La siguiente reflexión lleva por título este sugestivo pasaje del profeta Isaías, «el Señor me llamó desde el vientre materno», muy oportuno a la festividad celebrada en este día 24 de junio: el nacimiento de Juan el Bautista.
La edad avanzada de Zacarías e Isabel, y la esterilidad de ella, contradicen algunas argumentaciones según las cuales una naturaleza humana en dichas condiciones es biológicamente poco indulgente y, por ende, casi privada de probabilidades científicas para patentizar las palpitaciones rítmicas de un corazón a gestarse en un vientre infructuoso; sin embargo, el Salmo de la eucaristía de esta fiesta dice, «tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno» (138, 13); además, San Lucas testifica de Zacarías e Isabel, antes del anuncio del embarazo, y de hacer referencia a la esterilidad y vejez (cf. 1, 7), «ambos eran personas muy cumplidoras a los ojos de Dios y se esmeraban en practicar todos los mandamientos y leyes del Señor» (v.6); expresiones cabalmente enlazadas a la proferida por Dios de David y ratificada por San Pablo, «“he hallado a David, hijo de Jesé, hombre según mi corazón”» (Hch 13, 22); por ende, ÉL mismo halló a Zacarías e Isabel, hombre y mujer según su corazón, en los cuales fecundó y germinó San Juan el Bautista, no cual escueta casualidad biológica, sino cual obra maestra suya de la que Isaías asegura, «me escondió a la sombra de su mano» (49, 2), y al cual ya desde el seno, «al oír Isabel su saludo [de María], el niño dio saltos en su vientre» (Lc 1, 41), le indicó, «te hago luz de las naciones» (Is 49, 6).
Esta frase profética no hizo sino detenerse en el querer de Dios, leve, inadvertido para los otros, pero para Isabel intensamente palpitante en cada latido del corazón, —la medicina lo asevera como el primer órgano que se desarrolla en el ser humano—, del niño portado en su vientre maternal y de quien una vez nacido señala, «“¡No! Se va a llamar Juan”» (Lc 1, 60), tal cual había comunicado el ángel del Señor (v.13). Por su parte, esa sucinta oración, te hago luz de las naciones, resuena con vigor en el interior de Zacarías, el cual demuestra no una esperanza probada sólo para sobrevivir a emociones o tensiones, sino, con la que, incluso en estas situaciones tan humanas, el hombre no la experimenta como si el Altísimo se la exigiese según la velocidad del sonido, sino, mejor aún, según su corazón, pues así favorecido el longevo padre rubrica, «“Juan es su nombre”» (v.63), verificando, a la vez, la solemne locución de Isaías, el Señor me llamó desde el vientre materno (49, 1).
La luz de la esperanza también alumbró en Venezuela un día como hoy, pero del año 1821, en la Batalla de Carabobo. Es bueno recordar las gestas heroicas con honestidad y humildad, porque arguyen, por ejemplo, que antes del enfrentamiento, S. Bolívar y P. Morillo (Trujillo, 1820) habían firmado un tratado de armisticio y regularización de la guerra, con el fin de apreciarlo en plena batalla no como sonidos inarticulados por la crueldad, la violencia y el irrespeto por la vida humana. Por cierto, el éxito de la cruzada lo esclarecieron en un artículo del Correo del Orinoco un mes después, 25 de julio de 1821, en tres columnas: en castellano, en inglés y en francés. Esto evidencia en patriotas de la época que, de seguir una regionalización cual imposición taxativa a una determinada cultura, se tiene una excusa rara para sobreprotegerla bajo la férula de grupos que todo le planean, atrofiándole su capacidad y sus talentos de conservar lo autóctono en la interacción con las demás civilizaciones. En fin, por Venezuela también cantarle al Señor junto al salmista, «Señor, no abandones la obra de tus manos» (137, 8).
De Alba Suárez, Daniel, «Batalla de Carabobo: cuatro datos no tan conocidos», en: https://elucabista.com/2022/06/23/batalla-de-carabobo-cuatro-datos-no-tan-conocidos/ (Apuntes transmitidos por la doctora en Historia del IIH de la UCAB). (Visto 23-06-24).
Pbro. Dr. Horacio R. Carrero C.
horaraf1976@gmail.com
24-06-24