El padre Juan De Dios Andrade y su importancia histórica en la caída de la dictadura en el Estado Trujillo (Abajo Cadenas-19 de enero de 1958)

Por: Ramón Rivas Aguilar…

Los abuelos, oriundos de la España Imperial, contaron desde la sabana de los dioses la hazaña de ese noble sacerdote, el Padre Juan De Dios Andrade, quien pronunció unas palabras desde el púlpito de la Iglesia de San Pedro contra el abuso y el atropello de los cuerpos de la seguridad nacional al servicio del Gobernador del Estado Trujillo y del tirano mayor. Esas palabras, fecundas y sagradas, estremecieron las bases del perejimenismo a lo largo y ancho de nuestro estado. En efecto, el 19 de Enero de 1958 el Padre Andrade denunció la barbarie y la degradación de un sistema político en manos de un tirano y unas camarillas que entronaban los símbolos patrios para adular al dictador.

El tirano estaba convencido de ser el heredero del Libertador Simón Bolívar y pretendía el mandato absoluto y vitalicio.
El discurso “Abajo Cadenas,” fueron las palabras pronunciadas por el Padre Andrade que estimularon la conciencia libertaria del pueblo valerano para sacudirse el gobierno oprobio de MARCOS PÉREZ JIMENEZ. El valeroso sacerdote, desafió la conducta provocadora de los verdugos de la seguridad nacional, quienes se encontraban en el interior de la Iglesia de San Pedro. Huyeron y se ocultaron en los matorrales de la Sabana de los cañaverales. Comentó el Padre Andrade cuál fue el origen de su extraordinaria intervención que provocó la ira de hombres y mujeres bajo el yugo de la tiranía:

Yo no quería hablar en esta ocasión, sólo pensaba concretarme a una breve plática. Pero ayer se presentó a la casa parroquial el jefe civil del Distrito a decirme que el señor presidente del Estado tenía informes de que se estaba organizando una manifestación de señoritas para protestar contra los abusos y atropellos del gobierno actual. Yo le respondí que no tenía conocimiento de tal manifestación, para el 19 de enero. Como puede observarse es este un chisme, un chisme cargado de intención. Pretenden subestimar a la mujer valerana y al párroco. Sin embargo, para mí sería un orgullo ponerme a la cabeza de la mujer valerana para protestar contra los desafueros del gobierno, porque la mujer valerana, como la mujer caraqueña que en estos momentos está rodeando las cárceles y pidiendo la libertad de sus esposos, de sus hijos o de sus padres, también es capaz de desafiar las ametralladoras y los fusiles de los bárbaros por la conquista de los derechos del pueblo (Abajo Cadenas, p. 4).

A partir de tal circunstancia, el Padre Andrade asumió la defensa de la mujer valerana, valerosa y aguerrida, cuya mirada intrépida desarmó a los verdugos del poder arbitrario y despótico. Por tanto, se vio en la necesidad de hablar sobre las calamidades de nuestro pueblo. Así, inicio su discurso, un discurso histórico, anclado en lo más hondo del corazón de los trujillanos. Un canto a la libertad y a la posibilidad de que hombres y mujeres tuvieran la oportunidad de vivir dignamente en un régimen de libertad. El país estuvo sometido a diez años sin garantías; a la degradación y el enriquecimiento ilícito; a las torturas; al estrangulamiento de la libertad de expresión; a los abusos de aquellos extranjeros que se enriquecieron a la sombra del Estado y a la confusión y perversión del poder militar y la política (Idem, pp. 4-10).

Estos factores crearon un descontento general y generó un rechazo total a una dictadura que favoreció a unas minorías y a unos cuantos lacayos de la América del Sur:

Nuestro pueblo está descontento porque no tiene garantías, porque no tiene libertad; porque no tiene elecciones libres, porque está abrumado de impuestos, porque no participa en nada de las riquezas del país, porque tiene hambre, porque está viviendo en la miseria (p.10).

En palabras de este amigo que ayudó aglutinar al pueblo trujillano en defensa de la libertad, secuestrada por unos militares bajo la tutela del hombre de Michelena. Esas palabras incendiaron el espíritu de rebeldía del valerano y echó a la calle clamando “Abajo Cadenas“:

Con la actitud desafiante y desbordada de protesta del estudiantado y del pueblo, Valera contribuyó a derribar el imperio de la barbarie y cuatro días antes, cuando Pérez Jiménez se hallaba en Miraflores, como un demonio aferrado al poder, Valera en un formidable gesto viril, se había sacudido ya la infamia de la tiranía (Abajo Cadenas. Aclaratoria).

Finalmente, el Padre Andrade exhortó al pueblo valerano el camino de la unidad para derribar la dictadura:

Para terminar quiero aconsejar al pueblo de Valera, unión, unión, unión. Tenemos que formar un bloque indestructible con el fin de empezar a trabajar por el mejoramiento de nuestras condiciones de vida. Yo no he visto, no he oído, no he leído jamás en ningún libro que un pueblo unido y compacto haya fracasado en sus aspiraciones. Uníos es la palabra mágica, unión es la consigna de un pueblo, que quiere ser libre, que quiere sacudirse la ignominia del despotismo, que quiere romper las cadenas para echárselas a las cadenas del tirano (Abajo Cadenas, p. 15).