En el Día Nacional de la Juventud venezolana

Hace 25 años o hace un cuarto de siglo, comenzó a desaparecer de manera sigilosa el país de oportunidades que desde 1958 hasta 1998 se edificó con no pocos sacrificios de la sociedad civil y de los diferentes sectores democráticos. Hoy 12 de febrero, Día Nacional de la Juventud, es imperativo recordarle a la actual generación de jóvenes que durante esas cuatro décadas el país vivió su etapa de mayor crecimiento económico, educativo, cultural, sanitario, deportivo y social en lo que a la vida republicana nacional se refiere.

Esos jóvenes que hoy tienen edades comprendidas  entre los 20 y 25 años deben saber que durante esa época también hubo dificultades, corrupción  y situaciones complejas que sortear pero también hubo grandes niveles de estabilidad familiar, donde con los ingresos familiares se podía vivir de manera digna, sin necesidad de recurrir a pedir ayuda a ningún familiar en el exterior, donde los salarios alcanzaban para sufragar los costos de los medicamentos que necesitase algún miembro de la casa, la mensualidad en el colegio o algún gusto modesto.

Hoy, la gran mayoría de los padres y madres de Venezuela se enfrentan a la difícil realidad de explicarles a sus jóvenes las opciones que hay para que no decidan irse del país, con unas universidades públicas al borde del colapso presupuestario y con un profesorado hambriento, con situaciones más que adversas para desarrollar una carrera universitaria con pésimos servicios de electricidad y elevados precios en cuanto a servicios  de internet y transporte. Peor aún, con la realidad de los bajos salarios dentro de la administración pública que poco estimulan a laborar para el Estado.

Y vaya el énfasis en la situación universitaria porque es precisamente la juventud de hoy día la que ha de formarse para la reconstrucción de un país devastado fundamentalmente por el vetusto y fracasado modelo económico que se ha impuesto desde hace ya casi tres décadas. Hoy la juventud venezolana vive como la gran mayoría de la población que aún queda en el país, con la necesidad de buscarse paliativos económicos para mitigar en parte la grave crisis económica.   

La juventud posee por su naturaleza las ganas, las energías y el ímpetu necesario para generar mejores condiciones de vida. Pero jamás sobrará el hecho de darle un vistazo al pasado reciente para entender mejor el presente y visualizar el futuro.

 Luis Alberto Morales

12 de febrero de 2024