Los primeros rayos de sol despuntaban y el señor del bote no aparecía por ningún lado, la mirada de los ansiosos viajeros buscaba en el horizonte alguna señal, o al menos el sonido de un motor con la esperanza de cruzar desde Boca de Yorkín (Panamá) hasta Costa Rica. La resignación fue inminente, el botero no aparecía, ya tenía más de 3 horas de retraso, quizás estaba comprando los obsequios de Navidad para su familia. Era 25 y para no pensar mal de él, fue mejor asumir que sabría sacar buen provecho de los 20 dólares que cobró por adelantado.
Cuando la esperanza parecía “sumergirse” en el río Sixaola (frontera natural entre Panamá y Costa Rica), del horizonte surgió un bote guiado por un par de campesinos panameños que tenían la misión de transportar hasta tierra “tica” un cargamento de bananas.
Lo extraño de esta mágica “aparición” fue que el bote era impulsado por sus tripulantes con unas varas que servían de palanca contra el fondo del río. La buena noticia fue que la corriente facilitaba la movilidad a los entusiastas comerciantes; quienes sin pensarlo mucho, invitaron a los 2 viajeros a subirse sobre los racimos de bananas, con la única condición que ayudaran a empujar para hacer más llevadera la travesía.
Tras una hora de envolventes sonidos de la selva costarricense emergió el río Telire, buen presagio, pues en su ribera derecha ya se veía suspendida y escondida en el dosel una enorme cabaña, Ditsӧwӧ u.
Con los pies en tierra y felices por arribar al lugar que por más de 18 años ha servido para cobijar a indígenas Bribris y Cabécares que viajan desde lo más profundo de la Sierra de Talamanca para hacer diligencias en San José de Costa Rica; la aventura navideña apenas despuntaba.
De entre un montón de útiles escolares, medicamentos, ropa, artículos deportivos y alimentos donados para la gente de Amubri apareció el artífice de Ditsӧwӧ u, Danilo Layan. Con voz serena y paternal dio la bienvenida a los intrépidos viajeros que 48 horas atrás habían salido desde Ciudad de Panamá, con la misión de “vivir” la festividad y el compartir que cada 25 de diciembre se organiza en su comunidad.
Solo alcanzó el tiempo para dejar las mochilas sobre una mesa, tomar unas naranjas de la cocina y subirse al transporte dispuesto para los voluntarios que arribaron desde San José, Puerto Limón y los nuevos “hermanos” que Sibö había traído desde tierra canalera.
¿Quién es Sibö?, preguntaron los viajeros y Danilo, orgulloso de la identidad de su pueblo Bribri atinó a decir: “él es el ser supremo, responsable de crear, cuidar y bendecir todo ser viviente sobre la tierra”.
En el pequeño puerto de Suretka se tomó un nuevo bote, esta vez sí tenía motores y las ansias resultaban difíciles de manejar porque era evidente que faltaba muy poco para arribar a Amubri; así lo manifestaban las personas que apresuraban el paso hasta el sitio de concentración, la sede de la radio comunitaria La Voz de Talamanca.
Niños, jóvenes, adultos y muchos otros “entrados en años” con algarabía corrían hasta el gimnasio para recibir obsequios y disfrutar de actividades recreativas que vaticinaban una jornada para el recuerdo.
La gastronomía local no faltó, largas filas se presentaron ante enormes calderos que despedían aromas de la sazón de las matriarcas. Nadie se quedó sin un buen plato y muchos tuvieron la fortuna de repetir hasta 3 veces.
Lo destacable no es solo que la comida y bebida alcanzó para miles de personas, también fue significativo el consenso de las mujeres para repartirse responsabilidades. Unas proveyeron los insumos, otras prestaron sus implementos de cocina, otras facilitaron los fogones y las más expertas aportaron sus destrezas culinarias.
El encuentro en Amubri promueve valores de solidaridad y fraternidad que por centurias han sido sostén de los Bribris y Cabécares de Talamanca. Este contexto es tan valioso para el arraigo, que incluso muchos no escatiman esfuerzos para afrontar jornadas de hasta 3 días para remontar ríos, montañas y bosques nublados prístinos; para finalmente encontrarse y abrazarse con los hermanos que Sibö les obsequió para hacer de la tierra un lugar de paz y felicidad.
Antonio Rivas
Especialista en Desarrollo Sostenible y
Turismo comunitario y rural.
08 de octubre 2025
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