El Placebo de la Escasez en Venezuela.

Gerard Paez

Por: Gerard Páez Monzón…

Vivir en la escasez es vivir en un estado de esquizofrenia, donde el trastorno mental se origina por la mutación de percepción de la realidad. Vivir la improductividad crea en los individuos la aparición de un otro yo. Estas personalidades comparten el cuerpo de la persona inconscientemente.

Una de las personalidades es protestataria porque reconoce lo real de la situación del país. Ve como la falta de productos afecta su rendimiento. Exclama desde el primer instante la necesidad que siente por un producto que no encuentra. No la confunde ningún dogma. Esta personalidad vive atenta porque es visionaria, tiene premoniciones del futuro. No solo de su vida personal, sino especialmente de la de sus hijos, de la sociedad en general. Es una persona con referencia, sabe lo que es la productividad en un país. Lo ha vivido, no hay que convencerla de que eso existió en Venezuela.

Esta personalidad contestataria está presente en la calle luchando con una energía libre, innata y pura. Es creativa, se ingenia miles de formas para transmitir el mensaje de descontento, para describir la realidad de la escasez. Bien sea escasez de productos alimenticios, de medicinas, de repuestos, de artefactos o escasez de seguridad y calidad de vida. Esta personalidad no le teme a nada ni a nadie, y es aún más valiente si ocupa un cuerpo de mujer.

Si un veinte por ciento de la población, diría un tal Pareto, se engranase al mismo tiempo, con sus cuerpos ocupados por esta personalidad luchadora, sería suficiente para transformar y corregir cualquier mundo. Una sola persona de estas, puede arrastrar un mundo, diría cualquier historiador. Así es de valiosa la personalidad de lucha en un país, especialmente en uno improductivo.

Pero se decía que en la escasez aparece otro yo. Uno con una conducta sin voluntad y fuera del accionar productivo que va trastocando la mente. Esta personalidad es favorecida por las reacciones bioquímicas que mueven los controles hacia quien debe sentarse en la silla de mando de ese cuerpo humano. Estos líquidos son emanados por la necesidad puntual de un producto, y por el conocimiento de su existencia, muy temporal, en un local de la ciudad. Estas ganas por dicho producto, al crecer a un cierto umbral, desplazan de su puesto a la otra personalidad en mando y toma el control central, inconscientemente, como cualquier ataque sorpresa.

En este estado, la persona se desenvuelve en una nueva conducta de vida, en la complicidad del éxito de encontrar lo poco que se produce, bien sea a través de una cola humillante, o a través de la compra con sobre precio. El tamaño de la cola o el sobre valor del producto indican explícitamente, el nivel de improductividad en el país.

El placer de ir consiguiendo los escasos productos se va convirtiendo en un penetrante placebo, que le atrofia la verdad, le atrofia la visión de futuro a la persona, y aún más grave, va inhibiendo la personalidad contestataria. El resultante placebo despierta esa otra conducta social extraña a la vida productiva que desgasta a la luchadora hasta hacerla sentir sin energía, sin emociones, y sin espíritu de participación social. Es trastocar su mente con una falsa realidad.

Así, la poca energía que siente la mueve a vivir en un espacio de sobrevivencia sólo para mantener la vida de perrarina, un mundo de egoísmo no-virtuoso y agresivo. Las personas controladas por esta personalidad, con sus conductas dirigidas por el olor de los pocos productos, rellenan la falta de libertad en la sociedad. Están confundidas, no viven la claridad del sol de la productividad. Es un auto-quitarse libertad, es vivir un falso mundo, es vivir el socialismo del siglo XXI.

Se requiere de una densidad energética importante para hacer aparecer de nuevo la personalidad  contestataria que sale a la calle a reclamar y luchar por una sociedad libre, segura,  trabajadora, creativa y productiva en todos los planos de vida. Esa inyección de energía viene siempre en olas de crisis acumuladas.

Así como al esquizofrénico se le diagnóstica al comprobársele un ir y venir de experiencias de múltiples personalidades, así mismo se podría constatar con el ir a luchar y el venir de buscar de la gente viviendo en la escasez. Es un vaivén de experiencias donde la personalidad de la vida de perrarina va copando el tiempo de comando del cuerpo al ir prefiriendo no oír, saber, o combatir por la vida productiva. Sólo un umbral interno muy específico hace que le apetezca ese estado zombi. Hasta que cada quien no estalle ese umbral, su umbral, no regresará Venezuela a la personalidad de lucha y trabajo. Ese umbral no es el grado de hambre o de sed, es el grado de Dignidad Humana.

@gerardpaezm