En días de comunicación

Por: Rosalba Castillo…

Desde sus orígenes, el hombre, sintió la necesidad de manifestar sus emociones, esa inquietud por el mundo que le rodeaba y la manera de controlar lo que desconocía. Este proceso fue evolucionando, convirtiendo la comunicación en una necesidad. Lo que detectaba el desarrollo de la humanidad. Siendo este el proceso que representa la expresión más compleja de las relaciones humanas, ya que es la única manera de vincular a las personas. Señales de humo, tambores, pinturas hasta producir un sonido articulado, establecieron un modus comunicacional.

La historia de la comunicación es inseparable de la historia de la humanidad. Los primeros intentos de ese oficio se hicieron aproximadamente hace 70.000 años a través de imágenes, conocidas como pinturas rupestres, ubicadas en cavernas de Europa, Asia y África. Esta necesidad de establecer conexión estableció, los inicios del arte. Aquellos bocetos o dibujos figurativos prehistóricos indican que ya existía una capacidad de construir historias, impregnadas de un pensamiento mágico religión, siendo la primera forma de trasmitir conceptos con la intención de que perduraran en el tiempo.

Hace poco más de 50.000 años, surge la escritura cuneiforme en África, Asia Egipto y China. A esa invención le siguió la aparición del papel. y luego la imprenta, abriendo la posibilidad de masificar el conocimiento mediante los libros. Con ello llegan las revistas y los periódicos. A partir del siglo XIX, la prensa se va expandiendo impulsando las comunicaciones más rápido, y aparecen la radio y la televisión. Pero estas expresiones de la comunicación, se hacen globales con el lanzamiento de los satélites, permitiendo la transmisión en vivo de eventos.

A esa tecnología de comunicación se le junta las redes informáticas y digítales con un desarrollo acelerado, y entonces aparecen los ordenadores, internet, los teléfonos inteligentes. Hoy en día las redes sociales permiten la transmisión de información causando una revolución que aún no ha concluido. Hoy llevamos nuestro teléfono a toda parte como una prolongación de nuestra persona. Dormimos con él, no lo dejamos en casa, si sucede entramos en pánico. Nos comunicamos ansiosamente con conocidos y no tan conocidos. Una imperiosa necesidad de estar conectados, mientras dejamos de lado el contacto directo con quienes tenemos cerca. Nos aislamos en un mundo paralelo. Estamos aferrados a esos equipos electrónicos, sin darnos cuenta de que son los informantes que vigilan a los usuarios perdiendo así la libertad, de manera voluntaria. No somos nosotros quienes usamos el teléfono, son ellos quienes nos controlan.

El uso de la tecnología ha impactado en el proceso de la comunicación. Son indudables los beneficios que nos facilita nuestra vida diaria, sin embargos por su excesivo uso, están bloqueando el acercamiento cara a cara. El encuentro personal siempre es un acto que va más allá de las palabras. Es ese penetrar en el corazón y la mirada del otro. Es esa escucha silenciosa que nos demuestra que el tiempo se paralizó para la unión de dos personas. Lejos del espacio y del tiempo. Ese disfrutarnos en medio de risas, llanto, miradas, y por sobre todo desde el amor. Las herramientas comunicacionales han variado a través del tiempo.

Hemos encontrado refugio en los libros, los periódicos, la radio, la televisión, y ahora en los teléfonos celulares.  En días digitales   la inmediatez nos permite acceder a la información en tiempo real. Nunca habíamos estado tan cerca y tan lejos de todos en el globito en que vivimos. El uso de los teléfonos inteligente no acorta la comunicación, pero también es la manera como le demos uso a estos equipos. Lo importante es hacer fluir ese contacto, saber en qué momentos necesitamos de una conversa presencial y cuándo podemos hacerlo a través de los medios tecnológicos. Estamos frente a la necesidad de una educación digital, mientras se estamos dando un uso abusivo que nos lleva a perder la empatía y la relación directa cara a cara con las personas. Las redes nos brindan la posibilidad de escurrirnos tras una situación, enfrentándola con un emoticón, alejándonos de llevar una conversación espontánea y fluida, donde se hace necesario enfrentar conflictos. Cada día nos estamos comunicando con mas personas en diferentes formatos, sin embargo, se nos está complicando el poder construir conversaciones personales frente a frente. En las redes somos expresivos, mientras a la vez somos inexpresivos frente a los otros.

Comunicarnos siempre será un intercambio de información, de emociones y sentimientos. En los adultos se hace necesario la conciencia en el manejo de la tecnología como una manera de poderla generar frente a los niños y adolescentes. Por ejemplo: construir espacios de encuentro dentro y fuera de casa lejos de las pantallas. Diseñar más conversaciones, actividades deportivas, artísticas, salidas a la naturaleza, participar en juegos, leer, invitar a amigos a compartir.  Es inevitable su uso, mientras se trata de edificar la comunicación en los núcleos familiares. La comunicación desde lo tecnológico vino para quedarse. Se hace necesario, establecer ayunos tecnológicos, así como  un control saludable de horas frente a pantallas  y si se hace ,necesario buscar apoyo profesional

Desde la conciencia, el respeto a nosotros y a los demás, la salud mental y mucho sentido común, ir dejando de darle protagonismo a esta adicción tecnológica que está creando conductas patológicas, mientras se encubren otros síntomas de carácter personal y social.

Rosalba Castillo

rosaltillo@yahoo.com

27 08 2022