Entre luces y sombras. Diego Armando Maradona, un jugador de época, un gran 10

De lejos mejor jugador que director técnico, pero sin duda, uno de los más grandes personajes del mundo del fútbol en el siglo XX. Sus triunfos y sus escándalos se cuentan por igual. Sus imágenes lo hacen desde ya un mito de la cultura contemporánea. 

Vivió al límite. Era su forma natural de estar. Diego Armando Maradona Franco se marchó este miércoles 25 de noviembre luego de una reciente intervención quirúrgica  en su cerebro, cerebro que como pocos repartió juego en los más célebres campos de fútbol suramericanos y europeos.

Se fue aquel muchacho de provincia que soñó con salvar a su familia de la pobreza económica  gracias a su descomunal talento. Se fue aquel jugador que conquistó la Copa del Mundo entre idolatrías, cocaína, paternidades no reconocidas a tiempo, amistades oscuras, escuela inconclusa,  litigios, excentricidades, análisis tácticos y técnicos interminables, trofeos, cientos de entrevistas, cenas en palacios, coches de alta gama y miles de titulares de prensa.

Deja Maradona un vacío no solo entre sus seguidores sino también entre su familia que como el mismo lo repetía eran los únicos capaces de hacerlo recuperar la sobriedad, la paz.

En Venezuela no sólo se le recordará por sus afinidades políticas sino también por los pases y las gambetas que llegó a dar allá por los años 80 en el Estadio  Pueblo Nuevo en San Cristóbal, por su aparición en la inauguración de la Copa América 2007, también en San Cristóbal, o porque hasta sus últimos días fue el director técnico del jugador venezolano (de Ejido, Mérida) Jesús Armando Vargas en el club Gimnasia y Esgrima de La Plata.

Se marcha un jugador de época. De condiciones exquisitas para jugar al fútbol. De esos que como Antonio Di Natale en el Udinese no necesitaban esforzarse de más en los entrenamientos pues su talento los acompañaba hasta en los sueños. De aquellos que con levantar la cara ya podían organizar, dar  vuelta y remontar cualquier resultado.

Quienes le vieron jugar en Argentinos Juniors (equipo que vino al Metropolitano de Mérida el año pasado por Copa Suramericana) afirman que allí se pudo ver la mejor versión de un joven Maradona desenfadado  y con desparpajo, ese que firmaría años después uno de los mejores goles de la historia de los mundiales.

Quizás le faltaron muchas cosas por lograr y por recibir, quizás la más importante la reconciliación consigo mismo, saldar la deuda con sus demonios. Quizás faltó ese gran reconocimiento público por parte de la Asociación  de Fútbol Argentina AFA, homenaje que al menos Boca Juniors sí hizo. Quizás ese último aplauso en La Bombonera o en el Monumental.

Ha descansado Maradona. Ya no se le verá caminando despacio llevado del brazo por algún escolta. Ya no tendrá que dar más explicaciones ni seguir huyendo del sistema tributario de Nápoles. Ahora levantará la cara para ver a Di Stefano  o a Puskas dentro del campo de juego e intentar armar una nueva contra y sumar tres nuevos puntos que le permitan mirar la tabla y sonreír. 

Luis A. Morales

25 de noviembre de 2020