Los maestros, a todos los niveles, viven en Venezuela sus peores horas. Hace mucho ya que dejaron de ser vistos como uno de los pilares fundamentales de la sociedad. Condenados a salarios de miseria, sin la posibilidad de acceder con sus ingresos a la salud privada, muchos con sus vehículos guardados y en franco deterioro por falta de recursos para su mantenimiento o simplemente ya sin ellos; poco o nada tienen hoy que “celebrar”. 

Son muchos los maestros que han ingresado ya a la economía informal para vender verduras, ropa, “mototaxear” o cualquier otra actividad que permita medianamente llevar algo de pan a la mesa familiar por las noches. Como un espejismo se antoja poder llegar a un supermercado con la quincena y llenar un “carrito”. Vacaciones o mejoras a la vivienda son una quimera.

Son muchos también los maestros que por estos días se siguen rascando la cabeza para que los números expliquen cómo seguir llegando a impartir sus clases en los distintos centros de enseñanza con un transporte público cada vez menor en cantidad y a un mayor costo económico. Lo de los maestros rurales o  lo de los que requieren desplazamientos entre distintos municipios o aldeas es toda una odisea.

Los profesionales de la enseñanza pública en el país miran con perplejidad como algunos alumnos  llegan a los salones de clase mejor vestidos, mejor alimentados e incluso con vehículo. Al recordar el saldo que hay en sus cuentas bancarias constatan que la educación en Venezuela es cualquier cosa menos que agradecida o rentable.

El otrora llamado magisterio venezolano vive desmovilizado, sin capacidad de convocatoria para exigir mejoras sustanciales y contemplativo ante la debacle nacional. Alguna declaración aislada, no más. 

Decía el maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa: “Hay quienes quieren a un magisterio sumiso, arrinconado, incapaz de levantar la voz, pero un pueblo que tenga maestros de esa categoría tendrá que ser un pueblo de esclavos…”. El mundo de las luces atraviesa en este país por una de sus más sombrías épocas.

Luis Alberto Morales

15 de enero de 2025