El significado personal y social de la lectura

El título contiene dos compendios filológicos; el primero pide claridad en relación al “significado personal de la lectura”. Cuando alguien lee de modo personal, lectura silenciosa, aprende a lograr una crítica en sentido constructivo, es decir, la lectura le modera una visión arbitraria e incompleta, por una más familiar y fundamentada. En verdad, con el vistazo profundo sobre los libros, desvelamos actos originarios del espíritu manifestados en ideas universales, pulcras y necesarias. Esto es, en los libros hallamos variedad de aspectos por los cuales nos convencemos que el saber agostado es nada, que, en tal sentido, no sólo descubrimos verdades, sino que con creatividad colaboramos en su elaboración.

Y con esto último afrontamos el segundo compendio filológico: “el significado social de la lectura”. Individualmente descubrimos verdades y, orientados por ellas, socialmente cooperamos en su confección. En ésta la verdad no es heterogénea, ella es indivisible, porque hay diversidad de lectores que, con modestia, aplican una autodelimitación de su conocimiento con el fin de servir a “esa verdad que aúna” complejos pareceres al interior de la diversidad social. Por eso, el examen atento de cuanto vemos y escuchamos ya es un imprescindible indicativo que lo que por nosotros aprendemos, en nosotros lo recapacitamos para, despejadamente, con nosotros transmitirlo a los demás.

Desde luego, tanto personal como comunitariamente el ejercicio de la lectura nos quita opiniones equivocadas y nos enriquece con sentires nuevos, pues, la armonía perfecta del singular individuo con la organización de la sociedad, es la virtud. Su repercusión en nosotros no es automática ni mucho menos tiránica; y, sin embargo, nos impele a combatir un defecto tanto individual como social: la pereza. Ésta no es sino el síntoma de un carácter mediocre y de un vacío espiritual, el cual repercute en mentira y cobardía. En cambio, la formación de una personalidad, a la que la lectura contribuye con tantos recursos, es consecuencia de un carácter brioso y de un caudal espiritual. De manera que, cuando aludimos a “un conocimiento en comunión”, inclusive advertimos al hombre y a la mujer que se convierte aun inconscientemente en modelo para los demás vivientes humanos.

En fin, el lector, sin categorizarlo más, o, menos sabio, llega a transformarse en maestro de humanidad y prosélito de la verdad; así, este artículo “el significado personal y social de la lectura”, es un llamado a la solidaridad, ya que trabajamos con el Bien que nos enseña a vencer con el bien el mal (cfr. Rm 12, 21), no anulando la mística de nuestros temperamentos, sino, bregando en la disminución de los egoísmos, el reconocimiento del otro que como yo también aporta al progreso; por supuesto, en esto este principio escrito por el filósofo J.T. Fichte, aclara su singular beneficio, «“limita tu libertad de modo que los otros puedan ser libres como tú”» (Aa. Vv, 1924, 1210).

Bibliografía:

Aa. Vv, «FICHTE (JUAN TEÓFILO)», en: Enciclopedia Universal Ilustrada Europeoamericana, Tomo XXIII, ESPASA, Barcelona, 1924, 1206-1213.

Pbro. Horacio R. Carrero C.

horaraf1976@gmail.com

03-11-24