y políticos apoyan esta vía y buscan ejercer su influencia para materializarla. Los actores internacionales también serán jugadores esenciales, desde una distancia respetuosa y en el momento apropiado.
Las encuestas muestran el desengaño de la población en sus líderes, en el marco del diálogo en México los venezolanos estaban de acuerdo con que se priorice la solución a la crisis económica, aun sí ello involucrara que no haya elecciones presidenciales anticipadas, el 64,75 % estuvieron de acuerdo y el 24,54 % racharon la idea. De igual manera los sondeos reflejaron que el 63 % de los venezolanos esta nada satisfecho con la gestión de Maduro, poco más de 21 % está poco satisfecho y solo el 12 % se expresa muy satisfecho. En el caso de Guaidó, la evaluación es aún peor. Las cifras reflejan que 76,8% de los entrevistados está nada satisfecho con su desempeño, a quien 50 gobiernos le reconocen como presidente interino del país. Solo 3,25% de la población está muy satisfecho por su ejercicio político.
En definitiva, los liderazgos políticos no están en sintonía con la penurias y vicisitudes que padece la población, Maduro y su corte estando en su burbuja de protección vendiendo fantasías y promesas falsas; Guiadó y su grupeto salpicado por hechos de corrupción y negligencia y los lideres periféricos desconectados de las masas. Todos con muy poca representatividad. El evento electoral del 21 de noviembre que pudo ser el terreno histórico para la autoevaluación del liderazgo, realizando los acuerdos y sacrificios para lograr en las urnas un triunfo político. Se convirtió en un escenario de polarización opositora de alacranes contra escorpiones, alimentando un trapiche que con toda seguridad producirá bagazo el próximo domingo. Es posible que emerja un nuevo liderazgo, producto de la necesidad de la sociedad de limpiar y renovar a sus representantes, visto el nulo desempeño de los actuales.
Ese nuevo liderazgo debería tener una visión clara de hacia dónde ir, claridad con respecto al propósito del sistema, la dinámica los objetivos y la forma de abordarlos. Anticipación para la identificación de los enemigos, sensación de solidaridad ante las amenazas su identificación y las respuestas. Tener orden, compromiso de que las conductas deben desplegarse conforme a las normas o, al menos en el sentido común. Y establecer diferencia, la gente espera que alguien o algo simbolicen lo opuesto a lo existente. En la actualidad la sociedad venezolana vislumbra el devenir inmediato como lleno de incertidumbre, inestabilidad y cambio, por lo tanto, tenderá a acoplarse con quien satisfaga la demanda de atributos específicos del liderazgo vertical; es decir, más liderazgo que gerencia.
15-11-2021