En 1929, llegó a las costas venezolanas una goleta, llamada Santa María procedente de Puerto España.En ella viajaba como marinero, un joven nacido en Alemania, quien atraído por el exótico continente americano, estaba decididoa conocerlo y recorrerlo por entero.Ya había visitado Perú, Brasil, las islas del Caribe, trabajando a bordo de distintas embarcaciones Al ver el exuberante paisaje bañado de sol, respirar el aire puro proveniente del mar, conocer gente amable, cariñosa y sobre todo al disfrutar de la desinteresada hospitalidad del pueblo oriental, quedó prendado de nuestro país, y decidió que este sería su lugar.
Con apenas 19 años, comenzó a trabajar como todero, desde el mismo momento que desembarcó en Puerto Macuro. Reparaba bicicletas, hacía cortes de cabello, enseñaba a leer y a escribir y hasta daba clases de inglés a todo lo largo y ancho del Estado Sucre. Luego consiguió un empleo en la North Westerm Venezuela Oil Company, en el Estado Falcón, hasta que,por su dominio de idiomas, especialmente, el alemán y el español lo contrataron en el M.O.P (Ministerio de Obras Públicas) para que sirviera de intérprete entre los técnicos venezolanos y los expertos alemanes de las primeras locomotoras KRUPP que habían sido adquiridas para el ferrocarril de Santa Bárbara –El Vigía , que en aquella época comunicaba al Estado Zulia con la región andina .Así con su nuevo cargo tuvo la oportunidad de conocer esa tierra zuliana y muy especialmente, el Distrito Colón. El emigrante, quedó encantado con ese ubérrimoterritorio.Tanto fue así que una vez cumplida su misión de intérprete y ya entusiasmado y familiarizado con las enormes máquinas que había ayudado a montar, aceptó el oficio de maquinista, correspondiéndole la locomotora Santa Bárbara N° 8.
Cuando el amor llega
Este joven y apuesto “alemancito” como lo llamaban los amigos y conocidos, en una de esas paradas de su locomotora, vio por primera vez a la que sería su esposa y el gran y único amor de su vida. Ella estaba parada en el andén, esperando un paquete que traía telas, porque la preciosa muchacha, de piel canela y ojos negros muy expresivos, era costurera, así se ganaba la vida. Bastó una mirada y la chispa surgió. Fue tan sincera esa unión que solamente la muerte los separó con apenas un mes de diferencia, y después de 66 años de feliz matrimonio. Era lógico que eso sucediera, no podían vivir el uno sin el otro. Tenían que seguir juntos también en la eternidad.
José, su nombre criollo, volvió a Europa para que su familia conociera a su esposa Colombina, pero él extrañaba tanto a Venezuela que decidió regresar, yaquí se quedó, echó raíces y formó su hogar en Maracaibo. Con su preparación y amplios conocimientos-hablaba cinco idiomas- contador, traductor, ávido lector, logró hacer florecer varias empresas químicas, agroindustriales,de seguros y tuvo la idea primigenia de hacer casas de interés social. Creó fuentes de trabajo, sepreocupó por el bienestar de sus empleados, impulsó el ahorro. Aportó, como muchos otros emigrantes que llegaron a nuestro país, un sinfín de beneficios, económicos, culturales, morales. Trabajó con honestidad y dedicación en pro de la nación que amaba y respetaba.
Algunos acontecimientos negativos, hicieron que perdiera todo su capital, no obstante a pesar del revés económico este hombre no desmayó ni se amilanó y comenzó de nuevo, porque para él Venezuela era una tierra de gracia, de oportunidades, y de gente maravillosa. A los 86 años,justamente, aquí, en Mérida, cobijado por el amor de sus hijos y nietos, exhaló su último suspiro y con mucha paz, terminó la gran travesía de ese alemán de nacimiento, pero venezolano por decisión, quien no quiso volver a Europa porque su corazón ya era venezolano.
Venezuela país de bienvenidas
Casi todos los nacidos en este país, llevamos en nuestra sangre una mezcla de razas que a la larga ha constituido nuestra idiosincrasia. Tenemos parientes, lejanos o cercanos venidos de lugares remotos. Ellos, al igual que el “alemancito” de nuestro relato” llegaron para quedarse, para ayudarnos a construir una Venezuela grande y generosa.Tristemente, ahora, la inestabilidad social, política y económica que padecemos desde hace varios años, está obligando a millones de compatriotas a buscar acogida más allá de nuestras fronteras. Nosotros, que fuimos una nación de bienvenidas, abrazos y calor humano, hoy,al tener que emigrar estamos sufriendo la xenofobia (rechazo a los extranjeros). ¡Qué maravilloso sería que en esos países donde, algunos ciudadanos, nos vejan y maltratan, se dieran a la tarea de conocer más de cerca las hermosas historias de vida que unieron a sus antepasados con los nuestros. ¡Qué altruista sería que nos dieran la mano en señal de salutación porque, cuando esta crisis que nos agobia, pase, no nos cabe duda, de que los venezolanos estaremos muy dispuestos a recibir con entusiasmo a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que deseen echar raíces en nuestro fecundo suelo.
Arinda Engelke.
Nota: Si tiene una historia de emigrantes qué contar, envíenosla a nuestra redacción que con gusto la publicaremos porque pensamos que darlas a conocer nos hará sentirnos orgullosos de esos orígenes multiculturales que nos unen y nos hacen ser tan especiales.
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